MÁS CONVIVENCIA PARA EL FUTURO DE CUBA

Miércoles de Jorge

Vivir en comunidad es una exigencia necesaria para la existencia de los seres humanos, cuando una persona vive aislada y excluida, se vuelve muy vulnerable a las distintas dificultades que se nos puedan presentar en nuestro día a día. La convivencia es requisito indispensable y la esencia de vivir en comunidad, es una forma de vida basada en el amor, el respeto, la dignidad de las personas, la tolerancia, la reconciliación, la paz, etc.

Algunos cubanos tienden a confundir o tergiversar el verdadero significado de la palabra convivencia. Vivimos en un país en el que la dura lucha diaria por sobrevivir, unida a otros motivos, nos ha llevado a olvidar las cosas más importantes, siendo así -entre otras- el respeto y la promoción de determinadas normas de conducta social, imprescindibles para la conservación de la dignidad humana. Algunos reducen la palabra convivencia a llevarse bien con los vecinos o compartir algún bien de vez en cuando con los que nos rodean.

Sin embargo, para que exista una sana convivencia en nuestra sociedad, es ineludible tener presente en cada una de las circunstancias en que nos encontremos, actitudes basadas esencialmente en el respeto de la dignidad de los que nos rodean y el reconocimiento de su valor como un complemento indispensable para mi propia autorrealización. Con lo anterior podremos borrar de nuestra vida el rencor, el odio, la violencia, las falsedades y la intolerancia…

Necesitamos aprender a convivir, a relacionarnos como hermanos, a dejar nuestros egoísmos a un lado. Para ello es necesario tejer convivencia entre los cubanos cada día y en cada uno de nuestros ambientes, sembrarla en lo más profundo de nuestros corazones, y con pequeñas actitudes de solidaridad, de inclusión, de respeto, responsabilidad y participación, construir un camino seguro hacia una Cuba nueva, libre, digna y soberana.

La forma más trascendental, a través de la que estamos llamados a vivir la convivencia, es en nuestras familias, en el hogar es donde primero debe nacer. Al ser la familia el núcleo fundamental de la sociedad, de ella se desprenderá la concreción de la armonía y la concordia a nivel social. Recordemos siempre que es desde nuestros círculos de incidencia más íntimos, donde debemos comenzar a trabajar y a buscar el cambio.

Por otro lado, resulta de vital importancia la promoción y fomento de una auténtica educación, que nos conduzca a la unidad en la diversidad entre todos los cubanos, de manera que las diferencias que hoy dividen profundamente nuestra sociedad no sean más un problema sino acicate para la construcción de un mejor país. Duele ver como aún en nuestra sociedad, se promueven más las cosas que nos separan que las que nos unen, se trata de imponer los intereses de unos sobre otros (ejemplo la irrevocabilidad del socialismo, y la supremacía de un partido y una ideología sobre el resto de la sociedad proclamados en la propuesta de constitución); construir una paz verdadera y duradera, un país al que muchos de sus hijos no quieran abandonar, una sociedad civilizada, implica esta verdadera convivencia donde se cohabita con el diferente como un ejercicio de enriquecimiento mutuo donde todos ganan, se respetan y colaboran en la construcción del bien común.

Este es un tiempo propicio para descubrir la genuina convivencia, no admitamos que siga pasando el tiempo sin que hagamos algo, retoñemos y sigamos adelante cada día con más fuerzas tejiendo convivencia, ofreciendo a las demás personas un testimonio vivo de lo que significa coexistir en el amor, para que como soñó Martí Cuba sea “con todos y para el bien de todos” y como ley suprema tengamos “el culto de los cubanos a la dignidad plena del hombre”.

 


Jorge Ignacio Guillén Martínez (Candelaria, 1993).
Laico católico.
Licenciado en Economía.

 

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