Por María del Carmen Gort Henríquez
Los cubanos, cuando analizamos la realidad que vivimos, nos referimos a la necesidad de cambios sociales y dentro de ellos a la urgencia de los cambios que suponen mejoras económicas. Estos cambios son muy necesarios, pero en mi opinión, no habrá cambios profundos y duraderos, ni se podrá construir una sociedad, si no comenzamos por reconstruir a la persona.
La reconstrucción del entramado de la sociedad civil desde la persona, es el objetivo que propone “Ética y Cívica: Aprendiendo a ser persona y a vivir en sociedad”. Este libro presentado con el sello de Ediciones Convivencia, recopila 14 de los cursos referidos a la educación ética y cívica, que formaron parte del fondo material del Centro de Formación Cívica y Religiosa de la diócesis de Pinar del Río en el período entre 1993 y 2007.
Ante nosotros hoy, tenemos un sueño anhelado por quienes en aquel Consejo Pastoral Diocesano de 1992, reflexionando sobre la realidad que afectaba a los cubanos y los nuevos retos para el trabajo pastoral, pensamos en la necesidad de crear un centro que se convirtiera en un espacio en el cual, el cubano despersonalizado, que vivía desalentado y desarraigado, fuera reconstituyendo su ser personal y la sociedad con el aporte de todos.
Han pasado más de 20 años y esta realidad no ha cambiado, es más, en muchos aspectos se le han sumado matices nuevos y en otros se ha agudizado.
En mi opinión, la formación ética y cívica que han recibido las diferentes generaciones de cubanos, ha sido deficiente y ha sido interrumpida en los últimos 50 años.
A finales del siglo XVIII comenzamos a tener conciencia de lo autóctono, de lo criollo, orgullosos de ser un pueblo nacido en esta tierra. Durante el siglo XIX, con las guerras por la independencia, esta conciencia de ser criollo, de ser cubano, fue creciendo en diferentes generaciones de cubanos. A partir de esta etapa fueron apareciendo movimientos, grupos, documentos y publicaciones, con una franca preocupación por las cuestiones de la nación, así crecía la preocupación por todo lo referente a nuestra nacionalidad. En la etapa de la república, se dieron los primeros pasos en la estructuración de la sociedad civil, la Constitución de 1940 y todo el movimiento social a su alrededor, fueron un signo fehaciente. Así, poco a poco, en diferentes niveles de enseñanza se comenzaron a introducir en los programas de estudio, la asignatura Moral y Cívica, que contribuía a la educación en estas esferas.
A partir de 1959 esta asignatura fue eliminada de los programas de estudio, pero quedaron los frutos y el testimonio de muchos maestros, quienes supieron transmitir a generaciones de niños y jóvenes, la savia recibida de sus predecesores y continuar formando a sus educandos en los mejores valores humanos.
No fue hasta la década de los noventa del pasado siglo, que vuelve a los programas de clase de nuestros estudiantes la asignatura de Cívica, sin embargo, con deficientes referencias a los temas sobre urbanidad, principios éticos, valores humanos y actitudes.
Después de dos décadas en las que se han hecho esfuerzos por recuperar la enseñanza de los temas de cívica, se deberían notar en nuestros jóvenes algunos de sus frutos, y me pregunto: ¿Por qué hoy tenemos que volver a insistir en la necesidad de la formación en valores? ¿Por qué en muchos de nuestros estudiantes constatamos una deficiente formación en lo más elemental de la ética, de los valores y derechos humanos? ¿Por qué el término de deberes cívicos, escala de valores, actitudes éticas, formación de la conciencia, se ha desterrado de la formación de nuestros niños y jóvenes? ¿Por qué educadores y padres se quejan de que sus hijos y estudiantes cada día tienen menos motivaciones y que las “generaciones jóvenes no son como las anteriores”? ¿Qué es lo que ha fallado?
Los cursos que nos presenta “Ética y Cívica: Aprendiendo a ser persona y a vivir en sociedad”, fueron elaborados por el equipo del Centro, partiendo de la realidad, iluminándola desde la Doctrina Social de la Iglesia y volviendo a la realidad para hacer entre todos propuestas para transformarla. Comienza con “Somos personas”, va ampliando el círculo y nos ubica en el primer espacio de socialización, con “Somos familia” y luego salimos a la sociedad, por eso, otro curso: “Vivimos en sociedad”. Así se comienza a articular la sociedad civil desde el barrio, los trabajadores, los estudiantes, los universitarios, los pequeños empresarios, la educación, la economía, la ética, los valores y los derechos humanos, entre otros.
Para quienes consulten este libro, es importante que sepan, que no están frente a un programa de clases, estamos frente a una propuesta que ofrece una guía para los encuentros. Los presentadores de los temas no son maestros, sino animadores y quienes asisten a los cursos no son alumnos, son participantes, todos con la clara convicción de que somos protagonistas de nuestra formación. Los temas y los contenidos de los cursos no están acabados, son una propuesta que necesita del aporte de todos para ir mejorándolos. Convocamos a encuentros no para hacer una crítica estéril de la realidad, sino desde esa misma realidad hacer propuestas para transformarla. Las opiniones que pongamos en común, los sueños compartidos, las pequeñas propuestas de acción, lo que podamos hacer entre todos, es lo más importante en los encuentros.
Lo más valioso de esta nueva propuesta, es la posibilidad de crear un espacio de participación entre todos los cubanos, donde cabemos todos, independiente de la orientación filosófica, el credo religioso, el nivel de instrucción, todos tenemos y debemos preocuparnos por nuestra formación ética y cívica.
Un acercamiento al pasado, presente y futuro de la educación cívica en nuestro país, fueron los momentos, en los que muchos amigos de Convivencia, nos detuvimos a reflexionar en la pasada noche del 22 de junio de 2014 junto al muro de Convivencia, donde fue presentado este libro “Ética y Cívica: Aprendiendo a ser persona y a vivir en sociedad”. El primer panelista fue Yoandy Izquierdo Toledo, corrector y diseñador de este volumen, quien narró el desarrollo de Ediciones Convivencia, de las que es responsable, y de sus demás libros editados. El pasado, cómo surgió el Centro y cómo surgieron muchos de estos cursos fue presentado por María del Carmen Gort Henríquez. El momento que vive actualmente la revista Convivencia, fue presentado por Dagoberto Valdés Hernández. Las perspectivas futuras, las posibilidades que este libro pone en manos de educadores, familias, ciudadanos, grupos sociales, estuvieron a cargo de María Caridad Gálvez Chiú.
Escuchar las experiencias de todos, los que ya han compartido vivencias con estos cursos y también de quienes hoy, siendo muy jóvenes, se acercan al estudio de estos temas, fue el espíritu que nos animó a todos y es motivo de gran alegría y confianza para todos con respecto a la formación ética y cívica.
Recuperar el espacio de encuentro y reflexión y lo que había aportado a cada uno de nosotros los cursos de ética y cívica, es una tarea que nos anima a todos, sin perder de vista nuestra responsabilidad personal en la reconstrucción de la sociedad civil. Que aquel espíritu de la fuerza de lo pequeño y del valor de las pequeñas cosas, sea quien nos mueva a retomar esta propuesta a muchos más y a compartirla con otros que, como nosotros, viven con una preocupación por las cuestiones sociales.
María del Carmen Gort Henríquez (Pinar del Río, 1966).
Doctora en Estomatología.
Reside y trabaja en Guanajay.