LA ECONOMÍA DISRUPTIVA Y SUS CONSECUENCIAS POLÍTICAS: UN RETO PARA EL FUTURO DE CUBA

Miércoles de Jorge

Los avances científicos y el auge de la ciencia y la tecnología como factores decisivos para la actividad económica es uno de los aspectos de mayor importancia a la hora de caracterizar la situación económica actual en la mayoría de los países del mundo. De la mano de este proceso surgen lo que se ha llamado economía digital, la economía colaborativa, economía disruptiva, etc.; una serie de términos que ponen la atención sobre una nueva revolución en los procesos de producción, intercambio, distribución y consumo tradicionales. La economía se renueva, a partir de una ruptura con el sistema anterior, y como consecuencia se comienzan a observar nuevos retos políticos y sociales para las sociedades. Tres características fundamentales de esta ruptura con lo tradicional y del cambio que se genera con la empresa disruptiva en cuanto al planteamiento de una competencia desigual son: 1. La existencia de nuevos conceptos (más innovadores y adaptados a los avances científicos), 2. El aprovechamiento intenso de las nuevas tecnologías (medios de comunicación y TICs), 3. Una empatía cultural con un mundo cada vez más globalizado, donde cada día crece y se fortalece la interconexión entre personas, empresas y estados.

Este nuevo fenómeno, desata el interés y atracción de los consumidores, pues con el desarrollo de las tecnologías existentes o la suplantación de estas por otras más innovadoras se puede responder de forma más efectiva a las siempre crecientes necesidades de los consumidores. También resulta un modelo de negocio atractivo y valorado para las empresas pues ofrece la posibilidad de diferenciarse, mejorar el posicionamiento de la empresa en términos de competencia, responder de mejor manera a las necesidades de los consumidores y con ello maximizar beneficios (León, et al., 2015, pp. 23-24). Ejemplo de lo anterior son empresas como Uber o Airbnb, dos de las empresas con más rápido crecimiento a nivel mundial en los últimos años y que basan su éxito en la llamada innovación disruptiva. Estos dos gigantes han sabido diferenciarse para competir y maximizar sus beneficios, potenciando el uso de las tecnologías, internacionalizando su contenido y expandiéndolo a todo público en muchos lugares del mundo, y lo más interesante ambas empresas plantean conceptos totalmente innovadores, que utilizan activos inutilizados para generar un servicio de calidad, basado en la confianza y con bajo costo relativo para los consumidores (Cavelier, 2016).

Ahora bien, si bien este cambio genera lo que se ha llamado una nueva economía (León, et al., 2015), y revoluciona radicalmente -para bien y en algunos casos para mal (por ejemplo por el tema del desempleo que se genera cuando las empresas sustituyen mano de obra por robots)- la forma de funcionamiento de la economía global, sus consecuencias no se limitan al plano económico. Política y economía son dos caras de una misma moneda, ambas se condicionan y afectan mutuamente, es por eso que la economía colaborativa o economía disruptiva también es un tema de suma importancia desde un punto de vista político (Borrell, 2016). En este sentido, algunas de las implicaciones políticas de este fenómeno son las siguientes:

