MIREN A LA CÁMARA Y… ¡NO SE MUEVAN! LA FOTOGRAFÍA EN CUBA EN EL SIGLO XIX

Anuncio del afamado fotógrafo C.D. Fredricks y Dariescon estudios en París y en La Habana.
Anuncio del afamado fotógrafo C.D. Fredricks y Daries con estudios en París y en La Habana.

Pocos años antes de que Gustave Flaubert escribiera su novela Madame Bovary (1857), se había inventado en Francia el daguerrotipo que era el nuevo método por el cual se hacían retratos. En la novela citada, el doctor Charles Bovary quería complacer a su esposa y lo primero que se le ocurrió fue llevarla a la capital para que se hiciera un retrato luciendo un hermoso vestido negro. Esto nos muestra lo novedoso de la fotografía en aquellos años. Se percibía la mortalidad por el alto índice de muertes particularmente entre los niños, y las personas querían dejar recuerdos de su imagen para la posteridad. Los primeros retratos que se realizaron constituyeron una experiencia misteriosa y sugerente. Cada imagen era un relato personal del que posaba, muy diferente de lo que mostraba la pintura ya que las personas retratadas existían realmente. Pero antes de llegar al 1850, el proceso de crear imágenes tendría que hacer un largo recorrido.

El estudioso árabe Alhazén ya había incursionado en la fijación de imágenes. Luego, entre 384 y 322 a. C., el filósofo griego Aristóteles afirmaba que, si se hacía un pequeño orificio en la pared de una habitación oscura, un rayo luminoso dejaría pasar una imagen invertida que se proyectaría en el exterior de la pared. Los pintores italianos Giovanni Battista della Porta y Gerolamo Cardano, experimentaron con la luz y la imagen, y en 1500 Leonardo da Vinci, conocido por sus muchos inventos, describió la cámara oscura: “Cuando las imágenes de los objetos iluminados penetran a través de un hueco en un recinto muy oscuro y se reciben en el interior de la habitación sobre un papel blanco situado a alguna distancia del orificio, se podrá ver en el papel todos los objetos con sus propias formas y colores; aparecerán más pequeños, se presentarán en posición inversa y esto ocurrirá en virtud de la intersección de los rayos de luz”. Da Vinci hizo muchos inventos más, y realizó innumerables estudios sobre la óptica.

Siguieron los experimentos con los ingleses Tomás Wedgwood y Humphry Davy quienes lograron en 1803 la producción de imágenes fotográficas en hojas de papel blanco mojado en nitrato de plata, en cuero y en vidrio. En 1827 el inventor francés Joseph Nicéphore Niépce, (1765–1833) pudo realizar heliografías1 que fue un método de fijar imágenes de la realidad utilizando la luz del sol sobre una placa cubierta de betún de Judea2 que dio luego origen a las fotografías. Dos años más tarde Niépce tomó la primera foto de la historia cuya exposición demoró unas ocho horas para lograrla. El invento fue perfeccionado por el pintor Louis Jacques Mandé Daguerre (Francia, 1787-1851), y se conoció como daguerrotipia3. Consistía el procedimiento en fijar en una plancha de plata la imagen obtenida por una cámara oscura. El escritor Gustave Flaubert, del que ya hemos hablado, declaró que el daguerrotipo era “el más notable invento del siglo”, y el presbítero cubano, Félix Varela y Morales (1787-1853)4, filósofo, maestro y precursor de las ideas de la nacionalidad cubana, también publicaría en 1841 en su obra Lecciones de Filosofía, su artículo «Daguerrotipo». Quiere todo esto decir, que lo que luego se llamaría fotografía, comenzaba a ser un invento muy popular.

A estos pioneros se les sumaron otros que continuaron con la técnica como el francés Hipólito Bayard, los ingleses Henry Fox Talbot, y Frederick William Herschel. Este último descubrió la sal para fijar los negativos y positivos. André Adolphe Eugène Disdéri, fotógrafo francés, se dedicó al paisaje, al desnudo y al reportaje. Fue uno de los grandes representantes del retrato fotográfico popular. Trabajó con su esposa, Elizabeth Francort Disdéri, quien luego de enviudar manejó sola el estudio de su esposo en Brest, Francia, y más tarde en París hasta su muerte en 1878. Fueron también pioneros Frederick Scott Archer y el médico inglés Richard Leah Maddox.

