Si algo ha distinguido a la gestión de la economía en el año 2021, es la excesiva cantidad de medidas que se han adoptado para lograr el tan mencionado “destrabe de las fuerzas productivas ” que permita salir de la crisis y avanzar hacia el progreso y el desarrollo. Demasiada medidas se han tomado (cientos de ellas en relación, por ejemplo, con el sector de agricultura), sin embargo los resultados de las propias estadísticas oficiales demuestran su baja eficacia. Hecho que también demuestra –aunque de forma más trágica– la cruda realidad que enfrentamos los cubanos.
La lista de problemas es bien conocida por todos: inflación sin precedentes, pérdida sensible del poder adquisitivo, desabastecimiento crónico de alimentos, medicinas y otros productos imprescindibles, inconvertibilidad de la moneda, auge del mercado informal de divisas con un tipo de cambio inalcanzable para muchos, segmentación de mercados que excluye a un amplio segmento de la población por su incapacidad para acceder a la “Moneda Libremente Convertible o MLC”, entre muchos otros.
Los problemas y las medidas adoptadas por las autoridades son muchos y guardan una relación directamente proporcional, pero las soluciones efectivas, eficaces, que muestren resultados positivos y mejoren el bienestar de la población no han aparecido, o al menos no con la magnitud que demanda la crisis actual. Incluso aperturas reconocidas por la mayoría como positivas, como es el caso de las MIPYMES, son medidas limitadas y que difícilmente alcanzarán algunos segmentos de la población que seguirán necesitando de otras reformas significativas.
Tal y como muchos economistas han sugerido una y otra vez, hay unas pocas reformas que pudieran tener muchos más efectos que los que se logran con el andamiaje de medidas que se han adoptado. Y esto, basado en la experiencia y en la ciencia, no en criterios políticos ni de otro tipo. Si el tiempo, los recursos y esfuerzos que se han dedicado para los cientos de medidas que este año han sido aprobadas por las autoridades, se invirtieran en generar incentivos; crear reglas del juego justas, claras, inclusivas y coherentes; así como en reconocer derechos y libertades fundamentales constitutivos de las personas, independientemente del sistema o modelo político, entonces los resultados podrían ser diferentes. De forma particular, valdría la pena para este 2022, avanzar en los siguiente aspectos:
- Eliminación de las prohibiciones que aún impiden que profesionales cubanos desarrollen sus talentos y capacidades en función del desarrollo del país, por medio de emprendimientos privados. A pesar de la apertura parcial del sector cuentapropista y de la micro y mediana empresa, aún quedan limitaciones importantes que lastran su desarrollo, como es el caso de los impedimentos a que los profesionales emprendan en ese sector. Absurdos que no son sostenibles y que limitan los potenciales efectos del sector privado a la economía.
- Otra de las áreas en la que han “llovido las medidas” y “acciones” para generar crecimiento es la agricultura, sin embargo los datos del último año muestran que a pesar de las medidas, los resultados han sido catastróficos. Como bien se ha propuesto en otras ocasiones por muchos académicos y expertos en la materia: no hacen falta cientos de medidas para que funcione la agricultura, sino que basta para empezar con que se permita a los campesinos producir lo que quieran, vender a quien quieran, fijar precios, y decidir sobre sus tierras y cultivos.
- Por último, otro de los sectores que ha acaparado “medidas” en los últimos años, es el sector empresarial estatal. Realmente he perdido la cuenta de los cambios que año tras año se aprueban para que este sector reaccione y se convierta en un dinámico, productivo, eficiente y potente sector de la economía. Sin embargo, persisten los bajos niveles de productividad, persisten las ineficiencias, el subempleo, los monopolios, las empresas subsidiadas o ahora con grandes pérdidas producto del reordenamiento monetario, entre otras limitaciones. Bastaría con dar verdadera autonomía a estas empresas, permitir una participación real y efectiva de los trabajadores en la toma de decisiones, y gestionarlas por criterios económicos y no políticos, para que se vea el cambio en dicho sector.
Ojalá que este año 2022, no perdamos más tiempo y recursos en medidas y más medidas, que como hemos visto no traen las soluciones que demanda la crisis cubana. Ni siquiera necesitamos medidas que “alivien el dolor”, los problemas que sufrimos son tan graves y estructurales, que demandan soluciones integrales, soluciones definitivas.
Jorge Ignacio Guillén Martínez (Candelaria, 1993).
Laico católico.
Licenciado en Economía. Máster en Ciencias Sociales por la Universidad Francisco de Vitoria, Madrid, España.
Miembro del Consejo de Redacción de la revista Convivencia.
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