IDEAS PARA REPENSAR LA POLÍTICA EN CUBA


Miércoles de Jorge

Una propuesta política capaz de generar diálogo y consenso en el pueblo, es una aspiración probablemente para la mayoría de los cubanos. Ha de ser a la vez, una propuesta que se conciba a partir del reconocimiento pleno de la persona como centro y fin de la vida en sociedad. Lo primero es el reconocimiento de la persona, y con ella de su dimensión relacional, de la necesidad profunda que tenemos de los otros, no como un mero complemento en nuestra vida sino como un sujeto imprescindible que nos constituye. Poner a la persona al centro, y a la política como un medio para su desarrollo, es entender el poder como servicio, y es un paso imprescindible para evadir ideologías, populismos, fundamentalismos.

Precisamente, la dimensión relacional de la persona consiste en reconocer que nos constituimos como personas únicamente por medio de una relación con los otros, que no somos islas, que estamos hechos para vivir con y para los demás, y no para servirnos de ellos. Esta dimensión, al incorporar al otro en nuestra vida, es el camino para superar el trágico individualismo en el que a menudo caemos, es la clave para construir verdaderas relaciones y por tanto verdaderas comunidades, es cimiento de la sociabilidad y la amistad social auténticas, es la base también para una convivencia ciudadana humana, pacífica y democrática.

Lograr esto, no es un proceso automático. Hace falta aprender a ser personas más que individuos, sujetos libres y responsables, que se relacionan entre sí y se auto-reconocen por su dignidad y derechos. Por otro lado, hace falta construir pueblo por medio de las relaciones de las personas, que viven en comunidad, que crean lazos de confianza y relaciones de amistad. Estas relaciones, estas comunidades, conforman el entramado de la sociedad civil, que resulta espacio de libertad y construcción dialógica, en el que las personas pueden apoyarse y desarrollarse a lo largo de la vida.

A lo interno de la sociedad civil, si esta es verdaderamente sociedad civil y fruto de las relaciones libres de los ciudadanos, se generan espacios para que todas las identidades se expresen y convivan, para que se organicen y complementen, y para que se relacionen con el Estado democráticamente, de forma tal que ninguna pueda someter a otra, sino que convivan en paz y avancen hacia el bien común.

De este modo, para construir un pueblo (en el sentido pleno de la palabra), hace falta una sociedad civil viva, madura, articulada, organizada, plural, espacio seguro para la convivencia de las distintas identidades, donde la gente pueda vivir y realizarse plenamente. La base de esto son las relaciones humanas, desde las más básicas hasta las más complejas, y solo si estas están construidas sobre el fundamento de la dimensión relacional, se podrá construir esa sociedad. El pueblo es fundamental para una convivencia civil adecuada, dígase respetuosa de la persona y su dignidad, y es a la vez un resultado de las relaciones naturales que se dan entre los seres humanos en su proceso dialógico de reconocimiento mutuo.

Ante la polarización que se observa en la sociedad cubana actual, es más que necesario apostar por una política para la inclusión, para el diálogo, para el consenso, para la paz. Ello pasa, ineludiblemente por lo siguiente: reconocer a la persona y su valor inalienable, reconocer y promover las auténticas relaciones que surgen entre las personas y las formas en que estas se expresan, garantizar que ese entramado de relaciones que llamamos sociedad civil exista y sea promovido y respetado, y por último, concebir el poder político como servicio. La persona y la sociedad civil han de tener primacía sobre el Estado, y este existe para organizar los procesos de diálogo y consenso ciudadano que son naturales a nuestra existencia en sociedad, no para imponer o someter al pueblo o a una parte de este.

 


    • Jorge Ignacio Guillén Martínez (Candelaria, 1993).
      Laico católico.
      Licenciado en Economía. Máster en Ciencias Sociales por la Universidad Francisco de Vitoria, Madrid, España.
      Miembro del Consejo de Redacción de la revista Convivencia.

 

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