La polémica en torno a una nueva Constitución para Cuba ya casi se acerca a su fin con el Referendo Constitucional del 24 de febrero de 2019, que permitirá a la ciudadanía decir Sí o No, en un ejercicio de una importancia y trascendencia quizás incalculable. Digo esto porque si hemos demorado más de 30 años para renovar una Constitución de carácter socialista, aun realizando prácticas no aprobadas en ella (por ejemplo, el trabajo por cuenta propia, o el desarrollo del sector privado, como prefiero llamarle) y alejándose la Ley de Leyes de las verdaderas necesidades ciudadanas, ¿cómo desaprovechar la oportunidad de enviar el mensaje que tanto enarbolamos durante años? De aprobarse la Constitución que ahora se nos presenta, habremos perdido la oportunidad de, al menos, figurar entre aquellos que somos consecuentes con lo que decimos y pensamos, y respondemos con un No, ante lo que no nos representa. He ahí el gran problema de los cubanos: la incoherencia entre el pensar y el actuar, que tiene sus causas más profundas en la despersonalización, el efecto del totalitarismo, la colectivización e ideologización, no entendida filosóficamente, sino como el establecimiento a través de finos mecanismos de manipulación, de una ideología monocolor.
Tales son las consecuencias de estos fenómenos lesivos al ciudadano y que coartan la calidad democrática, que ante la posibilidad dual de responder al Referendo, el gobierno cubano solo menciona el Sí como respuesta, y lo hace a través de todos los recursos con los que cuenta, fundamentalmente el monopolio de los Medios de Comunicación. Ya hace días inició esta tendencia el periódico provincial Sierra Maestra de Santiago de Cuba, con una gran propaganda donde solo aparecía la opción positiva, luego de presentar la pregunta a consulta de los ciudadanos. La manipulación es evidente, llega a las universidades y a los centros de trabajo, en el barrio se confunde con una votación más, en los medios los slogans, titulares y comentarios anuncian que el 24 de febrero ratificaremos en las urnas la continuidad de la Revolución. Todas estas actitudes dan por sentado que va a triunfar el Sí, al más claro estilo de una campaña, sin llamarlo así, pero si refiriéndose con ese término a los que esgrimimos la posición contraria.
Yo lo tengo claro: voy a participar en el Referendo, y #YoVotoNo porque:
- Es un derecho y un deber cívico.
En mis 31 años no he tenido la oportunidad de participar en un ejercicio de tal envergadura, y los derechos se exigen para luego hacer uso de ellos. Si nos hemos pasado mucho tiempo alegando una nueva Constitución para el país, y la que ahora se nos presenta tiene más residuos de la anterior que novedades en beneficio ciudadano, es un deber cívico responder en consecuencia; lo que no significa para nada que se legitime al gobierno. Ellos preguntan y nosotros respondemos. Perder la oportunidad de que todo un pueblo descontento, que malvive en esta Isla o emigra casi masivamente, rechace una Carta Magna que no se adecua a la mayoría, sería incumplir un deber cívico sagrado que se corresponde directamente con “la libertad que todo hombre tiene a pensar y a hablar sin hipocresía”.
- En un referéndum constitucional cuando se dice No se rechaza todo el sistema, el modelo, lo que no puede ser interpretado como legitimarlo.
Existe la confusión entre la abstención y la legitimación. Digo la confusión y el desaliento, o una tercera campaña que no es ya a favor del Sí o del No, sino para hacer honra a aquella valoración de El Generalísimo cuando hablaba de que los cubanos no llegan o se pasan. Responder No es un mensaje directo, que servirá como indicador de que tampoco es viable el sistema económico, político y social que rige los destinos de Cuba.
- Independientemente de la manipulación y de los resultados que se publiquen, deseo enviar mi opinión de rechazo.
Cumplir con el deber cívico de responder No, conscientemente, no significa desconocer la posibilidad de manipulación de los resultados, pero ¿no es más fácil convertir una boleta en blanco en un Sí, a anular o cambiar una que diga correctamente No? Cada voto cuenta, y si somos muchos No, el mensaje claro y alto, llegará a la más alta dirigencia del país. Se necesitan más acciones para justificar la abstención, que puede ser ambigua (por indiferencia o por no reconocer el proceso) que para eliminar los votos No. Muchas personas, aún teniendo criterios y razones suficientes para decir No, dejaron de expresarlo durante el proceso de Consulta Popular. Ahora, en la intimidad de la cabina de votación, y en una boleta que solo llevará la cruz oportuna, doblada para que sea secreta al depositarla en la urna, podrá cada ciudadano expresar su criterio aunque aún el miedo a la libertad persista como una secuela del sistema. Este podría ser el primer paso para romper la censura.
- Existen numerosos antecedentes en países con regímenes de izquierda o derecha en los que el No ha vencido.
Como algunos amigos recomiendan, ver la película “No” por estos días, nos ayudaría a entender mejor el escenario que se nos presenta y arribar a unas conclusiones que nos motiven a participar, basadas en la experiencia chilena que se narra en este material fílmico. Otros ejemplos abundan pero, sobre todo, nos presentan a una ciudadanía comprometida con el cambio, que debe ser realizado, eso sí, de la ley a la ley, porque ¿la alternativa a esta opción sería la violencia?
- El texto propuesto tiene contenidos que no puedo aceptar en conciencia.
Luego del debate popular se nos presenta una Constitución que:
– En el Preámbulo, que antes decía “Nosotros, ciudadanos cubanos” ahora, para ser fiel a la masa y diferenciarla de la persona como sujeto, centro y fin de toda acción política, colocan: “Nosotros, el pueblo de Cuba”.
– En el artículo 4 mantiene la incitación a la violencia cuando dice que: “Los ciudadanos tienen el derecho de combatir por todos los medios, incluyendo la lucha armada, cuando no fuera posible otro recurso, contra cualquiera que intente derribar el orden político, social y económico establecido por esta Constitución”.
– En el artículo 5 continúa estableciendo al único partido político, el Partido Comunista de Cuba, como “la fuerza política dirigente superior de la sociedad y del Estado”.
– En el artículo 18 se define que “En la República de Cuba rige un sistema de economía socialista basado en la propiedad de todo el pueblo sobre los medios fundamentales de producción como la forma de propiedad principal”, aunque en el artículo 22 se definan otros tipos de propiedad.
– En el artículo 126 se define que “El Presidente de la República es elegido por la Asamblea Nacional del Poder Popular de entre sus diputados” limitando la posibilidad del voto ciudadano para este cargo y otros como el de los Gobernadores.
– En el artículo 55, se establece una contradicción esencial cuando se enuncia que los medios de comunicación “son de propiedad socialista de todo el pueblo o de las organizaciones políticas, sociales y de masas; y no pueden ser objeto de otro tipo de propiedad”. Además “El Estado establece los principios de organización y funcionamiento para todos los medios de comunicación social”, contradiciéndose o tergiversando el mismo concepto de libertad de prensa que el propio artículo enarbola.
Por estas y muchas otras razones #YoVotoNo. El ejercicio de la libertad exige aprovechar cada oportunidad que se nos presente, esta no será, al menos para mí, la excepción de la regla.
Licenciado en Microbiología.
Máster en Bioética por la Universidad Católica de Valencia y el Centro de Bioética Juan Pablo II.
Miembro del Consejo de Redacción de la revista Convivencia.
Responsable de Ediciones Convivencia.
Reside en Pinar del Río.