Hace 13 años nos quedamos sin Vitral, su equipo impulsor fue apartado de la noche a la mañana. Con su retirada parecía morir un proyecto indispensable que, en ese momento, seguía adelante con su cuerpo pero sin su alma. Y muchos lo entendimos como un clavo más en el ataúd del pensamiento libre, del que tan necesitado estaba y está cualquier sociedad. Habían pasado exactamente 13 años desde que, en 1994, en Pinar del Río naciera un proyecto revolucionario. Y durante esos 13 años, muchos acudíamos bimensualmente a sus páginas para mantener el pulso de la intrahistoria cubana, esa que trascurre al margen de debates ideológicos y anuncios propagandísticos. Había sido durante 13 años y en ese mes de abril nos sentimos huérfanos. Nada sería lo mismo.
O sí, si hay algo que forma parte del ADN cubano, y que ha llevado a su gente a adaptarse allí donde esté, es su capacidad de reinventarse contra viento y marea. Y así fue. De la noche a la mañana, tal y como se había ido Vitral, llegó Convivencia, dispuesta a no permitir que desapareciera ese lugar de encuentro entre personas e ideas, en una sociedad esencialmente dividida, un espacio de opinión pública independiente en los que se pudiera acudir a respirar pluralismo.
El reto no era fácil, sustituir una publicación mítica (con todo lo que los mitos arrastran), ser capaz de mantener ese rayo de esperanza, de ilusión constructiva, no ingenua, en una sociedad entregada, desmotivada, desanimada. Además lo hacía volando solo, sin la protección institucional de la iglesia católica, pero sin abandonar los principios del humanismo cristiano que hacían de Vitral una publicación identificable, más allá de sus originales y cambiantes portadas.
Convivencia aspiraba a seguir siendo el reducto de la verdad de una sociedad esquizofrénica, una voz de alarma permanente, una ventana abierta para contemplar la historia desde la primera fila, un espacio de reconciliación en el que cabían todos, una reivindicación constante de cambio, una llamada al compromiso. Aspiraba a seguir informando de lo viejo que se había vuelto el “hombre nuevo”, a enfrentar el adoctrinamiento con cultura, a seguir reclamando la patria para los cubanos. Sus medios son muy parecidos paquetes de folios reciclados, fotocopiadoras, ideas y una voluntad a prueba de bombas, capaz de esperar contra toda esperanza.
Convivencia sigue siendo “tan abierta y serena como las marinas de Tiburcio Lorenzo, tan cubana como los medio punto de Amelia, tan participada como un danzón de los Rubalcaba, tan audaces y sugerentes como los balcones de Oliva…, tan pinareña como el Valle de Viñales”.
Su receta, muy similar a la de su predecesora: temas apasionantes, análisis reposado, profundo, sentido común, aplastante, una llamada permanente al diálogo y la moderación, un no casarse con nadie aunque suponga sufrir los ataques de todos, la reivindicación de la persona como centro y de la verdad como idioma universal y un punto de audacia, que para muchos alguna vez roza lo temerario.
Hoy esa Vitral renacida, que es la revista Convivencia, cumple otra vez 13 años. Vitral-Convivencia, Convivencia-Vitral celebra sus bodas de plata, con un año de retraso, con la calma que caracteriza a lo cubano. Y juntas dejan al mundo 26 años, un tratado práctico sobre el protagonismo de los ciudadanos, de la sociedad civil; del poder silente del ser coherente; del trabajo como tarea estimulante; de la responsabilidad; de la eficacia de las buenas obras, por pequeñas que parezcan, y de su contribución a la reconstrucción y el fortalecimiento de la sociedad cubana, el único camino que garantiza un futuro en democracia.
Para lograrlo está en las mejores manos, las del Centro de Estudios Convivencia. Sus programas de investigación y formación, su visión integral, sus proyectos temáticos en el mundo de la música, el mundo rural o el mundo del turismo, su ingente labor de estudio y divulgación y, sobre todo, su carácter propositivo, mirando siempre hacia delante, nos permite a todos mantener viva la esperanza, que es lo que más temen los que viven de sembrar el miedo y la fatiga. Los enemigos de la libertad.
- Rafa Rubio.
- Doctor en Derecho Constitucional (Premio extraordinario), Profesor Titular y Director del Grupo de Investigación sobre participación y nuevas tecnologías (i+dem) en la Universidad Complutense de Madrid.
- Imparte o ha impartido clases de posgrado en más de 30 universidades de todo el mundo, entre otras: Georgetown (USA), Universidad de Buenos Aires (Argentina), Tecnológico de Monterrey (México), Universidad Panamericana (México), Universidad San Marcos (Perú), Universidad de Oriente (Cuba), el Instituto Nacional de Administraciones Públicas (INAP), la Universidad de Navarra, la Escuela Diplomática Española, la Universidad Pontifica de Comillas y la Fundación Ortega y Gasset.