El Centro Cívico, Vitral y el Proyecto Convivencia
El 29 de enero de 1993 se creaba el Centro de Formación Cívica y Religiosa (CFCR) de la Diócesis católica de Pinar del Río. Sus dos objetivos eran:
- La formación ética, cívica y en los valores del cristianismo para todos los ciudadanos que desearan recibirla sin distinción de credo, filosofía u opción política.
- La reconstrucción del tejido de la sociedad civil en Cuba.
El 3 de junio de 1994, se creó la revista sociocultural Vitral, órgano de expresión de dicho Centro porque creemos que la educación moral y cívica conlleva espacios independientes para expresar las ideas y contribuir al debate público. Eso fue Vitral.
El 15 de octubre de 2007, se creó el Proyecto Convivencia que se considera heredero y continuador de la obra de formación ética y cívica, desde la inspiración cristiana, aunque no confesional, del CFCR, extinguido ese mismo año. La revista sociocultural Convivencia continuó el servicio de ser un espacio plural para la libertad de expresión y el debate de ideas. Siempre con el mismo respeto a toda persona sin distinción. Siempre sin descalificar y dando prioridad a las propuestas constructivas. Estas obras continúan el legado del CFCR y de Vitral hasta hoy.
Veinte años después
Veinte años después de comenzar este servicio de educación ética y cívica, no sin muchas dificultades e incomprensiones, nos alegramos de que la más alta dirección del País haya reconocido en la pasada sesión de la Asamblea Nacional de Cuba que es cada vez más necesaria y urgente la formación, la interiorización de las normas cívicas, la transmisión y el cultivo de valores ético-morales en la sociedad cubana actual. Apreciamos también que haya recabado la participación de todos en esta tarea. El tiempo pone todo en su lugar.
El Proyecto Convivencia seguirá aportando su pequeña contribución en esta necesaria y urgente labor cívica y ética.
La prensa cubana nacional ya se ha hecho eco de esta necesidad de forma abierta, por ejemplo, en el Granma del martes 9 de julio de 2013. Al mismo tiempo en el semanario Guerrillero, de Pinar del Río, del viernes 12 de julio de 2013, se trata el problema desde dos aristas complementarias: En el artículo “Del lenguaje «apertrechado» y cubanos «belicosos» de la joven periodista Mayra García Cardentey, y en “No es tiempo de ceremonias” del experimentado Ramón Brizuela Roque. Ambos van a la raíz del problema. Solo nos ha saltado una frase que pudiera lesionar las creencias de algunos cubanos, dice: “Sí, es verdad que desaparecimos la asignatura de Moral y Cívica. Pero seamos honestos, ¿creen que los problemas de hoy se resolverían con unas clases, unos sermones o con los Diez Mandamientos?”
No solo con eso, respetado periodista, pero también con eso. Y no son medios formativos nada baladíes, son una contribución milenaria en el caso de los Diez Mandamientos de la Biblia que han servido de inspiración a millones de personas honestas y creyentes. Pero concordamos con Usted en que no basta, tal como lo reconoce en la continuación de su artículo: “Realmente es difícil de creer, hace falta algo más que discursos humanistas, lecciones de pudor o charlas educativas a nivel de barrio, la solución no son las campañas, la educación comienza en la cuna y solo acaba en la tumba.” Así es. Creemos que la solución es la educación y no la reprimenda o la represión, en el hogar, la casa, el trabajo o la sociedad.
Causas del problema
Ahora deseamos volver a recordar las causas de estas indisciplinas sociales, de esta corrupción del cuerpo y del espíritu y de este daño antropológico que son la base de toda descomposición moral y cívica.
En este sentido nos parece necesario ir, como siempre, a la raíz del problema, a sus causales profundos, para poder encontrar remedio adecuado al “desorden social” y al “daño antropológico” que ya habíamos anunciado y estudiado en la revista Vitral, en el Editorial No. 48 de marzo-abril de 2002, hace más de diez años, y en el Editorial No. 74 correspondiente a julio-agosto de 2006, respectivamente, hace exactamente 7 años. Convivencia desea publicar, en sus páginas, aquellos llamados de alerta que, desde mucho antes de la queja, hace 20 años, venimos tratando de sanar y cuya realidad ahora ha sido reconocida públicamente.
