-¿Qué es lo que hay que votar el domingo?
-¡Yo no me preocupo, llego y lo que se me ocurra en el momento, eso hago!
-¿Qué va a cambiar si voto Sí o voto No?
-¡Estoy cansado, hasta en la Iglesia, me hablan de la Constitución!
Cualquiera de estas expresiones que he escuchado, me hacen reflexionar acerca de la falta de compromiso social y de formación cívica que nos ha afectado desde hace ya muchos años y que ahora rodea el referéndum constitucional del próximo 24 de febrero.
No podemos decir que ha sido falta de propaganda y divulgación u orientación. Ha sobrado de todo esto en los medios de comunicación, en los centros de trabajo o estudio, en los barrios, en las redes sociales. Los Obispos cubanos han expresado su opinión de una forma muy clara y argumentada. Después de un proceso de consulta bastante abarcador en cuanto a personas con oportunidad de participar, debía ser posible tener las ideas claras como para tomar una decisión libre: votar Sí, votar NO o No votar.
No se vive en Cuba un ambiente de un país que está a punto de decidir su presente y su futuro. La conciencia de lo que la Constitución significa, no está formada en el pueblo cubano. Sabemos que siempre hay un grado de indiferencia en cualquier país. No es ese número normal de personas indiferentes a lo que me refiero. Sino a un número que supera lo normalmente aceptado como margen de indiferencia, como para que se pueda hablar de ambiente de indiferencia.
Otra explicación para que no sintamos un pueblo a punto de decidir su futuro en muchos años es la conformidad. La conformidad no es preferible a la indiferencia, porque puede significar una pérdida de esperanza en que realmente la situación mejore como producto de este ejercicio. Un pueblo conforme no representa un pueblo satisfecho, sino resignado. La mayor muestra de que el pueblo no es el verdadero protagonista de un proyecto, es la indiferencia o el conformismo social. La falta de libertades y de formación cívica ha provocado este comportamiento tan ajeno a nuestra historia e idiosincrasia.
No debe ignorarse que existen cubanos que han dedicado mucho esfuerzo a que esa no sea la realidad. Por una parte, el Estado ha aprovechado todos los espacios para hacer su campaña por el Sí. Por otra, la oposición y los que sin formar parte de ella, técnicamente hablando, pero que piensan diferente al discurso oficial, no teniendo oportunidad de usar los medios tradicionales, han aprovechado las redes, para expresar sus argumentos a favor del No. Pero, evidentemente, no ha sido suficiente.
Estoy deseando que en cada esquina de Cuba se pueda y se quiera debatir lo que es más conveniente para cada cubano. Estoy deseando escuchar que verdaderamente existen las opciones de votar según la conciencia y que esa conciencia pueda expresarse libremente, que se escuchen en las calles los debates sobre la Constitución, a un nivel más popular, como se escuchan las discusiones sobre la serie de béisbol del Caribe. Estoy deseando, que aquellos a quienes la política no les parece conectada a su vida, no manden a callar a los que debaten, por miedo a ser involucrados. También quiero escuchar los argumentos que tienen. Estoy deseando escuchar, sin violencia verbal ni chantajes emocionales, opiniones diversas a favor de todas las opciones en discusión.
En medio de esta situación, crece la esperanza cuando se escuchan voces, dentro y fuera de Cuba, que, comprometidas con la sociedad, con el presente y el futuro del país, se expresan, alientan, piensan y proponen, en una muestra fehaciente de que la indiferencia y la falta de compromiso es una opción personal, aún en medio de las peores circunstancias.
Karina Gálvez Chiú (Pinar del Río, 1968).
Licenciada en Economía.
Fue responsable del Grupo de Economistas del Centro Cívico.
Es miembro fundador del Consejo de Redacción de Convivencia.
Reside en Pinar del Río.