Comienza un nuevo año y, como es costumbre, alimentamos nuevas esperanzas y sueños. Las esperanzas de que el nuevo año sea mejor las concretamos en cuatro palabras, en distintas combinaciones según la escala personal: salud, paz, prosperidad, éxitos. En lo personal, en lo familiar y como nación, es lo que significa para la mayoría, en general, ¡Un feliz año nuevo!
¿Qué esperamos para el 2019?
Salud: La salud no se trata solo de no estar enfermo, sino que implica, tener la esperanza de vivir. Hemos conocido o escuchado de personas muy enfermas que viven en la esperanza, luchando con su enfermedad o aprendiendo a vivir con ella. Esperemos que, tanto enfermos como sanos, podamos vivir, en el 2019, la esperanza de mejorar la salud corporal y espiritual. Esperemos también, que podamos acceder mejor a los servicios de salud pública, sin tener que recurrir a los favores de amigos o familiares que desempeñen ese trabajo. Que los medicamentos que necesitemos estén a la venta y al alcance de nuestros bolsillos. Que aumenten los servicios indispensables para la salud como el agua potable. Que tengamos acceso y posibilidades para la recreación y el esparcimiento: vacaciones, libros de interés para distintos públicos, obras de teatro y filmes de calidad.
Paz: La paz no es solo ausencia de guerra, ni siquiera ausencia de conflictos, que forman parte de nuestra vida en sociedad y de nuestra convivencia. La paz depende de la justicia en que vivamos, y de las posibilidades de resolver esos conflictos abiertamente sin temor al rechazo, de forma pacífica. Esperamos que en el 2019, podamos vivir con dignidad dentro de la ley. Que con nuestro trabajo podamos alcanzar lo necesario para el sustento. Deseamos que podamos vivir en armonía con el que piensa distinto, sin exclusiones, y que rechacemos las actitudes de doblez, falsedad y fanatismo, sobre todo las propias. Que cambie la actitud de conformidad y podamos expresar libremente, de forma pacífica, el reclamo por nuestros derechos. Que podamos legalizar proyectos, asociaciones, creaciones. Que dejemos de intuir que, para protegernos, debemos vivir en la mentira.
Prosperidad: Priorizar los deseos anteriores (salud y paz), no puede hacernos olvidar lo importante que es para la persona humana la prosperidad. No se trata del grado de riqueza que obtengamos, sino de las posibilidades reales de aumentarlo. Las esperanzas se alimentan con los planes y proyectos realizables, y más aún cuando esos proyectos parecen difíciles. Pero esos planes y proyectos deben superar el estado actual de la persona, la familia o la nación. Soñar y poder hacer. Esperamos que para el 2019, los cubanos, no tengamos que limitarnos solo a contribuir al cumplimiento de los planes de la economía del Estado, sino que podamos hacer nuestros propios planes económicos, de trabajo, de inversiones, de financiamiento… Tener opciones para conseguir la prosperidad, es un derecho que alimenta la esperanza.
Como quiera que todos tenemos que vivir momentos difíciles y tristes, muchos tienden a decir que la felicidad no existe. Y sería cierto si pensamos que la felicidad es vivir siempre riendo o de fiesta. Pero no lo sería tanto si pensamos que lo que diferencia a felices e infelices es, sobre todo, el modo en que enfrentan, por decisión propia, los problemas que todos tenemos que vivir.
Lo cierto es que si no esperamos nada, no buscaremos nada, no lucharemos por nada. Y eso sí es morir.
Para ser felices en este 2019, tomemos las riendas de nuestra vida, dejemos de pensar en lo que “nos toca” y comencemos a pensar en “lo que nos merecemos”. Cambiemos la dinámica de pensar “por lo menos tenemos…” a pensar “deberíamos tener…”. Porque eso romperá la inercia de la conformidad, nos hará buscar nuevos horizontes y, aunque posiblemente con más escollos, viviremos también con más esperanzas.
Feliz 2019.
Karina Gálvez Chiú (Pinar del Río, 1968).
Licenciada en Economía.
Fue responsable del Grupo de Economistas del Centro Cívico.
Es miembro fundador del Consejo de Redacción de Convivencia.
Reside en Pinar del Río.