Hoy comienza el último mes del año 2022. Tiempo de hacer balance, análisis de lo vivido y sacar tanto lo positivo, como lo negativo, para intentar no caer, nuevamente, en los mismos errores cometidos. Buscar solución a todo aquello que pudo ser mejorado y no se hizo, y trazar nuevas metas, alcanzables, para el tiempo venidero, podrían ser los principales motivos para hacer, desde ya, nuestros propios balances del año que termina.
En primer lugar, el 2022 ha estado marcado por la crisis migratoria que ya venía avanzando desde 2021. La fuga de niños, jóvenes y hasta ancianos por la vía de Nicaragua alcanza casi 178 mil cubanos en el año fiscal 2022, según el Centro para la Democracia en las Américas.
Esta nueva oleada supera los registros combinados del éxodo del Mariel (1980) y la crisis de los balseros (1994). La llamada “ruta de los volcanes” ha intentado disminuir la presión interna, dejando escapar a todo aquel que, teniendo la decisión de salir de Cuba, tenga dinero para pagar los altísimos costos de los pasajes y la travesía. Por esta vía han emigrado estudiantes de todas las carreras universitarias, familias completas y profesionales de todo tipo. El derecho a la emigración es un derecho humano pero, como decía el apóstol José Martí: “Cuando los pueblos emigran, los gobernantes sobran”.
En segundo lugar, el país ha agudizado la crisis en todos los sectores de la economía, traduciéndose en la vida del ciudadano de a pie en aumento de la escasez hasta llegar en algunos puntos a la pobreza extrema. La continuidad de las tiendas que venden en MLC, el aumento del valor del dólar y otras monedas extranjeras en el mercado informal, la venta por parte del gobierno de dólares a la población, igualmente a tasas de cambio elevadas, que nada tienen que ver con los salarios de los trabajadores cubanos, son algunas de las causas de la crisis macro que llega a los hogares cubanos traducida en la ausencia de un pan para comer o una medicina para tratar una enfermedad por simple que sea, para no hablar de un paciente hospitalizado.
Cuba aumenta su deuda externa e intenta negociar, pero son demasiados los millones y algunos acreedores reclaman con razón, tal es el caso de las Cortes Reales de Justicia de Londres que han convocado para enero de 2023 un juicio presencial.
Por un lado, la pandemia del Coronavirus (que dicho sea de paso, hizo volcar todos los recursos no solo biotecnológicos, sino de todo tipo, en función de la creación de candidatos vacunales autóctonos en los que el país puso esperanza para la exportación y no resultó) y por otro lado, catástrofes que han venido sucediéndose como el incendio de la base de supertanqueros de Matanzas y el paso del huracán Ian por la provincia de Pinar del Río.
Estos dos últimos hechos han venido a incrementar la crisis energética que ha vivido el país de un extremo al otro de la Isla, excluyendo en un principio a La Habana, que luego se sumó a los afectados bajo el concepto de “apagones solidarios”.
En tercer lugar, y por solo hablar de tres, desde el punto de vista social el caos aumenta. Con la emigración un gran número de familias cubanas se encuentran ahora más divididas. El curso escolar ha tenido una calendario atípico afectado por algunos de los factores mencionados cómo la pandemia y el “déficit energético”.
Muchas de estas situaciones han provocado nuevos estallidos sociales como los sucesos de Nuevitas y de otras ciudades a lo largo del país. Algunas de ellas han tenido las mismas consecuencias del 11 de julio de 2021.
En este particular cabe mencionar el Referendo Popular para aprobar o no el polémico “Código de las Familias” que, a pesar de tener muchos detractores desde un principio, y contrario al pronóstico de algunos de que no sería aprobado, resultó validado en el mes de septiembre de este año. El debate, una vez más, se centró en la unión civil igualitaria y los derechos de la comunidad LGBTI, derechos humanos todos respetables, para introducir también otros artículos relacionados con la adopción, la responsabilidad parental y la autonomía progresiva. Estos temas son extremadamente complicados en una sociedad con elevada manipulación ideológica.
A juzgar por estos tres puntos, de una lista que podía ser interminable, no es necesario calificar el estado general del país en este momento. Cada lector lo puede hacer por sí solo.
Aquello que era un consigna vacía de que “avanzamos a pasos agigantados hacia un hogar sostenible”, se une a la utopía de un futuro que se hace imposible sin garantizar un presente medianamente digno al nivel más mínimo que es la familia.
La solución podría estar tan lejos, o tan cerca, como el nivel de compromiso de cada cubano por contribuir, desde cada sector donde trabaje, hacia una propuesta de país donde la persona humana sea el centro y el fin de todas las políticas públicas, y no ocupe ese lugar el color de un partido o los liderazgos mesiánicos.
No sé por qué, llamémosle locura, pero el 2023 me da esperanza. No podemos estar más mal de lo que estamos. ¿O sí?
- Yoandy Izquierdo Toledo (Pinar del Río, 1987).
- Licenciado en Microbiología.
- Máster en Bioética por la Universidad Católica de Valencia y el Centro de Bioética Juan Pablo II.
- Máster en Ciencias Sociales por la Universidad Francisco de Vitoria, Madrid, España.
- Miembro del Consejo de Redacción de la revista Convivencia.
- Responsable de Ediciones Convivencia.
- Reside en Pinar del Río.