Miércoles de Jorge
Uno de los males mayores que nos han dejado los más de sesenta años de adoctrinamiento y manipulación dentro del sistema educativo cubano, es la cerrazón extrema a la diferencia. Un miedo, en el fondo, a lo plural, a lo diverso, a lo que se sale de los patrones que conocemos o en los cuales nos sentimos cómodos. Miedo a salirnos de nuestra zona de confort, a dar un paso hacia adelante, a salir al encuentro de los que nos rodean sin mirar las cosas que nos hacen diferentes.
Elementos como el color de la piel, el estatus social o financiero, el lugar donde vives, o las ideas políticas en las que se cree, no deberían distanciar a las personas, mucho menos, generar violencia y enfrentamientos entre cubanos. Sin embargo, en no pocas ocasiones sucede así, nos dividimos y agredimos basados en criterios de este tipo.
El sistema educativo y la cultura promovida por el sistema político imperante, nos han enseñado el “ojo por ojo” como solución, y en su lugar, no hemos sido formados para aceptar la diferencia, para alegrarnos de la diversidad, para abrazar con alegría todo lo que no tenemos y a lo que solo nos podemos acercar por medio de otros.
A su vez, las familias y otras organizaciones de la sociedad civil como las Iglesias, a pesar de su trabajo arduo e incesante, no han estado en igualdad de condiciones con la maquinaria propagandística estatal. De esta manera, en no pocas ocasiones triunfa el discurso extremista, de odio, de rechazo, miedo o apatía hacia quienes son, piensan o se comportan de forma diferente
Todos estamos expuestos y tentados en la cotidianidad de la vida a encerrarnos en grupitos, a quedarnos en nuestra burbuja, en la zona de confort, pero debemos ser conscientes que las cosas más bellas y valiosas en la vida solo suceden cuando salimos al encuentro del otro, cuando rompemos las barreras que nos separan y nos lanzamos a caminar juntos a pesar de todas las cosas en las que podríamos discrepar o diferenciarnos.
Enfrentar el reto de abrirnos al otro, a todos y no solo a quienes selectivamente nos unimos por saber que forman parte de nuestro coro, es una urgencia para los cubanos. La mejor forma de afianzar una postura es conocer a fondo la postura opuesta, la mejor forma de amarnos y cuidarnos es primero saliendo a amar y cuidando a los que nos rodean.La mejor forma de estar bien, no es otra que estar bien con los demás. Pues la realización personal y la felicidad plena solo se logran aceptando, conviviendo, amando, compartiendo, viviendo con y para los otros, independientemente de cuales sean sus características físicas o ideas políticas.
Jorge Ignacio Guillén Martínez (Candelaria, 1993).
Laico católico.
Licenciado en Economía. Máster en Ciencias Sociales por la Universidad Francisco de Vitoria, Madrid, España.
Miembro del Consejo de Redacción de la revista Convivencia.
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