El honor: se tiene en todo o no se tiene

Miércoles de Livia

A la mayoría de nosotros nos complace pasar por la vida con algo  de honor. No voy a los extremos, dije “algo” para no pecar de exagerada. Es verdad que los códigos pueden cambiar debido a los tiempos, a las diferentes culturas, quizás también a los diferentes momentos de la vida, es decir, a las circunstancias.

Pero el concepto de honor, puede que en algún momento admita cierta flexibilidad en cuanto a raciones, pero no en cuanto a esencia. Cada uno de nosotros nace diferente, pero igual a los otros en dignidad. Por lo tanto nacemos con el deber de ser respetados y de respetar a los demás. De la manera que nos proyectemos en el mundo, de la manera que usemos esa dignidad de ser personas, depende nuestro modo de vivir individual o colectivamente, como pueblo, como sociedad.

Ahora bien, hay fallas que no podemos tener cuando ocupamos cargos de responsabilidad, como por ejemplo, cuando estamos  frente a un proyecto, dirigiendo una institución o una organización, u ocupando cargos en el gobierno. He escuchado a algunos decir, por ejemplo: “él es bueno como padre, pero como dirigente… deja mucho que desear” o “ella es buena persona, pero el cargo que ocupa la obliga a actuar sin compasión”. No podemos ser de una manera en nuestra vida personal y de otra en nuestra vida social, o militar, o dirigente.  Somos una sola persona, todo incluido. El honor, el decoro de ser personas individuales no está divorciado del que represento como responsable. La mentira, la doble moral, la injusticia, son antivalores que solo aquel que ha perdido el honor, practica. No hay honor en las malas acciones, aunque sean “órdenes superiores”.

El cambio está en nosotros mismos. La lealtad; la coherencia entre lo que pienso y digo, y mi manera de actuar; el sentido de justicia; la búsqueda de la verdad; el deseo de procurar el bien; no son quimeras, existen. Y existen materializados en personas que han formado parte de la historia, no importa si universal, regional,  o familiar. Lo importante es que nos enseñan que es posible mantener el honor en todas las facetas de nuestra vida. Y siempre somos más felices cuando lo logramos.

 


Livia Gálvez Chiú (Pinar del Río, 1971).
Licenciada en Contabilidad y Finanzas.
Miembro del Consejo de Redacción de Convivencia.
Reside en Pinar del Río.

 

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