Jueves de Yoandy
El tema de la responsabilidad es polémico desde cualquier arista que se mire. Con frecuencia se confunde responsabilidad con culpa y se tergiversa, de esta forma, el valor humano que hace que calculemos la magnitud de nuestras acciones y actuemos en consecuencia.
La responsabilidad se puede manifestar en los diferentes ambientes de desarrollo de la persona, pudiéndose mover desde aspectos más generales como la responsabilidad social hasta otros más específicos como la responsabilidad laboral, ambiental o penal. Quisiera referirme precisamente a dos tipos de responsabilidad que nos tocan muy de cerca por estos tiempos y en esta tierra cubana.
La responsabilidad social, en primer lugar, es el compromiso que toda persona, como ciudadano y ser social, debe mantener en las interacciones con los demás y en su desarrollo con la sociedad en su conjunto. Quizá sea, de los dos tipos que voy a comentar, la más abarcadora, porque incluye el conjunto de interacciones de diversa naturaleza que se dan en una sociedad que cuenta con una pluralidad de base. Los cubanos debemos ejercitar este tipo de responsabilidad para poder discernir correctamente cuál es nuestro rol social, a qué misión debemos dedicarnos, cómo debemos actuar ante determinadas situaciones sociales, cómo enfrentar la crisis, y cómo articularse dentro de la sociedad civil respetando a todos sus miembros e interactuando en comunidad. La responsabilidad social es la que nos convoca a no quedar inmunes ante el dolor del hermano, ante la injusticia aunque no sea hacia nosotros mismos. La responsabilidad es el móvil que impulsa, y a la vez regula, los movimientos sociales en respuesta a las situaciones imperantes.
En vínculo estrecho con la responsabilidad social está la responsabilidad moral, que se refiere al compromiso de cada persona de responder frente a los actos que su conciencia le indica y asumir, en correspondencia, tanto los reconocimientos como penas o castigos que ellos conlleven. La responsabilidad moral se mueve más hacia el plano personal, pero es la base para una responsabilidad social eficiente y comprometida. Es la respuesta del yo interior que conduce a la responsabilidad social. Los cubanos debemos ejercitar más este tipo de responsabilidad, que pasa previamente por una educación en la moral y las buenas costumbres, sin censurar el pensamiento libre e independiente de panfletos establecidos que limitan el crecimiento personal y las libertades y derechos.
La responsabilidad social y la responsabilidad moral son los dos elementos sobre los que se produjo el estallido social del 11 de julio de 2021. Son la explicación para que miles de hombres y mujeres se lanzaran a las calles, pacíficamente, en ejercicio de su libertad ciudadana y en búsqueda de un futuro mejor, bajo el grito mayoritario de libertad, que ha sido tergiversado con violencia y actos vandálicos. Poco tiempo después, el incremento de la represión y el agravamiento de la crisis general en Cuba, han demostrado que precisamente se trata de un problema de responsabilidad. Al Estado corresponden ciertas y determinadas funciones, y al soberano, que es el pueblo, otras que van desde la evaluación de las políticas públicas hasta la expresión del descontento por las más diversas vías pacíficas que puedan ponerse en práctica.
El 11J cubano es un ejemplo claro de esa confusión entre responsabilidad y culpa. De hecho, desgraciadamente, parece ser que en Cuba la “culpa” siempre recae en el ciudadano. A propósito de este estallido social inédito en los últimos 63 años, y como si no quedaran más justificaciones posibles, aún existen aquellos ciudadanos que, ante las férreas condenas aplicadas a los manifestantes, entre ellos muchos jóvenes y hasta menores de edad, se preguntan dónde estaban los padres. He leído ese tipo de argumentos que colocan una vez más la responsabilidad en el terreno ciudadano e invierte el sentido de la relación Estado-persona humana para negar la realidad. Es hora de pensar que muchos padres estaban allí apoyando a sus hijos, también en la marcha; otros desde casa, y preocupados, acompañaban; y todos, incluso los que no se manifiestaron, o no se pronunciaron, sufren los males por los que los manifestantes protestaron. Si no hemos tenido la suficiente responsabilidad social hasta el momento, tengamos la responsabilidad moral de no aceptar las injusticias y luchar por alcanzar la libertad que Dios nos ha regalado.
- Yoandy Izquierdo Toledo (Pinar del Río, 1987).
- Licenciado en Microbiología.
- Máster en Bioética por la Universidad Católica de Valencia y el Centro de Bioética Juan Pablo II.
- Máster en Ciencias Sociales por la Universidad Francisco de Vitoria, Madrid, España.
- Miembro del Consejo de Redacción de la revista Convivencia.
- Responsable de Ediciones Convivencia.
- Reside en Pinar del Río.
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