Buena política, mala, regular… depende de los políticos

Miércoles de Livia

“La política es muy sucia” es una frase que aquí en Cuba se dice mucho refiriéndose a la política partidista. No es raro ver discusiones en las que se emite un juicio sobre decisiones políticas en uno u otro lugar, en cualquier tiempo, y se termina acusando de sucia a la política.

Es cierto que la historia del mundo recoge acciones políticas de todo tipo. Pero no podemos olvidar que los responsables son los políticos, no la política. No se puede hacer alta política sin políticos éticos y la mala política no existiría sin políticos mediocres o inmorales. Entonces no olvidemos que la persona del político es la que hace política. Por eso creo que una de las cualidades principales de un político es tener calidad humana, ser una persona de bien. Esto significa que posea ciertos valores indispensables: humanismo, respeto a la dignidad propia y de los demás, honradez, honestidad, lealtad, sentido de justicia, generosidad, magnanimidad, moderación, entrega, responsabilidad, modestia, entre muchos otros que se pudieran agregar. Debe tener muy claro que su misión es servir y buscar el bien común. Esa es la eticidad de la política. Agreguemos que todo eso no basta si no se tienen inteligencia y vocación. Entonces estaremos de acuerdo en que cualquiera no puede ser un buen político.   

La existencia de un solo partido político en Cuba nos ha frustrado el ejercicio de escoger entre varias opciones la que consideremos mejor. Hace 59 años que a los cubanos “nos da igual” el nombre del político porque es la misma política, pero la realidad cambiará, espero que muy pronto, y hay que estar atentos a lo nuevo que vendrá: políticos y  tipos de políticas. Buenos, malos, regulares… ya veremos. ¡Atentos!

 


Livia Gálvez Chiú (Pinar del Río, 1971).
Licenciada en Contabilidad y Finanzas.
Miembro del Consejo de Redacción de Convivencia.
Reside en Pinar del Río.

 

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