En las próximas semanas los cubanos tenemos el reto de decidir, participar, dar nuestro Sí o nuestro No en el referéndum constitucional que se celebrará el 24 de febrero de 2019. Para muchos cubanos, es la primera vez que en muchos años tenemos la oportunidad de elegir entre una opción y la otra, con nuestro Sí ratificamos la constitución, con nuestro No nos oponemos a que se apruebe. Mas allá de si los resultados serán tenidos en cuenta o no (lo que escapa de nuestro dominio), existen algunas realidades que han llamado mi atención en este proceso y momento histórico que vive Cuba.
Esta votación es distinta a las demás
En primer lugar, no es lo mismo las elecciones que normalmente se desarrollan en Cuba que este referéndum en el que estamos invitados a votar con nuestro Sí o nuestro No a la propuesta de nueva constitución. En el proceso electoral cubano, donde se elige a los diputados a las asambleas municipales y provinciales del Poder Popular, los cubanos nunca hemos tenido en los últimos 60 años la posibilidad de elegir entre más de una opción, es sólo un partido, sólo una ideología, sólo un programa político. Sin embargo, en el referéndum la pregunta es muy concreta, dirigida a saber si estamos de acuerdo o no con el texto en discusión y las respuestas por primera vez no significan lo mismo.
Un Sí significa apoyar el texto constitucional y dar carta blanca al gobierno cubano para seguir imponiendo una ideología, un partido, un sistema económico ineficiente y opresor, abrir las puertas del país a la violencia, entre muchas otras cosas que han sido ampliamente debatidas y criticadas por los cubanos de dentro y de fuera de la isla. Decir No en el referéndum significa negarse a todo lo anterior, decir estamos cansados, queremos algo nuevo, queremos una propuesta de constitución más humana, más coherente con los tiempos que estamos viviendo, más inclusiva, más respetuosa de la dignidad de la persona humana. Definitivamente, a diferencia de cuando se vota por dos delegados de un mismo partido y con unas mismas ideas, en este caso, la votación implica dos respuestas totalmente distintas ante una misma pregunta.
La gente está consciente de que el sistema no funciona
Lo único que se necesita para darse cuenta del nivel de concientización de la sociedad cubana sobre la ineficiencia del modelo económico, político y social existente en Cuba es salir a la calle. A veces me sorprendo de cuán común y fuertes son las críticas de las personas sobre la situación de crisis que se vive, todos se quejan del transporte, todos saben que no alcanza la comida, todos saben que los mercados estas desabastecidos y se lamentan a diario por estas situaciones.
Al mismo tiempo, es común encontrar una especie de conformismo, de cansancio, de desánimo, indiferencia y desidia, frente a una realidad que sabemos insoportable, que sabemos debe cambiar y que cada día se critica con mayor profundidad. El reto es claro, la ley suprema de la nación está en discusión. Y con ella lo que está en discusión es la ratificación del modelo ineficiente y de los mecanismos de gestión económica, política y social que han hecho “desaparecer” a los taxistas privados de las calles habaneras, que han hecho escasear el pan y otros productos básicos en todo el país, o que intentan atar la libertar de los artistas independientes con un decreto obsoleto, entre otras situaciones límites que todos conocemos. Decir No a la nueva constitución es decir No al sistema imperante, al sistema causante de los problemas que sufrimos, al sistema incapaz -en 60 años- de generar prosperidad y verdadero desarrollo humano integral.
Gane el Sí o gane el No, a la larga Cuba habrá ganado
Mas allá de los resultados del referéndum, los efectos del debate que se ha vivido en los últimos meses sobre el texto constitucional, han dejado un saldo positivo en la realidad cubana. No son pocos los cubanos que se han involucrado, que han aportado sus ideas ya sea formalmente mediante instituciones oficiales u organizaciones de la sociedad civil, o informalmente a nivel de “calle”, debate popular.
Me ha sorprendido, ver los debates generados en redes sociales, donde incluso personas que se dicen afines al gobierno, critican aspectos como las restricciones al sector privado, por ejemplo, las limitaciones a la concentración de la riqueza y la propiedad establecida por el texto constitucional en debate, o cuestionan que se mantenga la planificación central y la empresa estatal socialista como pilares de la economía cuando han demostrado no funcionar. En resumen, el debate constitucional ha puesto sobre la mesa temas de discusión que tocan aspectos estructurales de la vida económica, política y social de la Cuba actual, y el hecho de que se ha podido debatir, criticar, y de que ahora podremos decir Sí o No en el referéndum de febrero, representa por sí una victoria y un paso positivo que si bien puede no tener efectos inmediatos en nuestra realidad cotidiana, no deja de ser un paso importante en el proceso de transición que vive nuestro país.
Jorge Ignacio Guillén Martínez (Candelaria, 1993).
Laico católico.
Licenciado en Economía.