¡Es que así somos los cubanos!__ dijo alguien mientras viajaba en un coche (carro de caballos en Cuba). Su aseveración tenía como causa, su queja de que con los graves problemas que tenemos, de transporte, de educación, de alimentación, los cubanos solo usamos internet para subir fotos y bajar canciones. Nadie habla, nadie dice lo que piensa, nadie protesta ni siquiera cuando “tienen permiso”.
Para sorpresa mía, (acostumbrada a que la gente calle, y mucho más si se trata de defender la cubanía) casi todas las personas que viajábamos en el coche, reaccionaron en defensa de los cubanos. Y con argumentos tan convincentes como la actitud de los cubanos en otros lugares del mundo, trabajando, emprendiendo, ayudando a su familia en Cuba y la disposición a “inventar” aquí, viajando, trabajando por cuenta propia, buscando la manera de maximizar los ingresos familiares. Y para una mayor sorpresa, quien había hablado, cedió y reconoció que el problema no son los cubanos, sino las circunstancias. Sin mencionar nada de política partidista o “revolucionaria”, un grupo de 8 personas, no dejó que la imagen de los cubanos quedara empañada por el comportamiento de algunos aquí y ahora.
No podemos decir que los cubanos no hablamos, mientras permanezca la mentalidad de que decir lo que se piensa es “peligroso” para mantener el status. No importa en que se insista por todos los medios oficiales en que todos pueden expresar su opinión, cuando la gente intuye que tal cosa puede buscarle problemas. No puede decirse que los cubanos no protestamos mientras hacerlo sea ilegal.
De todas formas, es esperanzador que esto suceda espontáneamente entre un grupo de desconocidos. Demuestra un acrecentamiento de la confianza y de la disposición a hablar. No es frecuente que la gente pase de quejarse, a hablar de la causa de los problemas y mucho menos diferenciándola de nuestra idiosincrasia.
Una especie de “inercia”, mantiene callados a la mayoría, cuando se mueve una conversación sobre la verdadera causa de la crisis en que vivimos: el sistema político social. Incluso cuando a nivel oficial se reconocen las dificultades sistémicas y se emprenden acciones tan esenciales como el cambio constitucional, incluyendo la eliminación de la palabra “comunista” en el texto, es difícil que se rompa esa inercia.
Pero cuando ocurren conversaciones como la del coche en que viajaba, uno piensa que la indiferencia no es incurable. Y tal como se ha formado la mentalidad de que “es mejor callarse”, puede renacer el compromiso con el bien común, con el ambiente social, con la redención del pueblo cubano. Depende de las circunstancias, pero también depende de la voluntad de cada uno.
¡Qué lástima, se acabó la tertulia!- dijo alguien cuando terminó el viaje. Pero tal y como provocó está columna, espero que también haya provocado otros comentarios en los ambientes en que cada uno de los viajeros vive o trabaja. Cualquier pequeño movimiento puede romper la inercia.
Karina Gálvez Chiú (Pinar del Río, 1968).
Licenciada en Economía.
Fue responsable del Grupo de Economistas del Centro Cívico.
Es miembro fundador del Consejo de Redacción de Convivencia.
Reside en Pinar del Río.