“No nos entendemos…”

 Foto de Maikel Iglesias Rodríguez.

Esta frase negativa traída del siglo XIX, de un ambiente de guerra cruenta e intentos de diálogo, es utilizada hoy como si la falta de entendimiento, la confrontación y la guapería, fueran valores con los que alardear. Desgraciadamente, la falta de voluntad para el “toma y daca”, para la deseada negociación flexible y razonable no es lo único que no se entiende.

El pueblo cubano no entiende qué ha pasado después de escuchar muchas veces aquella frase “no vamos a decirte te vamos a dar, sino aquí tienes” y aún seguimos esperando lo que “teníamos que tener”, como dijo Guillén, y 60 años después aún no tenemos. Quiero recordar algunas cosas que escucho a la gente que ha vivido todos estos años. Es la voz del pueblo:

De coyuntura en coyuntura, han pasado tantos años de penuria y escasez que es lo que no entendemos: ¿por qué con tanto tiempo no hemos cambiado lo que debe ser cambiado para que no se repita el “no entendemos”? ¿Por qué la “cosa” sigue igual y ahora peor?

Algunos recuerdan cuando en Cuba antes de 1959 habían 161 centrales azucareros, Cuba exportaba tanta azúcar que le llamaban “la azucarera del mundo” y la libra de azúcar solo valía tres centavos. No entendemos por qué ahora solo quedan 54 centrales, no alcanza el azúcar que producimos y vale 6 pesos la libra.

Otros amigos recuerdan por lo menos tres productos que costaban 1 centavo la libra, todo con la única moneda que valía: el peso cubano que fue casi equivalente al dólar americano, e incluso en algunos momentos fue superior. Esos productos eran el boniato, la sal y el cemento, porque un saco de 100 libras de este material de construcción que hoy está perdido, valía un peso y se podía comprar al menudeo y sin cola. No entendemos ¿por qué ahora no hay boniato, en una Isla no hay sal y se perdió el cemento, aunque sea a precios astronómicos?

La lista sería interminable, cada persona tendría algo que no entiende de esta situación coyuntural que se repite de coyuntura en coyuntura, y las piedras con las que hemos tropezado no nos enseñan a cambiar y a entender, a entendernos.

Otras personas piensan en los tiempos en que, desgraciadamente, hubo tiranos en Cuba, y todos los años en que hubo multipartidismo y economía libre y floreciente, y tener negocios no era “malo”, ni el Estado controlaba todo, aún en las peores dictaduras. No entendemos qué fue lo que pasó, por qué antes había pobres, clase media y ricos y ahora solo hay pobres y “macetas”.

Hay otra situación que algunos cubanos no logran entender: antes de 1959 con todas las cosas malas que pudiera tener aquel sistema, como todos los sistemas, nadie huía de Cuba, aún cuando no había “regulados” y todo el que podía sacar un pasaje podía viajar libremente dentro y fuera de su país. Al contrario, venían a Cuba de diferentes nacionalidades: chinos, polacos, rusos, libaneses, italianos, españoles y muchos se asentaron y progresaron en Cuba, encontraron aquí el futuro que no podían encontrar en sus países, exactamente como ahora le ocurre a casi dos millones de cubanos que han tenido que escapar buscando un proyecto de vida digno y el futuro para sus hijos.

Y mientras seguimos “esperando”, vivimos trabados en la coyuntura. Resistiendo, escapando hasta que la coyuntura se mueva, se cure del reuma, se ejercite con libertad. Ya no tenemos a la extinta URSS, ni existe más el llamado “campo socialista”, ni el CAME, que nos regalaban, sostenían y protegían. El nuevo padrino ya no puede más. No aparecen nuevos patrocinadores por ningún rincón del mundo. La economía de mercado ha puesto sus leyes y sus cuentas “por pagar y por cobrar”. Y no hay con qué pagar. Muchas palabras pero poca miga, como decían antes. Y no entendemos por qué la continuidad de miga en migaja, del hueso a la coyuntura.

Esto son algunos comentarios que se oyen por las esquinas, la gente hace más preguntas que las respuestas que recibe. Hay más incertidumbre que entendimiento. La frase que más se escucha para comenzar cualquier queja es. “Yo no entiendo por qué…” y aquí vienen un chaparrón de situaciones que no se entienden.

Cansado de escuchar preguntas sin respuestas, promesas incumplidas y el famoso “no nos entendemos” o “yo no entiendo” daré mi propia opinión:

¿No será que la gente, que nosotros, no entendemos muchas cosas precisamente porque no nos entendemos?

No entenderse no resuelve nada. Tranca el dominó. Cierra las puertas de salida. Inflama las coyunturas. Repetir que “no nos entendemos” no es motivo de orgullo, es cerrazón de mente y actitud que tema al cambio, a la innovación, al perder una parte para que todos ganemos.

El diálogo, el entendimiento, la negociación sin dilaciones ni engaños, está hoy más latente que nunca. Es más necesario que nunca. Pero, tengo otra opinión, debe ser con todos, incluso con los considerados “enemigos”, pero primero que todo, debemos entendernos, dialogar, entre nosotros los cubanos que estamos aquí, tan cerca y tan lejos, que necesitamos de todo pero que lo más que necesitamos es entendernos entre nosotros, incluirnos a todos, cambiar entre todos y reconstruir entre todos.

Así sí nos entendemos.

 


  • Luis Cáceres Piñero (Pinar del Río, 1937).
  • Pintor.
  • Reside en Pinar del Río.
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