Ante la extrema escasez que vive Cuba, los cubanos hemos escuchado el “run run” de que aumentarán los productos que se adquieren normados por la libreta de racionamiento.
Por supuesto que esta medida provoca muchas interrogantes: ¿Serán vendidos los productos a precios subsidiados, tal como los productos que hasta ahora integran ese mercado?
¿Aumentarán las cuotas por persona, por núcleo? ¿Serán seguros esos aumentos o dependerá de la situación del momento? Por ejemplo, actualmente, se puede comprar una libra de aceite comestible, por persona, al mes, con la nueva medida, ¿se podrá comprar más o se mantendrá la misma cuota y tendremos cuotas no fijas, “adicionales”, según las posibilidades del país?
¿Dejarán de venderse esos productos en el mercado en divisas?
En fin, muchas preguntas de las cuales casi sabemos la respuesta. No obstante, cuando uno escucha las opiniones en la calle, lo que más abunda es el apoyo a esta medida. Verdaderamente, entre la opción de estar todo el día y todos los días, pendiente de qué comprar, qué ofertan, cuál es el precio, y tener que hacer largas colas para satisfacer en muy poco las necesidades cotidianas, se entiende que sea preferible, que esos productos sean vendidos en el mercado normado, donde por lo menos, es seguro que todos podremos comprar “lo que nos toca”.
Pero es preocupante que la “tranquilidad” de tener ciertas “seguridades”, nos obnubile y no nos deje ver que estamos dando un paso atrás. La libreta de racionamiento, hace solo unos años, estaba destinada a desaparecer. Esperábamos de un momento a otro, el anuncio de su desaparición y de la aparición de nuevos mercados liberados, con el necesario aumento gradual de la oferta.
Los lineamientos de la política económica y social, proclamados por el Partido Comunista de Cuba (PCC), aprobados en el 2011, parecían dirigidos a la sostenibilidad económica y al aumento del nivel de vida de la población: “… los Lineamientos de la Política Económica y Social del Partido y la Revolución, para actualizar el modelo económico cubano, con el objetivo de garantizar la continuidad e irreversibilidad del Socialismo, el desarrollo económico del país y la elevación del nivel de vida de la población, …” (Resolución sobre los lineamientos de la política económica y social del Partido y la Revolución, p. 6). Que la tarjeta desapareciera y que se eliminara la doble moneda eran las expectativas más populares después del anuncio de la implementación de los “lineamientos”.
Es innegable que nada de esto ha sido posible con el mantenimiento del sistema económico cubano, centralizado y sin respeto a la libertad de iniciativa privada, en el que no puede identificarse nada de actualización. Ocho años después estamos nuevamente en una profunda crisis, en la que la situación financiera del país, debido sobre todo a los impagos de las deudas internacionales y al fracaso de la empresa estatal socialista como principal ente económico, provoca descontento social y el establecimiento de medidas que reflejan falta de alternativas viables.
Aunque nos tranquilice que aumenten los productos de la libreta, no debemos perder de vista, que estamos ante un retroceso en la economía.
Nuevamente estamos ante una medida de igualitarismo, que asegura un mínimo para cada uno, pero no más que eso: un mínimo. Aceptemos ese mínimo, pero sin creer que es lo que merecemos. La injusticia del igualitarismo, está muy lejos de la igualdad de oportunidades a la que tenemos derecho.
- Karina Gálvez Chiú (Pinar del Río, 1968).
- Licenciada en Economía.
- Fue responsable del Grupo de Economistas del Centro Cívico.
- Es miembro fundador del Consejo de Redacción de Convivencia.
- Reside en Pinar del Río.