Realizar cualquier gestión en las entidades estatales sigue siendo una experiencia agotadora. A pesar de los esfuerzos que dice el gobierno realizar para erradicar la cultura del peloteo, la desinformación, la ineficiencia, y los regalitos a cambio de tramitar y agilizar cualquier tarea, no se observan resultados efectivos que erradiquen dicha situación.
Últimamente he escuchado en el noticiero nacional de televisión hablar sobre este tema, en donde los responsables son: el personal o los directivos de la entidad pertinente, o algunos ciudadanos acaparadores en busca de sacar mayor provecho. Lo que no he escuchado es acerca de la responsabilidad que el Estado cubano tiene como entidad superior y rectora de estos organismos. No deja de ser verdad que existen personas sin escrúpulos, pero la raíz del problema se ha arrastrado desde hace 60 años, agudizándose a punto de asfixia.
Es común encontrar un ambiente de hostilidad, mal humor, pereza e ineficiencia en las entidades estatales. Aunque siempre existen personas intachables, mayormente ocurre así. Esto propicia el freno al desarrollo y la efectividad, dejando al ciudadano a la intemperie. Esto sucede debido al desánimo laboral que existe en las entidades estatales, donde los salarios son muy bajos y el trabajador carece de libertad para expresar su sentir, e incentivos que lo motiven a ofrecer el mejor de los servicios.
Entre las estrategias que presenta el país, se encuentra la de impulsar las Tecnologías de la Información y las Comunicaciones (TICs), así como su uso para mejorar la economía nacional y el nivel de vida de la población. Entonces, ¿cómo es posible que muchas de las instituciones de trámites legales no cuenten ni con una base de datos donde tengan registrada toda la información pertinente? ¿Si no cuentan con lo más simple, para qué año se logrará dicha estrategia?
El simple hecho de detectar el problema en cada entidad, y cambiar al personal, procesar por la vía legal de ser necesario, o subir de cargo como suele ocurrir en algunos casos, no remedia nada, solo alarga el daño.
Es necesario que las entidades estatales cambien su política, respeten a sus empleados y reconozcan su trabajo, proporcionen los medios necesarios para garantizar la calidad y efectividad que este requiera, contraten a personal calificado y eficiente, ya sean trabajadores independientes del Estado o no. Hay que abrir a la propiedad privada, la cual siempre tiene nuevos aires e iniciativas, que garantizan calidad, variedad, proporcionan empleos y contribuyen al crecimiento económico personal y nacional
Está demostrado que los cubanos pueden crecer y madurar en la cultura del trabajo. Así lo demuestran las geniales iniciativas privadas dentro de la Isla, y también en la Diáspora.