HACER LO POSIBLE Y NO ESPERAR POR LO QUE NO DEPENDE DE NOSOTROS

Miércoles de Jorge

Si bien está extendida en Cuba la idea de que “no podemos cambiar las cosas”, de que “no vale la pena esforzarnos” en hacer las cosas diferentes por el hecho de ser minoría o de que nuestras acciones están circunscritas en un ámbito pequeño, o que a menudo no vemos o no sabemos ver los resultados de nuestras acciones, el reto que se nos plantea es precisamente el de entender que hay mucho que es posible hacer desde lo pequeño, desde el espacio en el que estamos, desde nuestros círculos de incidencia, sin necesidad de esperar que cambios estructurales caigan desde arriba, sin necesidad de pretender cambiar el mundo, cambiar Cuba de un día para otro, sin caer en la ignorancia de quien espera soluciones divinas, rápidas, mesiánicas, a los disímiles y multidimensionales problemas que nos aquejan a los cubanos. Las cosas no son así, las transformaciones simplemente no ocurren de forma lineal, sino que se trata de un camino con obstáculos y dificultades.

A pesar de la cruda realidad que paraliza, frena, invita al inmovilismo, la apatía, la desesperanza y el pesimismo; si somos capaces de alzar la mirada, de perseverar en el intento de construirnos un mejor futuro, de soñar, de pensar las cosas que queremos y mirar las razones -que a pesar de las circunstancias- tenemos para ser optimistas y para agradecer a la vida; veremos que existen espacios que ofrecen la posibilidad de generar pequeños cambios, que siempre está el chance de sembrar la semilla que mantenga viva la esperanza, y que depende de nosotros si lo dejamos pasar o si reaccionamos a la invitación constante que nos hace la realidad para hacer, decir, hablar, pensar, transformar, acompañar, escuchar, tejer, construir, en fin, para la acción. No hay que esperar por la solución mágica a los problemas, ni hay que paralizarse por la dureza de las circunstancias presentes, sino que el reto está en dar pequeños pasos que nos mantengan activos en la ardua tarea de no dejar morir las esperanzas, y que generen un cambio al menos en nosotros y en las personas con quien convivimos.

Estos pequeños pasos, estos cambios posibles, estas semillas que transforman desde abajo, poco a poco, desde el anonimato, desde la humildad, pueden generar un gran cambio en nuestras familias, en nuestras comunidades, en nuestro país. La experiencia lo demuestra, los grandes cambios parten de pequeños intentos, los cuales pueden ser protagonizados por cada uno de nosotros al menos a través de las siguientes vías concretas:

  1. La primera, haciendo valer la importancia de la verdad, la justicia, la libertad, la equidad, la inclusión, el bien, la belleza, entre otros valores o virtudes, en nuestras relaciones interpersonales. No hay mejor forma de transformar la realidad que a través del propio testimonio, así lo hizo Jesús, así lo han hecho otros grandes hombres como Gandhi, así estamos llamados a hacerlo, en cada espacio, en cada interacción con quienes nos rodean, en cada circunstancia que se nos presente, en cada oportunidad que tengamos para enseñar por medio de la vivencia de estos valores que es importante cultivarlos para la realización plena de la persona y para la consecución del bien común.
  2. También es posible lograr generar cambios desde el ámbito donde vivimos, si aprendemos a emprender, si apostamos por una idea, un proyecto, un sueño, y somos capaces de perseverar y desarrollarlo aunque sea en una pequeña escala. Creer, tener fe en nuestra propia capacidad de transformación, pedir también la gracia de Dios para llevar adelante una iniciativa, y perseverar a pesar de los obstáculos, conscientes de que para todo hay un tiempo en la vida, tiempo para crecer, tiempo para caer, tiempo para estar y permanecer, etc. Especialmente en Cuba es fundamental lograr enseñar a la gente que es posible hacer algo (desde lo pequeño) y llevarlo a feliz término, sin dejarnos amedrentar por más adverso que sea el contexto. Desarrollar una idea de negocio, un proyecto social, una iniciativa artística, o cualquier otra empresa personal que nos permita dar sentido a la vida, y generar mejores condiciones de vida para nosotros y para la comunidad.
  3. Es importante, en fin, promover procesos de empoderamiento ciudadano, enfocados en el desarrollo y la generación de capacidades humanas, de las libertades fundamentales para que la gente pueda escoger el tipo de vida que tienen razones para valorar, al decir de Amartya Sen. Es importante que la gente cuente con las capacidades para exigir y hacer valer sus derechos, para participar y para crear una convivencia social coherente con su pleno desarrollo, con su dignidad y con el bien común. Y estos derechos fundamentales, estas libertades o capacidades necesarias para una mejor vida, no sólo deben ser garantizadas por otros, sino que pueden y deben ser buscadas, defendidas, reivindicadas por cada uno de nosotros. Exigir nuestros derechos y ejercer nuestra libertad son pequeñas cosas que podemos hacer, y que de seguro generarán grandes cambios.

 

 


  • Jorge Ignacio Guillén Martínez (Candelaria, 1993).
  • Laico católico.
  • Licenciado en Economía. Máster en Ciencias Sociales por la Universidad Francisco de Vitoria, Madrid, España.
  • Miembro del Consejo de Redacción de la revista Convivencia.

 

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