  • En primer lugar, como mencioné anteriormente se generan conflictos políticos por problemas económicos como el desempleo, situación que impacta directamente a los ciudadanos y puede conllevar a un clima de inseguridad para los ciudadanos y de inestabilidad política para los estados. En sintonía con esto, problemas con los impuestos, y con otras regulaciones legales que con frecuencia demanda este tipo de empresas. Se plantea el desafío político de actualizar las legislaciones imperantes a nuevas leyes y normas que respondan a los cambios planteados por la economía disruptiva. Lo anterior puede estar acompañado por procesos de protestas, inestabilidad, burocratismo, demandas, conflictos, etc. La expansión e intentos de expansión en otros casos, de empresas como Airbnb y Uber son ejemplo de ello.
  • Otra de las implicaciones, significativas desde un punto de vista político de este cambio que está experimentando el mundo, consiste en la utilización de los estados y de las instituciones democráticas de las herramientas y recursos que se crean con la economía disruptiva. Plataformas tecnológicas como Facebook, Twitter o Google, y las herramientas que ofrecen, las innovaciones que surgen al utilizarlas como herramientas de gobernanza, representan un elemento distintivo en cuanto a su impacto positivo para la política(Cavelier, 2016). Se favorece la libertad de expresión, se mejoran los mecanismos de rendición de cuentas, se hace más horizontal la gestión política, etc. (Unión Interparlamentaria, 2007). Las instituciones pueden ganar en eficiencia y eficacia en las funciones de representación pública gracias a la innovación y el uso de los avances científico técnicos. No obstante, también existe un riesgo y viene ligado al uso irresponsable de las nuevas tecnologías y los medios de comunicación social, por ejemplo, ligado a la existencia de las Fake news (Bolsonaro en Brasil y Trump en Estados Unidos son dos ejemplos interesantes al respecto) como herramienta política.
  • Por otro lado, la evolución de la economía colaborativa es un proceso consustancial al fenómeno de la globalización, ambos están estrechamente vinculados y apuntan hacia una mayor movilidad social y acceso a las diferentes culturas(Borrell, 2016). La economía se expande, la riqueza se hace más accesible, se generan oportunidades para enfrentar la pobreza y la desigualdad, las migraciones, el cambio climático y muchos otros fenómenos globales de manera más efectiva. Como bien señala Sala-i-Martin (1992) es muy complicado comparar países e individuos a la hora de medir y estudiar las desigualdades, pero a pesar de ello, las desigualdades a nivel global y de los ingresos individuales decrecen a medida que crece la economía mundial, y que el proceso de globalización se expande, fortalece y profundiza.
  • El reto del desarrollo, es un escenario donde se verifica las implicaciones de la nueva forma de economía aquí analizada y los procesos políticos. Lograr unas sociedades que avancen hacia el desarrollo humano integral, que generen estabilidad económica, política y social, que respondan a las necesidades de los ciudadanos, y al mismo tiempo garanticen sostenibilidad es un asunto tanto económico como político, y al respecto la economía disruptiva puede jugar un papel crucial, de hecho ya viene ocurriendo en algunos países(León, et al., 2015). Las reformas estructurales que demanda el proceso de desarrollo según el enfoque de brechas planteado por la Cepal (CEPAL, 2010) han de generar incentivos para una mayor productividad y profundizar la competitividad, o lo que es lo mismo, potenciar la economía colaborativa como factor de desarrollo. Para Latinoamérica, este es un reto enorme y requisito para que la región se pueda integrar con mayor efectividad en la economía mundial (Llorente & Cuenca, 2015). La competitividad y la productividad son tareas urgentes en el contexto latinoamericano actual. Precisamente una de las mayores brechas que afecta a la región es la de la productividad e innovación, este último elemento vital para garantizar mayor competitividad. Tanto la productividad como las inversiones en investigación y desarrollo (I+D) en el caso de América Latina, los niveles son muy inferiores a los de países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) o comparado con Estados Unidos. Al analizar los datos de muchos de los países de la región latinoamericana se puede observar que los gastos en I+D no superan los 0,5 % del PIB, mientras que, en Europa, EEUU y Japón, varían entre 2,0 % y 3.6 % del PIB (CEPAL, 2010). Sin dudas estas estadísticas están condicionadas por factores/decisiones políticas. Cuba es uno de los países latinoamericanos donde las inversiones en I+D han de priorizarse con mayor esfuerzo.

En sentido general, son muchas las implicaciones políticas que tiene el cambio que supone la economía disruptiva. Tal y como señalan Manyika, et al. (2013) existen factores como la robótica avanzada (niveles de automatización inesperados que mejoran la eficiencia económica pero disparan el desempleo, avances en cuanto a la medicina, innovación), la genómica de nueva generación (potenciación de la actividad médica, de los diagnósticos y tratamientos, avances en cuanto a los seres humanos y también las plantas y animales lo que conduciría a mayores rendimientos agrícolas (Manyika, et al., 2013)), y los adelantos en cuanto a almacenamiento de energías (fuentes renovables de energía, sostenibilidad ambiental, acceso a la electricidad), que son expresión de la innovación disruptiva y que están cambiando la forma de vida de la gente, las condiciones de trabajo, los niveles y las formas de consumo, cambian también las distintas fases de la actividad económica, las relaciones sociales, las interconexiones entre economías y países, y por supuesto impactan mediante todos estos elementos a la política. El reto de los políticos en esta nueva era tecnológica, es adaptarse a las condiciones cambiantes y responder con optimismo y responsabilidad a los desafíos que se plantean.

Para Cuba, el desafío inmediato es comenzar a desarrollar la infraestructura tecnológica y las condiciones legales para poder saltar desde una economía con muy bajos niveles de penetración tecnológica a otra donde se aprovechen los avances de la economía digital, y se saquen lecciones de los problemas que en otras realidades este cambio ha producido para no repetirlos. Sin dudas Cuba es un país con potencial para el desarrollo de este tipo de economía, y el desarrollo del país depende -en gran medida- a que sepamos aprovechar los avances de la ciencia y la tecnología, así como la experiencia que otros países puedan aportar al respecto.

Referencias

  • Borrell, J., 2016. La economía digital factor económico disruptivo. Economistas frente a la Crisis, 13 Diciembre.
  • Cavelier, A., 2016. El poder disruptivo de la economía colaborativa, s.l.: BID.
  • CEPAL, 2010. La Hora de la igualdad: brechas por cerrar, caminos por abrir, Braasilia: Naciones Unidad.
  • León, G. y otros, 2015. Sectores de la nueva economía 20+20, Madrid: Fundación EOI.
  • Llorente, J. A. & Cuenca, 2015. América Latina: reformas estructurales ante un cambio de ciclo económico, Madrid: Desarrollando Ideas.
  • Manyika, J. y otros, 2013. Disrruptive technologies: Advances that will transform life, business, and the global economy, s.l.: Mckinsey Global Institute.
  • Sala-I-Martin, X., 1992. La desigualdad global desaparece a medida que crece la economía global. s.l.:s.n.
  • Unión Interparlamentaria, 2007. Instrumentos de control parlamentario. Estudio comparativo de 88 parlamentos nacionales, Ginebra: s.n.

 


Jorge Ignacio Guillén Martínez (Candelaria, 1993).
Laico católico.
Licenciado en Economía.

 

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