Hoy, 8 de septiembre, los cubanos celebramos la fiesta de la Virgen de la Caridad del Cobre, Patrona de la República de Cuba. A propósito de esta fecha, y de los tiempos que vive hoy la Patria, quisiera reflexionar sobre María de la Caridad, su esposo José, y su corresponsabilidad en la misión de fundar la sagrada familia de Nazaret. Todo ello en clave de fe cubana.
Dos anunciaciones
Podemos asegurar que el encuentro con Dios, el llamado del Padre es personal. Dios se presenta de diferentes formas. No todos somos llamados de igual manera, ni para la misma misión. El ángel Gabriel se presentó a María, a José se le aparece un ángel en sueños para informarle que es parte de la misión.
En estos tiempos de carestía material y espiritual, de división de las familias por el éxodo casi masivo, de ausencia de referentes morales fuertes, de un laicismo exacerbado al punto de caer en el relativismo moral o la cultura del todo vale ¿Cuál consideramos que es el llamado de Jesús contemporáneo? ¿Cuál es el anuncio? ¿Cuál es la Buena Noticia hoy?
Meditemos sobre las respuestas a estas interrogantes y no dudemos que contando con Dios siempre podemos más, que la esperanza no defrauda, que el amor todo lo espera y todo lo soporta, que las realidades humanas y los poderes del hombre son pasajeros ante la grandeza del Señor. Dios respeta tanto nuestra libertad que parece necesitarla -decía el papa emérito Benedicto XVI en 2012 durante su visita a Cuba. Pues en nombre de esa libertad estemos atentos como María y José ante al mensaje que Dios tiene para nosotros en esta tierra, aquí y ahora.
Dos renuncias
La salida más fácil puede ser zafarse del problema, salir, irse. Podría ser la respuesta inicial tanto de María como de José. Él también estuvo tentado a huir, pero permaneció. Entendió el anuncio, la misión y renunció a la primera opción: la estampida. María renunció a hacer su plan personal para entrar en el plan de Dios asumiendo la maternidad del Redentor. “Hágase en mí tu voluntad” fue el sí más rotundo de María. Renunció a algo que suponía embarcarse en un proyecto grande, complicado, para siempre.
En estos tiempos difíciles de Cuba, como María que en nuestra tierra tiene advocación de la Caridad, y como José esposo y padre adoptivo, debemos saber renunciar a las facilidades temporales para ofrecer los mejores carismas al servicio de la Iglesia y de la Patria. Debemos renunciar a la zona de confort que suponen, en ocasiones, algunos espacios e instituciones. Debemos “buscarnos lío” como exhortó el Papa Francisco a los jóvenes, si ello supone la defensa de la vida en la verdad, la justicia y el amor. Ante la emigración continúa y dolorosa recordamos que las migraciones son un derecho humano, pero también lo es quedarse y permanecer trabajando por la Iglesia y por Cuba. El plan de Dios siempre supera al plan de los hombres. Por ello, Dios mediante, también saldremos de esta encrucijada. María y José, fiándose del Señor, confiaron y aceptaron la gran misión para la que fueron elegidos.
Una misión compartida
La misión compartida de María y José fue la de formar la sagrada familia de Nazaret. Jesús creció bajo la tutela de sus padres y la custodia del Altísimo. ¿Cuál es la misión de los padres? No tenemos dudas que uno de los puntos más importantes en esta misión es la protección de sus hijos. Ahí estamos claros. Pues también debemos estar muy claros que la otra arista fundamental es la educación. La protección y la educación son el binomio que todo padre y madre debe conjugar para garantizar el futuro de hombres y mujeres de bien. Protección y educación para crecer como Jesús en el cultivo del espíritu y del cuerpo, para crecer en gracia y estatura.
En nuestra sociedad, la familia cubana debe seguir el modelo de la familia de Nazaret. Más allá del hogar, la comida y las relaciones, debemos dar a nuestros hijos una educación esmerada, que pondere el cultivo de los valores y las virtudes, que enseñe a pensar con cabeza propia y a vivir en dignidad.
La religión es un componente vital en la formación educativa. El Papa Francisco nos dice que “La religión es importante para la educación porque reafirma la condición de excelso que tiene el hombre. Cada mujer y cada hombre tienen derecho a educar a sus hijos en sus valores religiosos. La incidencia del Estado en la privación de esta formación puede llevar a casos como el nazismo, en el que los chicos eran adoctrinados con valores ajenos a los de sus padres. Los totalitarismos tienden a copar la educación para llevar el agua a su propio molino”.
La realidad cubana en cuanto al tema de familia está marcada en estos últimos tiempos por un nuevo código de “las familias” que presenta un modelo alejado de la familia de Nazaret, no solo porque enarbola otra concepción del matrimonio, que no unión civil igualitaria, sino porque no cuida a la familia cubana, no protege todos los derechos para todos, no es coherente con el interés superior del niño, no es verdaderamente inclusivo. Este código redefine los conceptos de matrimonio y familia y, sobre todo afecta la dignidad humana.
En esta Fiesta de la Virgen de la Caridad del Cobre, pedimos más fuertemente a la madre de todos los cubanos: ¡ruega por nosotros!
- Yoandy Izquierdo Toledo (Pinar del Río, 1987).
- Licenciado en Microbiología.
- Máster en Bioética por la Universidad Católica de Valencia y el Centro de Bioética Juan Pablo II.
- Máster en Ciencias Sociales por la Universidad Francisco de Vitoria, Madrid, España.
- Miembro del Consejo de Redacción de la revista Convivencia.
- Responsable de Ediciones Convivencia.
- Reside en Pinar del Río.