¡Adiós 2020!

Jueves de Yoandy

Hoy es el último día del año 2020. Aquello de que sería un buen año, porque si de visión se trataba tendríamos el patrón óptimo de 20-20, tan pronto comenzaron a pasar los meses se fue desmontando. Ha sido difícil para todo el mundo, ¿qué vamos a decir los cubanos? Si antes habían deseos generalizados de que pasara rápido 2020, el panorama que se vislumbra para 2021 vuelve a echar por tierra la consigna de que todo tiempo futuro será mejor. Incertidumbre, crisis, desesperanza versus la certeza de que algo se mueve en Cuba. Desgraciadamente la crisis provocada por la pandemia ha venido a visibilizar, aún más, lo que algunos necesitaban ver con mayor claridad: el problema de Cuba es estructural.

Como suele suceder a fin de año (al menos eso acostumbro a hacer en el plano personal) predominan los balances, los resúmenes, la reflexiones en torno a lo vivido en las diferentes esferas de la sociedad. Pero no voy a hacer ese trabajo porque no es objetivo de esta columna, y requeriría el concurso interdisciplinar de muchos especialistas. Comentaré mis impresiones, y el trabajo realizado en este año que hoy llega a su fin.

En un breve análisis por puntos, el mundo tendría que hablar, en primer lugar, del Coronavirus. La pandemia que ha significado la COVID-19 ha sido el centro de atención, en el caso de Cuba desde el mes de marzo cuando se reportaron los primeros casos. La cobertura de los medios de prensa oficial, la regulación de la movilidad dentro del país, el cierre de las fornteras aéreas, el establecimiento de medidas de restricción de todo tipo, han marcado la vida cotidiana. Inevitablemente, la pandemia ha visibilizado las deficiencias de los sistemas sanitario y de alimentación en Cuba, por solo hablar de dos de los sectores más deprimidos. Las archiconocidas excusas del bloqueo-embargo norteamericano, y la “culpa” de los acaparadores, se han establecido nuevamente como justificación a los males existentes, que anteceden al virus en Cuba. Por otra parte, y quizá inclinándome un poco hacia el sector que un día representé, la pandemia del Coronavirus ha venido a validar el papel de los científicos, muchas veces vistos como en la cúspide, en un gurú muy alejado de la realidad, o separado de la sociedad común. Hoy día los términos PCR, anticuerpos, vacunas y hasta sus clasificaciones, se han convertido en lenguaje común. La biología molecular, una herramienta cotidiana. Sin dudas factores que en este cambio de época que vivimos se quedarán incorporados al acervo humano después de 2020.

En segundo lugar, la realidad cubana en 2020 ha estado marcada por la censura en línea a personas y a medios de prensa. Se han incrementado los ciberataques, el linchamiento mediático, que parece ser que para cierre de año cobra fuerza, y se han vuelto a usar métodos ilegales como la incomunicación como castigo. Decenas de activistas de la sociedad civil y periodistas independientes hemos sufrido cortes de telefonía, mensajería, acceso a datos móviles. Algunos han protagonizado sendos reportajes en espacios televisivos y hasta en la emisión estelar del noticiero nacional de la televisión cubana. Otros, no ya disidentes conocidos, ni periodistas independientes, también han ocupado la pantalla para servir de juicio ejemplarizante, por delitos de acaparamiento, venta ilícita y otros argumentos, que enturbian la verdadera causa que es la crisis económica y desabastecimiento que vive el país. Estos hechos constituyen ejemplos de violencia verbal, y provocan el enfrentamiento ciudadano-ciudadano, que se aleja de la paz y la fraternidad. Pero ¿qué podemos esperar si el artículo 4 de la actual Constitución cubana legitima la violencia? De este punto se deriva también el incremento de la represión en el país y la militarización de las calles a efectos de organizar las colas y garantizar el orden en todo tipo de establecimientos.

En tercer lugar, el gobierno cubano ha decidido en medio de esta crisis pandémica aplicar algunas reformas en el plano de la economía, que afectarán grandemente a los ciudadanos de a pie. Lo que comenzó como un incentivo del comercio electrónico, con la infraestructura y el burocratismo que caracteriza al sector estatal, devino en la red de tiendas en MLC a lo largo de todo el país. Estas se han ido incrementando paulatinamente, mientras los salarios siguen siendo en moneda nacional, y los bancos en Cuba no venden dólares americanos. En este punto podemos agregar el tema de la reforma salarial y el aumento de la tarifa eléctrica, medidas que desde ya generan descontento en la población. Indiscutiblemente, la reforma más anunciada, ha sido el “ordenamiento monetario”, la hora cero que ajustará los relojes de los cubanos a una moneda extranjera, porque la moneda nacional, una vez más, quedará devaluada.

