La persona debe ser afirmada por sí misma, pues tiene un valor inherente, irrenunciable e indivisible que es su dignidad, la cual todos los seres humanos poseen por el simple hecho de existir (Guerra, 2003). Siguiendo la lógica de Guerra (2003), afirmarme como persona por mi valor, mi dignidad, implica también reconocer y valorar al “otro” quién es requisito indispensable para la propia realización del “yo”. En este sentido la dignidad y el valor de la persona por lo que es, es inseparable del prójimo, e invita a un ejercicio constante de afirmación mutua. No somos un mundo aparte. El “yo” no es y no se forma independientemente de “los otros”. Debemos mirar la dignidad de “los otros” y valorarlos por lo que son. Ahí encontramos la verdadera realización: interiorizando que vivimos gracias a otros y para “los otros”. En este sentido, la propuesta de constitución que será sometida a referéndum nos pone frente a la necesidad de tomar partido o no por los otros, de analizar hasta que punto el texto al que daremos un Sí o un No, es coherente con estos preceptos.
Las ideas anteriores, guardan una estrecha relación con el tema de los derechos humanos, los que también son inherentes a la persona humana, y responden a la necesidad de ordenar la convivencia entre los seres humanos para garantizar el pleno y digno desarrollo de la persona. Los derechos humanos son expresión de justicia, y en casos en los que no sean reconocidos se generan violaciones a la dignidad ajena que terminan en desastres como los arrestos, arbitrariedades, y represión que en la Cuba actual se siguen dando.
En Cuba, por ejemplo, el gobierno cubano hace alarde de los éxitos sociales alcanzados por la revolución en términos de salud y educación específicamente, y con ello justifican un olvido de otros derechos que supuestamente tienen menor importancia como pueden ser la libre asociación, la libre expresión o el derecho a la propiedad privada. En este sentido, cabe destacar que el ser humano es multidimensional, su pleno desarrollo y realización depende de factores de muy diversa índole, y todos estos factores desempeñan un papel central en este proceso. De modo que los derechos humanos todos son de vital importancia para que la persona humana se realice plenamente, y la promoción de unos derechos en detrimento de otros no es una práctica justa, ni respetuosa de la multidimensionalidad del ser humano, ni constructiva en términos de generar verdadero desarrollo humano integral. Los resultados de promover unos derechos en detrimento de otros se pueden percibir en el sistema cubano, donde es cierto que algunos derechos como salud y educación son ampliamente reconocidos, pero el no reconocimiento de otros ha llevado al país al colapso económico, político y social; generando miseria material y espiritual, analfabetismo cívico, daño antropológico, y muchos otros males (Valdés, et al., 2014).
La propuesta de nueva constitución para Cuba, que será sometida a referéndum el próximo febrero, a pesar de que en varias ocasiones hace referencia al respeto de la dignidad humana, como al comienzo cuando se cita a José Martí “Yo quiero que la ley primera de nuestra República sea el culto de los cubanos a la dignidad plena del hombre”, plantea un grupo de limitaciones a los derechos humanos y libertades fundamentales de los ciudadanos que se contradicen con el espíritu humanista que inspiró la frase martiana citada. Libre asociación, libertad de conciencia, de prensa, el derecho a la vida (que implica la abolición de la pena de muerte), en derecho a la libre educación y a escoger la educación para los hijos, el derecho a la propiedad privada, a acumular riquezas y propiedades siempre y cuando se haga legalmente y sin comprometer cuestiones estratégicas como la seguridad ambiental, plena libertad religiosa, etc. estos aspectos representan, un olvido de la dignidad de la persona, y no solamente violaciones de derechos y libertades fundamentales.
El reto para los cubanos, solamente en un mes será dar nuestro Si o nuestro No a una constitución que pasa por encima de la persona y que no respeta su integridad, libertades y derechos. O que condiciona la plena realización de la persona a una ideología, un partido, y un sistema político. Por este y otros motivos #YoVotoNo el 24 de febrero.
Jorge Ignacio Guillén Martínez (Candelaria, 1993).
Laico católico.
Licenciado en Economía.