Uno de los graves problemas de fondo en Cuba es replicar el mismo lenguaje, las mismas actitudes y los mismos métodos que utilizan los otros. Parece un contagio nacional tanto en la Isla como en la Diáspora.
En estos días he tenido la dicha de visitar el monasterio de monjas Carmelitas Descalzas en La Habana. Ellas viven toda su vida en clausura estricta, es decir, son mujeres que se consagran totalmente a Dios encerradas en su claustro para poder dedicarse por completo a la oración, la contemplación y la adoración a Dios, mientras que trabajan con sus manos para ganarse su propio sustento porque el trabajo puede ser también otra forma de oración
Con expectación y sosiego esperé la ceremonia de inauguración de los Juegos Olímpicos de París 2024. Pensé: al fin tendremos un oasis de deporte sano, fraternidad universal, belleza y cultura, aún más, siendo en París. La mezcla de historia de las olimpiadas modernas y del país sede, los lugares icónicos, la literatura, la música, las artes visuales, con la deportividad, me hicieron recordar aquello de «mente sana en cuerpo sano»
Cada vez, con más frecuencia, escuchamos en Cuba que, en un debate o en una discusión se recurre a la ofensa personal y a la falta de respeto al otro. La falta de razones trae las ofensas. La debilidad interior desemboca en la falta de respeto.
En los tiempos de crisis en que estamos viviendo los cubanos, me parece de vital subsistencia cultivar la inteligencia tanto racional como emocional. En efecto, los cubanos también hemos sobrevalorado a aquellas personas que tienen un alto coeficiente de inteligencia racional o cognitiva, pero pareciera que hemos abandonado el cultivo de la educación de la inteligencia del corazón
Hemos entrado en el período vacacional y la familia se ve desbordada por la presencia continua de los más pequeños en casa. Creo que es hora de insistir en la importancia suprema de la familia, especialmente en Cuba en que tantas familias están divididas por dentro y dispersas por fuera.
En Cuba se ha presentado un proyecto de ley de ciudadanía. Todavía no es ley. Se ha pedido a los cubanos que expresemos nuestras opiniones. Más que los detalles jurídicos del proyecto de norma, hoy quisiera compartir con ustedes mi opinión sobre el fondo de la propuesta, sobre su eticidad
La verdad no se negocia. La verdad como el amor no se vende, ni se trueca a cambio de nada. El que cambia la verdad por acceder a posiciones o por establecer un pretendido diálogo, pierde mucho más que lo que gana, porque pierde la moral, porque pierde la coherencia en su vida, porque vivir en la mentira es negar la vida misma
De tanta frustración por la ineficiencia del sistema y por haber pensado o “creído” que las soluciones podrían venir del Estado totalitario, hemos perdido la esperanza. Una falsa esperanza que consiste en vivir con la falsa ilusión de que, al controlarlo y ser dueño de todo, el Estado tendría más posibilidades de “resolvernos” la vida. Y la vida misma nos ha decepcionado. Pusimos nuestra esperanza en el lugar equivocado
La visita a Cuba de cuatro navíos de las fuerzas armadas rusas en los próximos días, entre ellos un submarino de guerra, vuelve a poner sobre la mesa temas de tal gravedad que merecen toda reflexión y objetividad. Este acontecimiento abre muchas interrogantes