El campo educativo demanda una continua renovación

Yoandy Izquierdo Toledo
Jueves de Yoandy

En Cuba, en las últimas décadas, especialmente para alcanzar objetivos económicos y sociales, se han abierto nuevos cauces de colaboración y participación entre la gestión púbica y la privada. Sería necesaria también esta cooperación para favorecer una Educación Ética y Cívica que ayude a asumir nuevos valores, a reconstruir el propio carácter y el alma social sobre la base de una educación para la libertad, la justicia social y la responsabilidad.

Si nos planteamos la hipótesis de cómo sería la sociedad sin la vigencia y el cumplimiento de las normas morales, seguramente siempre obtendríamos la conclusión de que todos salimos beneficiados de la existencia moral. A pesar de todas las diferencias evidentes, la condición humana tiene ciertos rasgos comunes, como necesidades, gustos, ideales o prioridades; no parece nada desacertado pensar en contenidos morales comunes. Sin normas morales que garanticen la vida y la integridad frente a la violencia y la destrucción, la confianza mutua o la simpatía básica hacia nuestros semejantes es impensable pensar en la supervivencia de cualquier individuo o sociedad.

En Cuba debemos trabajar de conjunto, las familias y las instituciones, para lograr la sanación de la persona hasta alcanzar paulatinamente una educación integradora en que intervengan la formación intelectual (los conocimientos), la formación emocional (los sentimientos), la formación volitiva (la voluntad) y la formación trascendente (la espiritualidad). Es una tarea de todos encaminar nuestras acciones para lograr los propósitos de formación, anticipar los problemas y generar nuevas propuestas.

“Instruir puede cualquiera, educar solo quien sea un Evangelio vivo”, este aforismo de uno de los más ilustres educadores cubanos, Don José de la Luz y Caballero, es y debería ser fundamento y acicate para cada uno de los cubanos y cubanas que desean para sus hijos y para toda la nación, un sistema educativo que nos sirva a todos para crecer como personas libres, responsables, justas y fraternas, buscadores de la verdad, hacedores de la justicia y artífices de la paz.

Muchos de los fallos estructurales de los sistemas de educación, como es el caso de Cuba en los últimos 50 años, es la priorización de la instrucción pública para todos por encima de la Educación Ética y Cívica; así como la consideración, durante décadas, de que los valores morales pertenecían a un sistema político o moral superado o pequeño burgués. Al cabo del tiempo y de varias generaciones hemos visto la crisis profunda de los valores y las virtudes, y el reconocimiento por parte de las autoridades, la familia y la sociedad, de esa falla en el sistema educacional, tanto escolar como familiar.

El proceso de formación ciudadana a través de la educación en valores es largo y complejo; pero su incidencia es extremadamente notable. Desarrolla la capacidad valorativa y las virtudes en las personas, estimula la capacidad transformadora y participativa con significación positiva en el seno de la sociedad, fomenta la espiritualidad y el desarrollo de la personalidad hacia la integralidad, al mismo tiempo que transforma lo oficialmente instituido a través de las normas morales, los sistemas educativos, el derecho, la política y la ideología, de una moral malformada a una moral vivida.

 


  • Yoandy Izquierdo Toledo (Pinar del Río, 1987).
  • Licenciado en Microbiología.
  • Máster en Bioética por la Universidad Católica de Valencia y el Centro de Bioética Juan Pablo II.
  • Máster en Ciencias Sociales por la Universidad Francisco de Vitoria, Madrid, España.
  • Miembro del Consejo de Redacción de la revista Convivencia.
  • Responsable de Ediciones Convivencia.
  • Reside en Pinar del Río

 

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