La expansión del trabajo por cuenta propia anunciada esta semana, es una reforma esperada, exigida, sumamente necesaria, y en buena dirección. Sus alcances aún están por verse, y dependerán -como siempre- de la implementación, del diseño de marco institucional mediante el que se genere esta expansión del sector privado cubano. Pero como es lógico, existen expectativas y esperanzas, especialmente por las condiciones asfixiantes y agobiantes en las que se desenvuelve el trabajo por cuenta propia en Cuba y la mayoría de los ciudadanos, muchos son los que apuestan y esperan soluciones de la mano de esta reforma.
Como ya he mencionado, habrá que esperar para poder evaluarla, no obstante desde ya mencionaría algunos comentarios preliminares y elementos que considero deberían ser tomados en cuenta de cara a este proceso:
- Es positivo pero no es suficiente, hacen falta otras reformas, no se construye una economía fuerte, próspera, que genere riquezas suficientes, que elimine las desigualdades y que sea sustentable, con empresas estatales ineficientes y un sector privado limitado a actividades básicas como hasta ahora ha sucedido. Es necesario seguir descentralizando la gestión estatal, y potenciando al sector privado a través del establecimiento de empresas privadas legales. Una simple ampliación de trabajos por cuenta propia, que es a lo que parece estar limitada la expansión anunciada, aunque podría tener efectos positivos, no es la solución que demanda la economía. Hacen falta empresas competitivas, productivas, eficientes, pequeñas, medianas y también grandes, estatales y también privadas.
- Es positivo en principio pero podría no representar mucho en dependencia de las reglas del juego, como ya hemos visto en otras ocasiones, a menudo los cambios en Cuba se quedan en “transformaciones cosméticas”, no van a la esencia de los problemas, se quedan en la superficie, o bien se implementan lastrados por un marco institucional que anula los potenciales efectos positivos de las reformas. Nada hacemos con más categorías de TCP, ni siquiera con una legislación que legalice las MPYMES, si esos cambios no vienen acompañados de determinadas libertades para producir, comerciar, invertir, y otras actividades que demanda un entorno empresarial atractivo, dinámico, y seguro. Sin una reforma integral que garantice ese entorno, no habrá verdadero crecimiento ni avances significativos.
- El balance en el mediano y largo plazo, respecto a esta medida, será positivo, solo si se asume como una política de largo plazo, como un paso sin retorno, como un pilar fundamental para el desarrollo del país, y si en fin, nos desligamos de prácticas coercitivas y centralizadoras de acuerdo a la ideología, que anteriormente han lastrado el progreso del sector privado y otras reformas. Es tiempo de dejar atrás los vaivenes, y las épocas de abrir para después cerrar, son las vidas de personas, el bienestar de los cubanos, los que están en juego, y eso exige seriedad y respeto en la implementación de cualquier reforma.
Ojalá y esta vez se esté asumiendo la apertura al sector privado con la seriedad y responsabilidad que implica la crisis que se vive en el país, y con la confianza y certeza que arroja la ciencia en relación con el potencial de esta reforma para potenciar el desarrollo socioeconómico del país. Ojalá las autoridades cubanas dejen a un lado prejuicios ideológicos y vicios burocráticos, para dar paso a la creación de una institucionalidad que garantice y promueva el desarrollo del sector privado como sector pilar para el desarrollo. Ojalá los cubanos sepamos exigir cuando sea necesario para que de una vez podamos contar con unas estructuras económicas que permitan el despliegue del talento y la creatividad de este pueblo.
- Jorge Ignacio Guillén Martínez (Candelaria, 1993).
- Laico católico.
- Licenciado en Economía. Máster en Ciencias Sociales por la Universidad Francisco de Vitoria, Madrid, España.
- Miembro del Consejo de Redacción de la revista Convivencia.