Cuba es un país con fama a nivel internacional por los avances en materia de educación, además por estos días se celebra en La Habana el Congreso Pedagogía 2019, esto en medio de una crisis profunda del sistema educativo imperante, una crisis que pasa por el abandono de las aulas de miles de maestros (alrededor de 10 000 es el déficit este curso) por los bajos salarios y la inexistencia de incentivos en sentido general para permanecer en el magisterio. Por otro lado las condiciones son precarias, la infraestructura del sistema educativo ha colapsado con escuelas en mal estado, falta de recursos y herramientas necesarias para el aprendizaje, etc.; y por último lo que es más grave es la crisis del modelo educativo, marcado por el adoctrinamiento y la ideologización, responsable en gran medida del daño antropológico y el analfabetismo cívico y ético que sufrimos los cubanos.
Por estos días, el gobierno está desarrollando una fuerte campaña en los medios de comunicación, en los centros educativos y laborales, en la calle, en todos lados y con todos los recursos posibles para sensibilizar y/o manipular a los cubanos para que ratifiquen con su Sí, la propuesta de constitución que será sometida a referéndum el próximo 24 de febrero. La campaña es una ofensa a la inteligencia de los cubanos, representa una muestra de cuán ideologizada es la educación en Cuba al sumir como correcto, digno, responsable, comprometido con el país, la valoración de una única opción. Una incitación a que las personas vayan a un referéndum con una “orden” de la que los medios y la propaganda se hacen eco por estos días: Votar Sí; dejando además para los que votan No o no votan, el desprecio, la discriminación, los calificativos de traidores o mercenarios.
No veo mal que haya una campaña por el Sí, no veo mal que algunos artistas hagan una canción para promocionar esta opción. No obstante, veo con mucha preocupación, el hecho de que no se legalice y promueva una campaña por el No, que los artistas que se han expresado a favor del No, no tengan acceso a los medios como los que sí quieren ratificar la constitución. Aun más preocupante, que algunos cubanos no tomen conciencia de esta realidad, es decepcionante que nuestro modelo educativo no haya formado un pueblo capaz de percibir que la diversidad es buena, que la discrepancia puede usarse para construir, que no hay verdadero o justo referéndum cuando se sataniza una de las opciones.
La campaña por el Sí, es una más de las herramientas que el gobierno cubano usa para hacer política ideológica, aquella que promete un porvenir de felicidad (socialismo próspero y sostenible), que invita a luchar por un futuro luminoso; pero que en la práctica divide a las sociedades entre buenos y malos (los que votan Sí y los que votan No), promueve la satanización de la diferencia y una visión de que solo mediante una minoría guiadora (el partido comunista) y una profunda revolución, se podrá avanzar al futuro.
La campaña por el Sí, es una ofensa a la inteligencia de los cubanos, entiende a todo un pueblo como masa manipulable que puede ser conducida hasta el objetivo deseado. Los padres de la pedagogía cubana, entre los que se pudieran señalar a Martí y Varela, estarían de luto si vieran como mediante actos como este se juega con el futuro de la nación, y cómo el sistema educativo cubano olvida o subestima la formación de hombres libres y de una conciencia crítica. La verdadera educación no se limita al dominio de conocimientos técnicos, no se reduce a buena instrucción, sino que forma a hombres y mujeres libres, capaces de pensar por cabeza propia, ser protagonistas de sus propias vidas, tomar sus propias decisiones y desarrollar el pensamiento crítico. Es aquella que permitiría a los cubanos percibir que algo anda mal cuando en una elección el gobierno le dice a los ciudadanos la opción que deben elegir (incluso los intimida mediáticamente para que voten Sí), algo anda mal cuando no se ve en los principales medios de comunicación una campaña por el No, algo anda mal cuando se asume que todos estaremos de acuerdo en ratificar una constitución que no respeta los derechos y libertades fundamentales de los cubanos.
Al mirar el modelo educativo imperante en Cuba, y la situación actual de la educación -a pesar del buen acceso y la gratuidad de este servicio de vital importancia- me convenzo de que es necesario una reforma que elimine la ideologización de la educación, un sistema educativo que forme ciudadanos y no individuos, que forme un pueblo y no una masa manipulable y sometida al discurso oficial. Por ello, #YoVotoNo.
Jorge Ignacio Guillén Martínez (Candelaria, 1993).
Laico católico.
Licenciado en Economía.