Las mujeres fotógrafas

En cuanto a mujeres, en 1839 la inglesa Elizabeth Fulharne es la primera mujer fotógrafa a la que le sigue Friedericke Wilhelmine von Wunsch, pintora alemana que residía en París. Luego sigue Ann Cooke, madre de nueve hijos quien al fallecer su esposo compró la licencia de fotógrafo y abrió su propio estudio fotográfico en Hill, Inglaterra en 1843. También están Emma Llewelyn, Mar Dillwyn y Charlotte Trahanes. Otras fotógrafas importantes fueron Jane Nina Wagley, artista londinense, así como Bertha Beckman quien aprendió el proceso de daguerrotipista con un técnico de Praga que trabajaba en Leipzig con su esposo. Se ha encontrado el trabajo de más de cien mujeres fotógrafas de Estados Unidos y Canadá que hacían retratos ya en 1840. No podemos dejar de mencionar la obra de la fotógrafa Julia Margaret Cameron nacida en Calcuta (1815-1879), aunque de nacionalidad inglesa, de la que todavía se habla hoy por la calidad, la belleza y la sensibilidad de sus fotos, y por el uso de la mitología, los temas cristianos y la literatura como motivos principales en el contenido de su obra. Entre sus fotos más importantes están las fotografías que le hizo a Charles Darwin, Thomas Carlyle, Víctor Hugo y otras figuras relevantes de su época.

En los Estados Unidos

F.B. Morse, pintor e inventor norteamericano, fue uno de los primeros en emplear el proceso del daguerrotipo en los Estados Unidos, realizando imágenes de Nueva York en el otoño de 1839, y en Filadelfia Robert Cornelius estableció su estudio en 1840. En 1852 se empieza a anunciar el daguerrotipo en la prensa de Estados Unidos, y los precios eran de $33.00 por un daguerrotipo grande, $8.00 por uno de ¼ de tamaño, y $2.50 por tres pequeños. La fotografía era entonces un antojo caro, pero pronto la competencia haría que los precios fueran bajando y se llegaron a ofrecer hasta a 0.50 centavos y 0.25 centavos cada foto. De todos modos, era un deleite caro ya que el sueldo de un trabajador de entonces era de entre $0.11 a $0.15 centavos la hora.

Las personas que posaban para un fotógrafo en el siglo XIX eran colocadas delante de un telón de fondo que podía tener diferentes temas dibujados o pintados en la tela para dar la impresión de profundidad, y para simular que la persona se hallaba en algún lugar del exterior, o en un lujoso salón con espejos y muebles, o sillas de la época, dibujos imitando naturaleza, árboles, flores, búcaros, etc. Los pintores y dibujantes a cargo de estos telones los realizaban con relativa rapidez, no eran muy costosos, y los buenos fotógrafos poseían una buena selección de ellos para emplear en sus clientes según requiriese la ocasión. Las sesiones fotográficas podían durar horas ya que, si el sujeto se movía la imagen salía desenfocada, y debían comenzar de nuevo. Por eso es por lo que a veces encontramos rostros asustados, con los ojos muy abiertos, sorprendidos, cuya imagen había quedado congelada, por decirlo de algún modo, en el momento en que llegaba a su fin el tiempo requerido para fijar la imagen. Pero lo agotador del tiempo de aquellas sesiones fotográficas iría mejorando hasta poderse obtener la imagen de forma instantánea, como es en nuestros días.

Usted apriete el botón, nosotros hacemos el resto

Eastman Kodak Company, compañía fundada el año 1892 en los Estados Unidos, se dedicó al diseño, producción y comercialización de equipos fotográficos. Tiene su antecedente en la Eastman Dry Plate Company y General Aristo Company, fundadas por George Eastman en 1888 y el empresario Henry Strong en Rochester y Jamestown, dos ciudades neoyorquinas. Su gran éxito comercial fue la introducción en el mercado del carrete de papel en el 1888, lo que provocó la sustitución de las placas de cristal empleadas hasta el momento. También ese mismo año fue el lanzamiento de la cámara Kodak Vista 100 que utilizaba carretes de 100 fotos circulares y para cuya campaña de promoción se acuñó la frase “Usted apriete el botón, nosotros hacemos el resto”. Posteriormente se hizo popular el carrete de celuloide, que posiblemente muchos de los que hoy leen este artículo, lo conocieron.

La fotografía llega a Cuba

En la primera plana del Diario de La Habana del 19 de marzo de 1839 salió publicada la noticia: «Daguerre ha realizado la primera fotografía de la historia. Daguerre ha encontrado el medio de fijar imágenes que vienen a pintarse en el fondo de la cámara oscura». También el descubrimiento se reportó en El Noticioso y Lucero de La Habana del 5 de abril de 1840, y cómo ese invento había llegado desde París a Cuba por medio de Pedro Téllez Girón, hijo del que por entonces era capitán general de la Isla quien había comprado una cámara en París y la había llevado para la isla. La primera fotografía que se hizo en Cuba fue tomada desde un balcón de la Plaza de Armas, mirando hacia los jardines. Hasta el momento esta fotografía se ha perdido o no ha sido encontrada.

