Un nuevo año ha comenzado. 2019 se presenta con nuevos desafíos para América Latina y el mundo. La constante crisis venezolana, edulcorada con discursos políticos que intentan ocultarla; el advenimiento de un nuevo presidente para el gigante sudamericano que rompe con los gobiernos de izquierda anteriores; y el Referendo Constitucional en Cuba el próximo 24 de febrero, son algunas pautas que debemos seguir para evaluar la salud del año.
Para quienes trabajan en la política, o quienes indirectamente realizamos el ejercicio de opinar, crear pensamiento y propuestas de futuro, y trabajar por el destino de nuestras familias, instituciones y país, nos viene como anillo al dedo el discurso que pronunciara Su Santidad Francisco en la LII Jornada Mundial de la Paz que se celebró el 1 de enero de 2019 y cuyo tema este año es: “La buena política está al servicio de la paz”.
Es sabido el dilema entre la política entendida como vocación y/o profesión, pero en ambos casos la paz debe ser el ingrediente esencial en tan sagrado ejercicio. El Papa nos presenta los principales desafíos de la política, cuando no es ejercida al servicio de la persona humana y se cae en la opresión, la exclusión y en el relativismo de poder que abusa de su posición y ejerce con injusticia las distintas etapas y esferas de la vida pública. Al referirse a los vicios no descarta los autoritarismos de todo tipo, la corrupción, el elitismo, el arbitrio en la toma de decisiones y la pérdida de la confianza en los líderes y las instituciones.
Como solución a muchos de estos males el mensaje del Obispo de Roma resalta la participación ciudadana como camino para lograr un ejercicio político verdadero, basado en la vocación y el talento de quienes deciden, por voluntad propia, y no por “asignaciones”, vivir para el servicio y el bien común. Nos dice el Papa Francisco que “Cada uno puede aportar su propia piedra para la construcción de la casa común” y que las bases sobre las que esta se funda son “el derecho y el diálogo leal entre los protagonistas”. Un diálogo leal que significa sentarse a la mesa en igualdad de condiciones, sin descalificaciones, ni ataques, ni creyendo de antemano que solo existe una opción, una salida y un solo camino para llegar a la meta. Los recientes acontecimientos que vive Cuba demuestran que el pueblo que parece dormido, está ya cansado de tanto bregar, oteando el horizonte y despertando porque se acerca el amanecer.
“La política al servicio de los derechos humanos y de la paz” se refiere a esa función intrínseca de los representantes y las instituciones que manejan la “cosa pública”. El clima propicio no debe incluir oprobios o calificativos con una gran carga negativa como los que abundan en estos días por las redes, como si pudiera ser definido el patriotismo por la magnitud de los ataques que se realizan al que piensa diferente.
Quizá uno de los fragmentos más ilustrativos de lo que es una buena política, que se incluyen en este Mensaje de la Paz para 2019, son las “Bienaventuranzas del político”, propuestas por el cardenal vietnamita François-Xavier Nguyễn Vãn Thuận, ejemplo de fidelidad, que no tiene que ser necesariamente continuidad a una figura o proceso, sino, y sobre todo, coherencia entre lo que se piensa, lo que se dice y lo que se hace, de acuerdo a las funciones para las que cada uno ha sido llamado a este mundo. Las ocho bienaventuranzas son:
- Bienaventurado el político que tiene una alta consideración y una profunda conciencia de su papel.
- Bienaventurado el político cuya persona refleja credibilidad.
- Bienaventurado el político que trabaja por el bien común y no por su propio interés.
- Bienaventurado el político que permanece fielmente coherente.
- Bienaventurado el político que realiza la unidad.
- Bienaventurado el político que está comprometido en llevar a cabo un cambio radical.
- Bienaventurado el político que sabe escuchar.
- Bienaventurado el político que no tiene miedo.
Queda una invitación a realizar un ejercicio de evaluación de nuestras gestiones de gobierno, basadas en estas ocho reglas de oro. Los cubanos debemos reflexionar sosegada y profundamente sobre el momento histórico que estamos viviendo, lo que nos espera en 2019 y depende de nosotros mismos. La interacción del ciudadano con el representante debe corresponderse con el cumplimiento de los deberes y el respeto de los derechos. A este respecto decía el Papa san Juan XXIII: “Cuando en un hombre surge la conciencia de los propios derechos, es necesario que aflore también la de las propias obligaciones; de forma que aquel que posee determinados derechos tiene asimismo, como expresión de su dignidad, la obligación de exigirlos, mientras los demás tienen el deber de reconocerlos y respetarlos”.
Que 2019 sea un año de paz, y que nuestros políticos vivan coherentemente su rol de servidores públicos. ¡No más división! ¡No más ataques! Que predomine un proyecto político que coloque a la persona en el corazón y el alma de la Nación.
Licenciado en Microbiología.
Máster en Bioética por la Universidad Católica de Valencia y el Centro de Bioética Juan Pablo II.
Miembro del Consejo de Redacción de la revista Convivencia.
Responsable de Ediciones Convivencia.
Reside en Pinar del Río.