Algunas causas del analfabetismo ético y cívico y del consecuente daño antropológico deben ser tenidas en cuenta (cf. Editorial No. 31. de la revista Convivencia, correspondiente a los meses de enero-febrero de 2013):
- La desintegración de la familia y el cambio del ambiente educativo del hogar por las escuelas en el campo y al campo, las movilizaciones de niños, adolescentes y jóvenes, alejados de sus padres y abuelos por largos períodos de tiempo y trasladados a campamentos que tenían y tienen, pésimas condiciones materiales y morales.
- La proscripción de la religión y sus espacios de formación durante décadas, y hasta en la Constitución de la República de Cuba de 1976, donde se declaraba el ateísmo como opción del Estado.
- La descalificación de actitudes de decencia, del lenguaje adecuado y de personas muy educadas, como rezagos de la “burguesía capitalista” o de personas amaneradas.
- La abolición de los contenidos de moral y cívica, (no solo de la asignatura del mismo nombre) de todo el sistema nacional de educación, que en Cuba es único, ideologizado y “apertrechado” en lenguaje y posturas militarizadas o combativas como actitud a interiorizar y divulgar.
- El empobrecimiento y las sucesivas crisis económicas, habida cuenta de que la miseria material, aunque no siempre ni en todos los lugares, favorece ambientes de miseria moral, corrupción, robo, indisciplina marginal y barrioterismo acivil.
Propuestas de solución
Existen otras causas pero aquí radican sus fuentes. No debemos quedarnos en la queja inútil y, como siempre, proponemos algunas soluciones a este medular problema del deterioro moral y cívico en Cuba:
- La reconstrucción de la familia cubana y del ambiente del hogar. Hogar es más que casa, es más que dormir y comer juntos. El hogar es la primera y última escuela de educación en valores y virtudes.
- La reconstrucción de la persona humana para que piense con su cabeza, eduque su corazón y su inteligencia emocional, fortalezca su voluntad, alimente su espiritualidad, de modo que aprendamos a vivir en la verdad, la libertad y la responsabilidad.
- La reconstrucción del tejido de la sociedad civil, escuela y taller de socialización pacífica en la fraternidad, la justicia y la solidaridad, el civismo y la convivencia.
- La reforma profunda del sistema educacional, de la escuela cubana, de modo que sea libre, plural, cívica, profundamente ética y humanista; no partidista, no reproductora de una sola ideología excluyente. Una escuela pedagógica participativa, liberadora y virtuosa. Este sistema incluiría no solo la necesaria asignatura de Moral y Cívica no sectaria, sino que todo el proceso docente-educativo sea impregnado de los valores, virtudes y actitudes coherentes con lo que se enseña y con el cultivo del espíritu humano.
- El reconocimiento y la promoción de la libertad de conciencia, origen y meollo de toda promoción de los derechos humanos. Y sus consecuentes derechos a la libertad de expresión, asociación y acción pacífica incluyente.
- El reconocimiento y la promoción de la libertad religiosa, la verdadera y plena, respetuosa y plural, que no es solo libertad de culto, sino libertad para que los creyentes puedan pensar con libertad, actuar coherentemente con sus credos en diferentes opciones económicas, políticas y sociales. Es la libertad para que cada cubano pueda sanar, fecundar y fortalecer el Alma de la Nación. De modo que las Iglesias y otras confesiones religiosas, puedan dar libre y responsablemente su contribución a la educación humanista, al cultivo de los valores éticos y de las virtudes cívicas, no solo de la cintura para abajo sino, y también, de la cintura hasta la frente. Y contribuya a alcanzar el mismo derecho para agnósticos, ateos e indiferentes, como corresponde a un modelo de Estado de Derecho moderno, no confesional y pluralista.
- El reconocimiento de la libertad plena para el desarrollo de la iniciativa económica de cada cubano, de modo que todos podamos contribuir a la creación de riquezas y a la disminución de la pobreza material y espiritual.
Como se ve, no se trata de “tomar algunas medidas” disciplinarias, represivas. Ni siquiera de planes de educación formal. Se trata de una verdadera revolución espiritual. Es decir, darle primacía al espíritu sobre la materia, a la educación sobre la represión, a la ética sobre la técnica, a la cívica sobre la ideología, a la Nación sobre los partidos.
Este pudiera ser un programa de vida y cambios que se proponga en serio toda la Nación. Convivencia persevera, con su pequeño aporte, fiel a la espiritualidad y los fines éticos y cívicos de hace veinte años. Como el primer día.
Pinar del Río, 16 de julio de 2013