El pasado 6 de noviembre me presenté en el Departamento Técnico de Investigaciones de Pinar del Río para un nuevo interrogatorio, debido a que hace 3 meses y 6 días me encuentro bajo investigación por un posible delito de falsificación de documento público, acusación de la cual soy totalmente inocente. El único y verdadero delito por el que me encuentro envuelta en este caso es por formar parte de un proyecto maravilloso llamado, Centro de Estudios Convivencia (CEC), y por decir y defender lo que pienso y creo correcto.
Dentro de los métodos más visibles de represión en Cuba hacia los defensores de derechos humanos y hacia la sociedad civil independiente, se encuentra la implicación en delitos comunes por los que puedan ser procesados legalmente. En la mayoría de los casos son delitos fabricados o supuestos delitos cotidianos que no son más que modos de vida en la realidad que vive la Isla, pero que solo se aplican por decisión política. Violan sus propias leyes y usan métodos como el de destacar las miserias humanas.
Comencé hablando de este último interrogatorio porque me sucedió algo que me conmovió mucho y de seguro a los familiares y amigos que me acompañaban también. Para dirigirme al lugar del interrogatorio tome un taxi, debido a que queda lejos de mi domicilio particular. El chófer era un señor de unos cuarenta y tantos años y al llegar al lugar, viendo a donde nos dirigíamos, nos dijo mientras nos bajábamos del carro: “Suerte para ustedes”. A lo que todos respondimos con un profundo gracias.
Qué frase y gesto tan humano tuvo este señor hacia nosotros, sin conocernos, sin saber por qué motivo nos dirigíamos hacia ese lugar, sin saber si somos los buenos o los malos, pero sí reconociendo directa o indirectamente lo que nos enseñó Dios, a amar y respetar al prójimo por sobre todas las cosas y a valorarnos por igual aún en las diferencias.
Cosas tan pequeñitas como esta frase me recuerdan siempre lo que aprendí de Dagoberto Valdés Hernández y de este hermoso proyecto del que formo parte, y es: creer en la fuerza de lo pequeño. No importa cuán minúsculo pueda ser algo o alguien, sino la fuerza y espíritu que pueda transmitir.
Desde que comenzó este proceso me he sentido tranquila, porque Dios me lleva de su mano, porque mi verdad es única e inquebrantable, porque tengo el apoyo de mi familia y amigos aún en las diferencias, porque siempre que publico en las redes lo nuevo que acontece en mi caso, recibo una solidaridad y apoyo incalculables. Ahora sumo la frase de este señor desconocido a mi historia y a mi fe.
Frases y gestos como estos, hacen en la lucha de cada cubano un horizonte, un mañana.
Miembro del Consejo de Dirección del CEC.