Lunes de Dagoberto
Hoy defenderé mi tesis de Maestría en la facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Católica Francisco de Vitoria en Madrid. Es el cumplimiento de un sueño 38 años después. En efecto, quería estudiar sociología y por ser católico no me dejaron. Los que profesábamos creencias religiosas no podíamos estudiar ni humanidades, ni ciencias sociales porque “teníamos una concepción fantástica de la realidad. Años después de graduarme de ingeniero agrónomo opté por una maestría que entonces se llamaba en Cuba “Aspirante a Doctor” según la terminología soviética. Tampoco fui aceptado. Ahora casi cuatro decenios después, en otro país, a mis 63 años, he podido hacer un máster en Ciencias Sociales por tres razones:
La primera, por disfrutar del estudio y la investigación en asignaturas que son de mi vocación. Ha sido como comenzar de nuevo por donde debía haber transitado cuando tenía 20 años.
La segunda, por probarme ante un nuevo desafío que era aprobar 17 asignaturas en solo 8 meses en una Alma Mater de máximo rigor optando por un título iberoamericano y europeo.
La tercera, para dar testimonio de que estudiar no tiene edad, de que el que persevera triunfa; y de que el tiempo, la fidelidad a los principios y las convicciones, pone todo en su lugar.
Comparto con mis lectores el inmenso gozo que me ha proporcionado esta nueva etapa de estudio, de noches sin dormir para estudiar, para investigar, para regalar a mi familia, a Convivencia, a la Iglesia y a mi Patria, mi tesis que comienza en la Isla uno de los estudios que considero más necesario para el futuro de Cuba: El daño antropológico en Cuba.
Este sea quizá el desafío más difícil para la reconstrucción de Cuba, sanar y superar ese daño que se ha infligido al pueblo cubano en las esencias mismas de la persona humana. La economía se reconstruirá más rápidamente, lo político que supone una educación ética y cívica que ha estado ausente por decenios será más largo, sin embargo, el daño antropológico será la lesión más duradera y complicada de resolver.
Pero hay que empezar desde ahora. Nosotros comenzamos esta cura desde hace 25 años en Vitral y en Convivencia.
Los tres miembros del Centro de Estudios Convivencia que hemos terminado hoy esta Maestría podemos responder a una pregunta curiosa que me hizo un amigo: Dago, ¿para qué sirve en la práctica un Máster? Pues, sirve para servir. Servir a Cuba y a su Iglesia.
Hasta el próximo lunes, si Dios quiere.
- Dagoberto Valdés Hernández (Pinar del Río, 1955).
Ingeniero agrónomo. Premios “Jan Karski al Valor y la Compasión” 2004, “Tolerancia Plus” 2007, A la Perseverancia “Nuestra Voz” 2011 y Premio Patmos 2017. - Dirigió el Centro Cívico y la revista Vitral desde su fundación en 1993 hasta 2007.
Fue miembro del Pontificio Consejo “Justicia y Paz” desde 1999 hasta 2006.
Trabajó como yagüero (recolección de hojas de palma real) durante 10 años.
Es miembro fundador del Consejo de Redacción de Convivencia y su Director.
Reside en Pinar del Río.