Algunos autores definen la economía como la ciencia de la elección. Básicamente porque administrar recursos se trata de elegir en qué es mejor invertir, cuál es la mejor alternativa para su uso, cuál es la mejor opción para consumir. La posibilidad de elegir está en la misma esencia de la actividad económica.
Esta puede ser una sencilla explicación para quienes se preguntan diariamente en Cuba por qué la economía no funciona ni ha funcionado en los últimos 60 años: existe muy poco margen para poder elegir.
La excesiva centralización, no permite elegir en qué invertir; el paternalismo estatal, que nos hace pensar que el Estado es el responsable de nuestro destino; las políticas de racionamiento, que deciden qué y en qué cantidad puedes comprar; la asignación de puestos de trabajo para graduados, que evita la competencia y la gestión para conseguir los mejores; las oportunidades de estudios en función de las necesidades del país, que no permite al estudiante decidir según la vocación y la capacidad o aptitud; la casi inexistencia de relaciones de mercado y por tanto de competencia, que hace que la mayoría de las veces solo tengamos una alternativa; y otras condiciones del modelo cubano, han obstaculizado la capacidad de elección de los ciudadanos. Fijémonos cuán frecuentemente recibimos la misma respuesta cuando le pedimos a alguien que escoja entre varias alternativas es: ¡Cualquiera, me da igual cualquiera!
En un ambiente donde no hay o hay muy pocas ocasiones en las que debemos elegir, la economía no puede funcionar. ¿Cómo administrar recursos si no puedes elegir cómo y dónde usarlos o invertirlos? ¿Cómo decidir qué comprar si no te venden lo que quieres en la cantidad que quieres y puedes pagar? ¿O si solo hay una opción para satisfacer tus necesidades? La posibilidad de elegir es un criterio importante para evaluar el desarrollo económico. Mientras más alternativas diferentes para invertir, para trabajar, para consumir, para producir; y más formación tengamos para ello, mayor grado de libertad económica y de avance en el camino hacia el desarrollo tendrá nuestro país.
Continuamente, en los medios oficiales, se nos pide un esfuerzo superior para mejorar la economía. Pero no es con esfuerzo y disciplina que echaremos a andar la economía cubana. Si solo el Estado decide, solo el Estado hace la economía del país. También es, entonces, el Estado, el que mayor cuota de responsabilidad tiene en el éxito o fracaso de cada política económica. En la misma proporción en que podemos elegir, hacemos economía. Con la misma velocidad que se abra el sistema económico a la libertad ciudadana para elegir y decidir cómo administrar los recursos, caminaremos hacia el desarrollo económico. Con libertad para decidir seremos más responsables de la situación económica del país.
Cuba necesita de todos para progresar, pero la participación de todos debe llegar al nivel de las decisiones y no quedarse en el esfuerzo por cumplir lo que otros decidieron. Sobre todo porque podemos responder solo por aquello que pudimos decidir con entera libertad.
Karina Gálvez Chiú (Pinar del Río, 1968).
Licenciada en Economía.
Fue responsable del Grupo de Economistas del Centro Cívico.
Es miembro fundador del Consejo de Redacción de Convivencia.
Reside en Pinar del Río.