“Danos hoy nuestro pan de cada día” –esta frase de la oración del Padre Nuestro, que Jesús le enseñó a sus apóstoles, es muy mencionada por los cubanos todos los días, ya sean católicos o no. Más que nada porque en Cuba se trabaja o se “inventa”,como muchos suelen decir, para llevar alimento a la mesa. Esto es muy conocido entre los ciudadanos de a pie, que amanecen y anochecen pidiéndole a Dios, o a cualquier fuerza divina que exista (para los menos creyentes), el pan de cada día.
Debido a los serios problemas que presenta la economía y a los bajos ingresos salariales existentes en la Isla, son muchas las carencias y necesidades que sufren los ciudadanos. Por la libreta de abastecimiento se puede comprar por cada miembro del núcleo familiar un pan cada día, el cual por lo general no tiene la calidad que corresponde, pero, “nuestro actual presidente está trabajando en base a que estas y otras irregularidades sean corregidas”.
También existen otras panaderías estatales que venden un pan de mejor calidad a la población, con una variedad limitada a pan suave y pan duro, en telera y bonete y algunas veces ofertan tostadas, palitroques y poco más, las cuales son el apoyo de los desayunos, las meriendas y para otros almuerzo y comida. Hace algún tiempo que vengo notando la inestabilidad de venta de pan en algunas de estas panaderías en la provincia de Pinar del Río, e incluso vi en una de ellas un cartel que anuncia la restricción de venta de pan por persona. Sin duda, es el colmo que la venta de pan sea restringida de esta manera, sabiendo la necesidad de este alimento para los cubanos.
Es importante tener en cuenta que en una vivienda cubana pueden vivir hasta cuatro generaciones de la misma familia, por lo que una restricción como esa no es viable; así como no lo es para los padres que necesitan comprar la merienda de sus hijos y las suyas propias, o para los hombres y mujeres que tienen que comerse más de un pan para saciar el hambre.
Puede ser que exista un problema que provoque esta situación, pero ni está escrito en el cartel, ni se le comunica a la población, ni los cubanos queremos escuchar más excusas, porque ya no son creíbles.
Pedirle a Dios nuestro pan de cada día, se ha convertido en un hábito, a pesar de que muchos lo hagan fervientemente, otros en pensamiento o de manera indirecta.
Yo tengo plena fe en Dios, pero a Dios también hay que ayudarlo.