Los tres puntos anteriores describen el contexto de crisis; sin embargo también en este año, de manera general, la sociedad civil cubana ha trabajado mucho y ha dado signos de madurez y crecimiento. Estos últimos traducidos en los sucesos frente al Ministerio de Cultura en La Habana, el 27 de noviembre, e impulsados anteriormente por la huelga y las acciones pacíficas del Movimiento San Isidro. Las demandas presentadas al viceministro de cultura traspasan a la comunidad artística para representar a cada cubano sin voz ante el monopolio del Estado. Que suena a quijotadas en sistemas como el nuestro… puede ser. Pero nunca antes se había visto una noche tan oscura resplandeciendo tanto, una chispa que prendiese en tantos intelectuales, artistas y pueblo en general, un hecho que pusiera tan en alto la dignidad de los cubanos. Un suceso que indica que Cuba respira, que el corazón late y que la fuerza de la verdad y el amor triunfarán. Ya lo decía el Apóstol: “La verdad, una vez despierta, no vuelve a dormirse” (José Martí).

En lo particular, el Centro de Estudios Convivencia (CEC), contrario a lo que pudiera pensarse por cuestiones de confinamiento, ha trabajado mucho y con muchas personas:

  1. En el mes de febrero pudo desarrollarse el VI Encuentro de Pensamiento y Propuestas para Cuba del CEC en la Universidad Internacional de la Florida, con los temas 1. “Ética, Política y Religión”, y 2. “Gobernabilidad y gobernanza democrática”, y la participación de más de 30 cubanos de la Isla y de la Diáspora.
  2. En el mes de mayo el CEC publicó su Informe sobre “La COVID-19 en Cuba y sus consecuencias en la etapa de postpandemia: visión y propuestas” con la colaboración de nueve autores, cuatro de la Diáspora y cinco de la Isla. Se abordaron propuestas de estrategias y políticas públicas en el sector de la salud, en el sector de la economía, así como la relación de la postpandemia con el cambio de época, y la importancia de los think tanks y la comunidad de ellos en esta etapa. Este informe, reformado, y convertido en artículo científico, inauguró las páginas de la Revista Foro Cubano en su primer número correspondiente a julio-diciembre de 2020.
  3. Otras múltiples actividades han sido: participación en la Red Alumni de la Universidad Francisco de Vitoria de Madrid, donde actualmente tres miembros del CEC cursamos el Programa de Doctorado en Humanidades, Filosofía y Estética; participación en sesiones y paneles de estudio con la comunidad de think tank de la Universidad de Pensilvania como parte de su Programa de Think Tanks y Sociedad Civil; la incorporación a Civicus, alianza global dedicada a fortalecer la acción ciudadana y la sociedad civil en todo el mundo; participación de nuestro director en la sesión extraordinaria del Parlamento Europeo sobre la implementación del Acuerdo de Diálogo Político y de Cooperación entre la Unión Europea y Cuba.

La realidad que hemos vivido este año ha conducido al aumento de las redes de contacto, a la modalidad semipresencial en muchos eventos, a un mayor uso de las redes sociales y de plataformas digitales para el encuentro. Un año marcado por un modo diferente de vivir desde la Semana Santa hasta la Navidad, pero con un morral de enseñanzas al hombro para transitar, pacíficamente, pero con mayores grados de responsabilidad hacia 2021.

En el año de la encíclica Fratelli tutti, sobre la fraternidad y la amistad social, en el año de una de las cartas más encarnadas que han escrito nuestros obispos cubanos, en el año en que la revista Convivencia llega al mismo número de ejemplares de aquella Vitral intervenida después de su número 78, en el año, llamemósle así, de la resurrección de Cuba, sobran las lágrimas, pero miremos también los pequeños signos de la luz. Ellos son el preámbulo de un nuevo año donde los cubanos seguiremos trabajando por la anhelada libertad.

¡Feliz Año Nuevo 2021¡

¡Que la paz reine para siempre en Cuba!

 

 


  • Yoandy Izquierdo Toledo (Pinar del Río, 1987).
  • Licenciado en Microbiología.
  • Máster en Bioética por la Universidad Católica de Valencia y el Centro de Bioética Juan Pablo II.
  • Máster en Ciencias Sociales por la Universidad Francisco de Vitoria, Madrid, España.
  • Miembro del Consejo de Redacción de la revista Convivencia.
  • Responsable de Ediciones Convivencia.
  • Reside en Pinar del Río.

 

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