Las pocas oportunidades del trabajo honesto en Cuba.

Martes de Karina

El trabajo es la base de cualquier economía, sin importar sus dimensiones. Es la base para la economía doméstica, para la economía de una empresa, para la economía de un país.

Asegurar que los ingresos necesarios para vivir con dignidad, puedan proceder del trabajo digno y honesto es responsabilidad del sistema político, del Estado. La mejor fórmula para eso es hacer coincidir todo trabajo honesto con trabajo legal y este con el éxito.

En Cuba, no siempre el trabajo honesto es productivo y legal.

¿Quiénes son los más favorecidos económicamente? ¿Cómo estimula el modelo económico y el marco jurídico cubanos a trabajar honesta y legalmente para ganarse el sustento?

En Cuba pueden distinguirse bastante bien tres grupos que pueden considerarse favorecidos, en este orden: los que reciben remesas (muy favorecidos porque la ley no los cuestiona acerca de sus ingresos), los que tienen acceso a la corrupción (que son favorecidos hasta tanto se decida actuar contra ellos) y los cuentapropistas (que están continuamente amenazados por nuevas regulaciones y controles cotidianos).

Recibir remesas es algo muy honesto y nada criticable, ya que muestra la solidaridad familiar y de amigos. Pero no estimula a trabajar en pos del sustento. En un país donde recibir remesas sea más rentable que trabajar, los ciudadanos se pueden maleducar acostumbrándose a vivir del trabajo de los demás.

La corrupción es un mal del que padecen muchas sociedades, pero en Cuba, tiene un matiz particular debido al monopolio que sobre los recursos mantiene el Estado. La corrupción puede producirse en cualquier nivel de la cadena comercial y, en muchos casos, se intenta justificar, con la imposibilidad de acceder a los recursos de forma legal. Sin embargo no puede negarse que “resolver” (como eufemísticamente se ha llamado a apropiarse de los recursos del Estado), se ha convertido en un estímulo para buscar un trabajo con el Estado. Lo más importante es que, a pesar de los controles y las sanciones, no ha podido disminuirse este comportamiento. Es que la justicia puede sancionar pero la sociedad debe buscar causas y soluciones profundas del fenómeno que ha convertido “resolver” en una cuestión casi de vida o muerte.

En el tercer grupo, los trabajadores por cuenta propia exitosos, que tanto bien hacen en la economía y que podrían ser un estímulo para trabajar, parece como que tuvieran que pedir perdón por hacer dinero, por triunfar. Son cuestionados por su nivel de vida, por la expansión de sus negocios. Constantemente son fiscalizados y sus impuestos incrementados. Quieren estar en la legalidad pero, las posibilidades reales son limitadas. Las disposiciones tributarias, al contrario de las de la inversión extranjera, son asfixiantes para los negocios, lo que obliga a evadir obligaciones y estar al margen de la ley.

Los demás grupos enfrentan grandes dificultades para vivir, siempre impelidos a realizar trabajos o negocios fuera de la ley. Los profesionales, son especialmente afectados porque, reciben un salario insuficiente y la ley no permite ejercer profesiones por cuenta propia.

La ley laboral debe incluir en las oportunidades de ganarse el sustento, toda actividad honesta con el único límite de que no afecte otros o al bien común. Por otra parte, si la sociedad quiere educar en el trabajo como valor, debe crear los mecanismos que aseguren que los más favorecidos sean aquellos capaces de trabajar honesta y legalmente. Debe evitar que el trabajo honesto sea malentendido solo como el trabajo asalariado o para el Estado y que delinquir sea una cuestión de supervivencia

La sociedad educa para el trabajo cuando este realmente es la fuente principal de riqueza y de desarrollo personal. Para que una sociedad tienda al trabajo honesto como fuente de ingresos, este debe tener las mejores oportunidades legales y reales. Es responsabilidad del modelo económico y del marco jurídico que lo sustenta.

 


Karina Gálvez Chiú (Pinar del Río, 1968).
Licenciada en Economía.
Fue responsable del Grupo de Economistas del Centro Cívico.
Es miembro fundador del Consejo de Redacción de Convivencia.
Reside en Pinar del Río.

 

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