¿QUÉ HACER ANTE LA CRISIS Y LOS PROBLEMAS COTIDIANOS?

Miércoles de Jorge

Cuando las cosas se ponen malas, cuando la crisis aprieta, cuando la represión se hace más presente, más abierta, y más cruel, a veces predominan los sentimientos, las emociones, los impulsos, sobre la razón y sobre la inteligencia. Es lógico, pues somos humanos. Esto es una realidad muy presente en la Cuba de hoy, la forma de enfrentar los problemas y obstáculos que se van presentando, a menudo está sesgada por emociones difíciles de controlar. Con frecuencia pasa, que nos quedamos atónitos, aturdidos, inmóviles, con dudas, con miedos, con prejuicios, con autocensura y justificaciones enajenantes. Huimos de la realidad, no sabemos muchas veces como responder a la pregunta de qué hacer ante tanto dolor, ante tanta violencia y degradación humana, ante violaciones de derechos y libertades fundamentales. Como cristiano, a veces me cuesta enfrentar la pregunta de qué haría Jesús en este momento, y me cuesta asumir las respuestas que luego de un discernimiento me sugiere la conciencia. Supongo que es común, que es algo que a muchos le pasa, especialmente cuando las dimensiones de las crisis y los problemas son tales, que se reducen las posibilidades de escapar de ellos.

Educarnos es la única respuesta que encuentro viable ante lo descrito anteriormente, educarnos para ser prudentes, para encontrar un balance que evite posiciones extremistas en las cosas que hacemos, para pensar bien antes de dar un paso, para no hacer mudanzas en tiempos de tormenta, para no dejarnos llevar por instintos y emociones, sino por la razón, que no los excluye. Educarnos para ejercer nuestras libertades, participar en la solución de los problemas, proponer nuevas ideas, denunciar las injusticias, buscar la verdad de las cosas, solidarizarnos con quien sufre. Educarnos para ser auténticos, sinceros, para no tener doble moral, para vivir en la coherencia, para ser humildes, respetuosos, valientes, solidarios, serviciales y resilientes.

Cada día que pasa, la vida cotidiana en este país nos pone frente este reto, el reto de crecer y madurar en virtudes y valores éticos y cívicos. Para que nuestras respuestas a esos problemas sean cada vez más humanas, más viables, más centradas, inclusivas, respetuosas de la diversidad, y promotoras de valores democráticos. Para que evitemos generar cambios sociales que nos lleven hacia nuevas formas de exclusión, de violencia, de irrespeto a la persona humana. Para que demos pasos en el camino de construir un país verdaderamente próspero y sostenible, un país que avanza hacia el desarrollo humano integral.

Esto ha de ser un ejercicio constante, una rutina diaria, no podemos esperar a que del cielo caigan los cambios que necesitamos, no podemos aspirar a que un día como por arte de magia todos los cubanos de una vez seamos ciudadanos libres y responsables, que participan activamente en la vida económica, política y social de la nación, y que sean los verdaderos protagonistas de su vida, de su futuro personal y social. Esto es un camino. Un camino difícil, un camino diario, que requiere entrenamiento, requiere preparación, requiere esfuerzo constante, y pasos firmes aunque pequeños, para poco a poco ir escalando en cuanto a madurez cívica, en cuanto a formación ética y moral, en cuanto a valores y principios fundamentales que nos permitan enfrentar de manera efectiva y buena, las dificultades cotidianas.

De modo que las crisis no nos derrumben, no nos paralicen, no nublen nuestra visión, no nos dejen inmóviles y por tanto indiferentes ante las situaciones de dolor que vemos a nuestro alrededor, sino que seamos capaces de desarrollar las habilidades personales y las capacidades humanas necesarias para enfrentar los obstáculos con resiliencia, para encontrar las oportunidades que toda crisis ofrece, para no perder las esperanzas, ser perseverantes y seguir dando pasos hacia la concreción de nuestro proyecto de vida personal y social, uno donde la vida sea cada vez más digna.

 

 


  • Jorge Ignacio Guillén Martínez (Candelaria, 1993).
  • Laico católico.
  • Licenciado en Economía. Máster en Ciencias Sociales por la Universidad Francisco de Vitoria, Madrid, España.
  • Miembro del Consejo de Redacción de la revista Convivencia.

 

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