Por entonces en Cuba se vivían años de bienestar propicios para que la fotografía triunfara. La Habana se embellecía con nuevos edificios, mercados y teatros como el Albisu (1870) el Payret (1877) y el Irioja (1884). Se rediseñaban paseos, así como hermosos monumentos. Además de este auge económico, las familias mejoraban el diario vivir con el alumbrado de gas instalado en 1846; el teléfono eléctrico denominado «telégrafo parlante» inventado en 1854 por Antonio Meucci. También habían comenzado a funcionar el ferrocarril en 1837 y la luz eléctrica en 1877.

Cuba, el segundo país del mundo en inaugurar un estudio

El norteamericano George Washington Halsey quien había ejercido como profesor de caligrafía y dibujo en La Habana por tres años, se marchó a Estados Unidos donde comprobó en Nueva York los adelantos fotográficos, aprendió la técnica, y compró una cámara. Luego regresó a Cuba y el 3 de enero de 1841 inauguró en la calle Obispo el primer estudio fotográfico donde hacía retratos en miniatura al daguerrotipo. Gracias a Halsey, Cuba se convirtió en el segundo país del mundo y el primero en Hispanoamérica en inaugurar un estudio comercial de retratos. Halsey permaneció seis meses más en Cuba retratando a la alta sociedad de la capital y también en Matanzas y en Trinidad.

La calle de los fotógrafos

Poco a poco comenzaron a llegar fotógrafos a Cuba y muy pronto la calle O’Reilly en La Habana, concentró a un gran número de ellos por lo que mereció el sobrenombre de «la calle de los fotógrafos». Entre los que tenían sus galerías fotográficas en esta calle estaban Narciso y Esteban Mestre en cuyo estudio se retrató el niño José Martí y Pérez de colegial. También estaban Antonio Rezzonico, Francisco Serrano, pionero cubano en la técnica. Muy importante fue Samuel Cohner, fotógrafo norteamericano de ascendencia austriaca y ex dueño de una galería en Washington, quien viajó a Francia y adquirió cámaras, álbumes y otras novedades y partió para La Habana donde se relacionó con el pintor alemán Oscar Held. Juntos abrieron una lujosa galería de carte de visite (tarjetas de presentación) con un asombroso éxito. Pocos años más tarde las galerías de fotografía ya se habían expandido por otras regiones de la isla, prueba de ello es que tan pronto como en 1857, en el periódico El Eco de Manzanillo se anunciaba un estudio en aquella ciudad del oriente cubano.

Las primeras mujeres fotógrafas de Cuba

Aunque no les resultó fácil a las mujeres desempeñarse en la fotografía, ya que esta era una ocupación copada por los hombres, las damas que tenían la habilidad para este arte estuvieron activas en la fotografía desde sus comienzos en 1839. En 1859, en el Anuario y Directorio de La Habana, aparece una lista de los fotógrafos donde encontramos a la primera mujer fotógrafa: Encarnación Iróstegui. Era ella la esposa del daguerrotipista gallego Pedro Arias quien también era pintor, y que enseñó estas artes a su esposa y más tarde a su hijo Vicente.

Animados por algunos amigos gallegos que habían hecho fortuna en Cuba, la familia Arias decidió trasladarse a La Habana a principios de 1851. Allí adquieren una galería en O’Reilly 60, y empiezan a hacer fotografía sobre papel logrando un gran éxito. Encarnación se distinguió por el buen gusto en colocar a los fotografiados y más adelante, cuando muere su esposo, continuó a cargo del estudio fotográfico junto a su hijo.

Otra mujer fotógrafa fue la matancera Isolina Amézaga, quien se hizo famosa en la década de 1880 por sus fotografías de paisajes matanceros. En 1896 la retratista Clara García estableció un estudio en la calle Compostela no. 60, y fue de las primeras en equipar su salón con lámparas eléctricas. Ida Concha tiene un estudio en O´Reilly número 72, y en 1900 aparece la Viuda de Suárez, con un estudio en la calle O´Reilly número 64 esquina a Compostela. En Sagua la Grande estaba la viuda de Rom en la calle Colón número 109. Ya al finalizar el siglo XIX aparecían7 mujeres fotógrafas en el Censo del 1899, seis de ellas cubanas y una norteamericana.

