El sistema económico socialista es difícil de explicar a quién no ha vivido en él. Por eso resultó un problema, la pregunta que me hizo una persona que no nació ni ha vivido en Cuba, cuando, en un grupo, hablábamos de la última solución propuesta para enfrentar la crisis alimentaria que padecemos:
_ ¿Por qué no aceptan nuevas sugerencias en su dieta?¿Qué tiene de malo consumir carne de avestruz o de jutía?
Verdaderamente, en la dieta del cubano, nunca han tenido preferencias estos dos animalitos que son tan mencionados en los últimos días. Y no es porque su carne sea despreciable, en realidad no sabemos nada de sus valores nutritivos y muy pocos conocen el sabor de esas carnes.
Por otro lado, en desacuerdo o no, debemos reconocer que la cría de avestruces y jutías es de las pocas soluciones concretas propuestas oficialmente para aliviar la crisis. El discurso oficial carece de fórmulas concretas que podamos criticar o apoyar para solucionar alguno de los problemas que padecemos.
El período especial de los años 90, fue superior a este período de recrudecimiento de la crisis (o segundo período especial si queremos llamarle así) que estamos viviendo. Fue superior en soluciones, en aperturas, en ideas que, moderadamente, asombraron a los cubanos cuando se anunciaron, e incluso, aunque nunca se profundizaron lo suficiente, más de uno, pensó que sería el inicio del fin del centralismo económico, por lo menos hasta 1998 en que se emprendió una especie de “retirada” y vuelta atrás.
Actualmente, los medios de difusión estales, están saturados de frases como “hay que resolver el problema de la alimentación del pueblo”, “es importante la sustitución de importaciones”, “es necesario hacer cadenas productivas”, “es imprescindible disminuir la corrupción”, “nuestra prioridad es el desarrollo económico”. Muy bien, pero, ¿cómo? ¿Cuáles son las propuestas del gobierno cubano actual, para lograr lo que todo el mundo quiere? No escuchamos propuestas. Y peor, no podemos hacer propuestas.
No sabemos si vamos a estar satisfechos con la carne de avestruces y jutías, pero sabemos que nos encanta el cerdo, el pollo, el pescado y la carne de res.
_ ¿Por qué no promover entonces la cría de cerdo o de ganado vacuno? _ fue la segunda pregunta de mi interlocutor.
El problema es, otra vez, de falta de libertad. Otra vez, no somos nosotros, los ciudadanos, los que escogemos, los que decidimos cómo resolver nuestro problema alimentario. No hay credibilidad en las fórmulas estatales para “resolver” las crisis.
A lo mejor el rechazo tiene su origen en la experiencia que nos dice que, si se hace como hasta ahora, dentro de muy poco tiempo, también escasearán los avestruces y las jutías, tal como ahora las otras carnes.
No es que en Cuba no se pueda aumentar la producción de carne de cerdo, pescado, pollo o reses, sino que el Estado ya ha probado que no puede hacerlo eficientemente.
¿Por qué no liberar la cría y comercialización de ganado vacuno o de cerdo? ¿Por qué no promover la pesca o la cría de pollos de forma privada? No podemos aceptar sin cuestionamientos, que sea más fácil criar avestruces y jutías, que abrir el mercado de carne de res o cerdo, que son las preferidas en Cuba y las que por tradición consumimos en mayor cuantía.
Estas propuestas debían estar discutiéndose, por lo menos, igual que la producción de carne de avestruz o jutía.
Otra vez se manifiesta que, lamentablemente, el Estado no está dispuesto a ceder el monopolio sobre estas producciones y compartir el mercado con productores privados cubanos. Parece que cualquier solución que se proponga en los medios oficiales, tiene que cumplir dos requisitos mínimos: provenir del Estado y no disminuir un ápice su poder sobre el ciudadano.
No obstante, las propuestas diversas existen y se conocen. No sirve la excusa falsa de que no hay alternativas. Con el acceso cada vez mayor a las redes, nos comunicamos, compartimos, participamos y proponemos. Y, aunque no sea a través de los medios oficiales, el empoderamiento ciudadano, que es inversamente proporcional al poder del Estado, aumenta.
Karina Gálvez Chiú (Pinar del Río, 1968).
Licenciada en Economía.
Fue responsable del Grupo de Economistas del Centro Cívico.
Es miembro fundador del Consejo de Redacción de Convivencia.
Reside en Pinar del Río.