LA BÚSQUEDA: ¿SOLUCIÓN O PROBLEMA?

Miércoles de Jorge

Para nadie es un secreto en Cuba que con los salarios existentes se hace imposible cubrir un mínimo de necesidades básicas, como vivienda y alimentación. Con un salario medio de 740 pesos al mes, y precios que lejos de disminuir incrementan vertiginosamente, por ejemplo, como bien lo ilustra el caso del transporte; la vida cotidiana del cubano se torna una batalla que consume no pocas energías.

Situación que se ve agravada con la pérdida de los subsidios que Cuba recibía como resultado del trato preferencial que por muchos años tuvimos con los países soviéticos, lo que ha impactado directamente en los cubanos reflejándose en problemas como la electricidad, el transporte y la alimentación, específicamente por la pérdida casi total del racionamiento de alimentos con precios subsidiados. Sumado a esto, encontramos la disminución en el acceso y la calidad de servicios sociales que el Estado provee. Ante esta situación la solución que todo un pueblo ha encontrado y a la que nos hemos visto obligados a acudir en muchos casos, es lo que el popular personaje humorístico Ruperto llama “búsqueda”, y muchos cubanos “resolver” o “la lucha”.

Cualquiera que sea el nombre, como bien sabemos los cubanos, se refiere a actividades “extra” con respecto al empleo que formalmente posee una persona, comúnmente actividades ilegales, mediante las cuales es posible ganar un dinero extra o conseguir algo necesario para la vida,ejemplo: alimentos, medicinas, etc. De manera tal que la “búsqueda” es una oportunidad para muchos cubanos en el sentido de tener acceso a unos ingresos o productos que de otra manera (con el salario, por ejemplo) sería imposible alcanzar. Por otro lado, esta “búsqueda” si bien muchas veces está relacionada al robo, soborno, mentira, estafa, como mecanismos de acceso a lo que se quiere o necesita, en muchos casos también se relaciona con actividades honestas que, aunque pueden no estar registradas como actividades legales, se diferencian de las demás “búsquedas”, un ejemplo de lo anterior pudiera ser una persona que vende paquetes de café en la calle sin licencia para ello.

A pesar de que en los últimos años, específicamente después de la crisis de los 90s, ha representado una solución para muchos, en el sentido de ser la única manera de sobrevivir o mejorar el nivel de vida para muchísimos cubanos; de cara al futuro representa un gran problema y uno de los mayores riesgos a los que se enfrentará Cuba, en el sentido de que no es el mejor ejemplo el que estamos dejando para las generaciones futuras, e implica consecuencias éticas y morales para la nación. No son pocos los niños que nacen y crecen en Cuba teniendo que ver a sus padres “inventar”, “resolver”, o entrar al sistema de los que pretenden que trabajan, pero no hacen nada que no sea conseguir una “búsqueda”, porque el Estado pretende que les paga, pero en realidad no es nada el salario; como no son pocos los que desde adolescentes tienen que hacer las mismas cosas por falta de oportunidades.

Si bien, pueden ser entendibles las circunstancias por las que miles de cubanos se ven “obligados” diariamente a vivir en las ilegalidades y acudir a la corrupción, es importante una mayor toma de conciencia respecto a esta situación, específicamente cuando se piensa en la educación y formación de las nuevas generaciones. De manera que, cuando Cuba finalmente cambie y exista la posibilidad de trabajar duro, pero honestamente y ganando un salario digno por nuestro trabajo, no existan entonces demasiados cubanos que quieran seguir “resolviendo”, o acudiendo a “búsquedas” relacionadas con el robo, soborno y otras prácticas corruptas, como alternativa no solo para sobrevivir sino también para enriquecerse. En este sentido, la educación en la familia, la escuela, la comunidad juegan un papel determinante.

 


Jorge Ignacio Guillén Martínez (Candelaria, 1993).
Laico católico.
Licenciado en Economía.

 

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