Al concluir la Guerra de Independencia funcionaban con gran éxito muchos estudios, entre ellos los de: Payne, Téstar, Cohner, Winters & Fredricks, Molina, Lacroix, Maceo, Otero y Colominas, Contreras, Sáenz, J.A. Suárez, Gregorio Casañas, Mestre, Elías Ibáñez, Ramón Carreras, Juan Pérez Argení, Luis V. López, Trelles, Gómez de la Carrera, Lunar y Herrera y otros. En Santiago de Cuba se distinguió Desquirón; Fernando y Arguelles en San Juan y Martínez, Pinar del Río. En Camagüey, Delmonte; del Valle en Matanzas; y F. Álvarez en Sagua la Grande, aunque hubo muchos más.

La vida en Cuba en las últimas décadas del XIX

Por estos años algunos fotógrafos habían optado por viajar en carromato o volanta para retratar rincones de la ciudad o simples paisajes rurales. Comenzaron también a captar sucesos en la comunidad como incendios, misas de campaña, fiestas, celebraciones religiosas, iniciando así una nueva especialidad: la fotografía informativa. Las noticias ilustradas con fotografías sobre la Guerra de los Diez Años en 1868 fueron las primeras, si bien no ha quedado un gran número de ellas por las dificultades que tenían los fotógrafos en trasladarse y mudar en carretas al campo de batalla todo el equipo fotográfico, y preparar luego las placas para revelar al instante, o de lo contrario se perdían por ser susceptibles a la luz, el calor o el frío, etc. En el Álbum Histórico Fotográfico de la Guerra de Cuba5 dedicado a los cuerpos del Ejército, la Marina, y los Voluntarios españoles en la Isla, se reprodujeron 24 imágenes realizadas por el fotógrafo Leopoldo Varela y Solís con textos de Gil Gelpe Ferro. Luego está El Álbum de la Paz impreso durante el Pacto del Zanjón en 1878, con fotografías tomadas por Elías Ibáñez que viajó por los campamentos mambises cuando llegó el fin de las hostilidades.

El fotograbado

La creación del primer taller de fotograbado de Cuba se estableció en La Habana en 1881 por el portugués Francisco Alfredo Pereira y Taveira, en la calle Aguacate No. 66. En ese «Taller de Fotograbados, Fototipia y Fotolitografía» fueron reproducidas las ilustraciones del pintor vasco Víctor Patricio de Landaluze6 para el libro Tipos y Costumbres de la Isla de Cuba7. Además, en este taller se hicieron casi todos los fotograbados para las revistas La Habana Elegante y El Fígaro. En esta última publicación se destaca la visita de la Infanta Eulalia de Borbón a La Habana en 1892.

El español José Gómez de la Carrera realizó importantes reportajes gráficos de la Guerra de Independencia de 1895 para lo cual visitó tanto los campamentos mambises como españoles. Conmovedoras son las imágenes de la Reconcentración que quedaron recogidas por los fotógrafos Pedro J. Pérez, Joaquín López de Quintana, Gregorio Casañas, Trelles, Sánchez Capiró y el estudio de Otero y Colominas.

El primero de enero de 1899 España entregaba el gobierno de la isla a Estados Unidos en virtud del Tratado de París. En el Castillo de los Tres Reyes del Morro fue arriada la bandera española en presencia del general español Adolfo Jiménez Castellanos y el mayor general John R. Brooks, interventor norteamericano. Ese momento fue captado por el fotógrafo Luis Mestre desde la otra orilla de la bahía, en el Castillo de la Punta.

También lo fotografió José Gómez de la Carrera desde la propia explanada del Morro, y los fotógrafos de la galería de Samuel A. Cohner nos dejaron otras fotografías históricas.

La moda y las costumbres

A finales del siglo XVIII, el historiador José Martín Félix Arrate y Acosta publicaba una importante obra, Llave del Nuevo Mundo y Antemural de las Indias Occidentales. En ella Arrate se deleita relatando sobre los hábitos de los cubanos a finales del siglo XVIII, y cuáles eran sus prioridades entonces: “por lo general todo lo que sobra de los gastos precisos para la manutención o sustento corporal, se consume en el fausto y delicadeza del vestuario, y en lo brillante y primoroso de las calesas”8. Luego, el historiador y geógrafo Leví Marrero narraba que en 1752 los cálculos de gastos en productos de importación eran: el 85% en ropa, el 5% en hierro, mercerías y clavazón, y el 10% en caldos, frutos y loza de Sevilla9. Las publicaciones de esta época apuntan que en Cuba se preocupaban mucho por lucir bien, sobre todo a partir de la primera mitad del mil ochocientos en que se incrementó la actividad social y cultural en la Isla lo que motivó que se pusiera más atención al cuidado personal. Los extranjeros decían que, por su elegancia, el bello sexo habanero podía perfectamente rivalizar con el de la Europa culta.

