ORDENAMIENTO MONETARIO EN CUBA: ¿UNA CUESTIÓN POLÍTICA O ECONÓMICA?

Miércoles de Jorge

Por estos días el tema de la esperada unificación y el reordenamiento monetario en sentido general es ampliamente debatido por académicos, por funcionarios del gobierno y también por la gente en la calle. Al respecto, un tema que preocupa profundamente es la manera en que se afronta una reforma como esta, sin dudas un tema de suma importancia y delicado por los retos que plantea previos y posteriores al momento de la unificación monetaria y del ajuste de los tipos de cambio. No queda clara la disposición del gobierno a asumir de forma coherente a la ciencia económica y la realidad los retos que plantea dicho proceso, sino que parece predominar un enfoque excesivamente político, en el que los mandatos de la economía se someterán a las consideraciones ideológicas. Prueba de ello es la incapacidad mostrada por el gobierno para escuchar y seguir las repetidas y profundamente estudiadas propuestas generadas por destacados académicos y economistas cubanos de cara a distintas reformas y medidas económicas que han estado en debate en los últimos años.

Si bien la política y la economía se complementan mutuamente y representan dos realidades fundamentales para cualquier país, la influencia de una sobre la otra puede ser determinante en momentos críticos como el que vive Cuba. No es posible que una economía se desarrolle, genere crecimiento y niveles de productividad, cuando el marco institucional (determinado por la política y por la ideología predominante) está diseñado para frenar, controlar y trabar los procesos económicos. Las reglas económicas pueden no dar los resultados esperados en dependencia de la configuración política de las sociedades.

En este sentido, el reconocimiento que debe realizar el sistema político de los derechos y libertades económicas fundamentales, determina de manera positiva el desarrollo económico, y por el contrario, este se entorpece cuando se niegan determinadas facilidades para el desenvolvimiento de los agentes económicos y de los mercados en sentido general. La ampliación de las libertades y las capacidades de los ciudadanos es la principal fuente de desarrollo, tal y como plantea la tesis con la que el destacado economista Amartya Sen ganara el premio Nobel en el año 1998. Propiedad privada, libre iniciativa, libertades comerciales, autonomía empresarial, libertades para invertir y recibir inversiones, contratos, entre otras libertades económicas son factores determinantes en cualquier proceso de desarrollo. Históricamente los países que han crecido económicamente de manera significativa han tenido que garantizar cada uno de estos derechos desde el sistema político, incluso el caso de China, y los que se han negado a estas realidades -inherentes a la persona humana- han fracasado.

De este modo afrontar la reorganización monetaria con éxito implica generar -desde el sistema político- una apertura económica que permita que los impactos de la reforma monetaria redunden en potenciar el desarrollo de la economía. La reforma monetaria en un principio permitirá mayor certeza sobre el estado actual de la economía, la rentabilidad de las empresas, probablemente generará mayores niveles de inflación y demandará una respuesta productiva que permita reducir importaciones y exportar de manera eficiente y sostenida. Pero el éxito o no de esta, estará determinado de manera sensible por el hecho de que se afronte, o no, de acuerdo con los criterios que plantea la ciencia económica y no de acuerdo con los criterios que impone la ideología política imperante en la realidad cubana.

De predominar el excesivo control sobre el sector privado y cooperativo, la escaza descentralización y autonomía empresarial en el sector estatal, los excesos burocráticos, los controles excesivos para aprobar inversiones, las limitaciones al comercio, la penalización a la generación de riqueza, la falta de derechos de propiedad, y la negación de las relaciones de mercado, difícilmente la reforma monetaria impactará de manera positiva la economía. Dejar a un lado los criterios políticos y afrontar con seriedad y responsabilidad una reforma profunda y sistemática de la economía cubana es la única garantía para generar crecimiento y desarrollo en el momento actual. La reforma monetaria y todas las demás transformaciones necesarias en la actualidad pasan por un reordenamiento de las instituciones políticas y económicas del país y por el establecimiento de una relación complementaria y limitada entre ambas realidades, de manera que la política no frene el desarrollo económico y que la economía o el mercado no controlen la política.

 

 


Jorge Ignacio Guillén Martínez (Candelaria, 1993).
Laico católico.
Licenciado en Economía.

 

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