La fotografía continuó avanzando y popularizándose en la Isla desde las primeras décadas del siglo XX hasta nuestros días. En los retratos más antiguos, -hace ya 186 años de sus comienzos- vemos todo tipo personas retratadas: desde las más ricas, hasta las más pobres; tanto negras y mulatas, como blancas; niños y ancianos. Advertimos su poder adquisitivo por la indumentaria, los estudios fotográficos que fueron contratados, y los telones o fondos que se utilizaron. Pero todos tuvieron sus alegrías y sus pesares; sus dolores y sus momentos de gozo. Muchos pasaron y sufrieron por los desmanes de las guerras hasta ver llegar la paz, para luego disfrutar de la tranquilidad y la bonanza durante la República.

En mi caso, mis abuelos paternos, inmigrantes de Galicia, eran fotógrafos profesionales en la Habana Vieja desde aproximadamente 1918 hasta 1961. Al morir mi abuelo aún joven, en 1954, mi abuela tomó las riendas del estudio fotográfico al igual que habían hecho algunas mujeres del siglo pasado al morir sus esposos. Cuando aún era yo una niña, a veces me iba a pasar los fines de semana a su casa, y recuerdo como ella me enseñaba las técnicas de ese arte que me parecía algo misterioso, pero también muy hermoso. Pasar una hoja de papel blanco por unos químicos que yacían en una bandeja, y luego ver como salía una imagen pocos segundos después, era como magia. Con mi abuela aprendí los conceptos de la luz, el revelado, la impresión y muchas cosas más que todavía hoy me acompañan. Al exilio traje la primera camarita Kodak que mi abuela me regaló en mi último cumpleaños en Cuba, que aún conservo, y que luego utilicé para dejar grabadas las memorias de aquellos primeros años en el destierro.

Los retratos antiguos, aparte de ser un tesoro en información, son un legado gráfico, histórico y social. Los fotografiados que aparecen en esos daguerrotipos y ambrotipos del siglo XIX y comienzos del XX han quedado inmortalizados para la posteridad. Esas imágenes han desafiado el tiempo y en ellas ha perdurado la belleza de la mujer cubana, la elegancia de los caballeros, la mirada inocente de los niños, los hechos históricos, y el transitar por la vida de los patriotas, los mayores, los sirvientes y los clérigos. Gracias a los magos del lente y a su gran labor y profesionalismo conservamos, para siempre, la historia de una Cuba que no volverá.

 

Referencias

  • 1 Heliografía: procedimiento fotográfico de positivo directo, creado por el francés Joseph Nicephore Niépce.
  • 2 Betún de Judea es un producto derivado del asfalto o petróleo, con un color que va de marrón oscuro a negro.
  • 3 Daguerrotipia: procedimiento fotográfico químico que fija en una placa de plata la imagen obtenida en una cámara oscura.
  • 4 Félix Varela Morales: Lecciones de Filosofía, Tomo I, Impr. de Palmer, Habana 1818.
  • 5 Álbum Histórico Fotográfico de la Guerra de Cuba, Imp. La Antilla, La Habana, 1872.
  • 6 Víctor Patricio Landaluce (Bilbao 1830- La Habana 1889) fue un ilustrador y escritor español que residió en Cuba.
  • 7 Antonio Bachiller y Morales y Patricio Landaluce: Tipos y costumbres de la Isla de Cuba, Miguel de la Villa Pub., La Habana 1881.
  • 8 José Martín Félix de Arrate y Acosta: Llave del Nuevo Mundo, antemural de las Indias Occidentales: La Habana, 1827.
  • 9 Levi Marrero: Cuba: Economía y Sociedad, vol. VIII, Ed. Playor, Madrid 1977, p. 222.

 

 

Teresa Fernández Soneira (La Habana, 1947).
Investigadora e historiadora.
Estudió en los colegios del Apostolado de La Habana (Vedado) y en Madrid, España.
Licenciada en humanidades por Barry University (Miami, Florida).
Fue columnista de La Voz Católica, de la Arquidiócesis de Miami, y editora de Maris Stella, de las ex-alumnas del colegio Apostolado.
Tiene publicados varios libros de temática cubana, entre ellos “Cuba: Historia de la Educación Católica 1582-1961”, y “Mujeres de la patria, contribución de la mujer a la independencia de Cuba” (2 vols. 2014 y 2018).
Reside en Miami, Florida.

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