EL 11J Y LA NECESIDAD DEL DIÁLOGO

Miércoles de Jorge

Luego del estallido social del 11J se hace aún más evidente la necesidad de diálogo en la sociedad cubana. La idea, vendida en la propaganda oficial, de un amplio respaldo de los cubanos al sistema de gobierno actual y a muchas de sus políticas, ha caído. Ya no se sostiene. La imagen de unos ciudadanos que deben callar y asentir con la cabeza ante cada decisión del poder político, también ha caído. Los cubanos han despertado, y con ello aflora la diversidad, la pluralidad, las diferencias, que siempre han existido pero que antes no encontraban cómo expresarse.

Ante este nuevo escenario, construir la unidad en la diversidad es un reto importante para la sociedad cubana en el momento actual. Lograr un pacto social que incluya a todos, que represente a todos, que garantice la construcción de un futuro tal y como lo soñó Martí “con todos y para el bien de todos”. Esa unidad en la diversidad de la sociedad cubana no ha de entenderse nunca más como un proyecto que mata la pluralidad y que en nombre de una idea o proyecto (ideología) somete al resto de la sociedad, no debe entenderse tampoco como un proceso automático y perfecto, sino como uno de construcción, de aprendizaje, de educación ética y cívica, en el que todos los cubanos diseñemos desde nuestras diferencias un proyecto común. Por último, ese proyecto común implica renuncias, implica sacrificios, implica entrega, solidaridad, sin renunciar nunca a nuestros derechos fundamentales pero sin dejar de cumplir con los deberes que estos implican.

La necesidad del diálogo es un tema que toma mayor relevancia a partir de los sucesos del 11J, y de las diferentes expresiones de violencia que ese día y los posteriores han tenido lugar. Algunos elementos que sustentan esa necesidad de diálogo son los siguientes: 1. El discurso de odio promovido a diario y en dimensiones exageradas por la propaganda oficial, no solo en los medios de comunicación, (aunque principalmente) sino en cada espacio en el que aún el gobierno tiene algo de presencia y participación. 2. La violencia que se generó alrededor del estallido social del 11J y días posteriores. La violencia engendra violencia, venga de donde venga, y los sucesos violentos de estos últimos días dejan una huella en muchos que debemos cuidar para que no desemboque en más confrontación, más enfrentamiento, más represión. 3. Además, los problemas que llevaron a los cubanos a las calles siguen sin tener la respuesta adecuada. Se sigue apostando desde los decisores políticos por “medidas”, pequeñas aperturas superficiales, respuestas luego de que explotan los problemas en lugar de un enfrentamiento proactivo y ágil. De esta manera, se generan condiciones propicias para que se repita el estallido social, y para que nuevos episodios de violencia dañen a este pueblo.

Ciertamente, el diálogo es difícil, pareciera una solución a veces menos atractiva a los problemas que la violencia, en el sentido de que requiere más esfuerzo, demanda más perseverancia y tolerancia. Pero la historia demuestra que el diálogo verdadero, es siempre la mejor solución a los conflictos, porque solo mediante el diálogo se puede alcanzar la paz verdadera y la amistad social, caminos imprescindibles para el bien común. La confrontación, el enfrentamiento, la lucha contra los otros, o cualquier otra forma de violencia, no son caminos que debamos valorar los cubanos en estos tiempos de tormenta.

Un diálogo con un gobierno que no quiere renunciar al poder es complicado, un diálogo con alguien que no te reconoce como contraparte, que te acusa de anticubano, y se empeña en dividir en lugar de emprender caminos de construcción común es cuando menos una faena difícil, y que puede parecer imposible o superflua. No obstante, es a la vez nuestra mejor garantía para un futuro de paz, de desarrollo, y de alegría. Seguir exigiendo por métodos pacíficos que se dé este proceso de diálogo verdadero, como vía de solución a los problemas que sufrimos los cubanos, ha de ser nuestra prioridad.

 

 


  • Jorge Ignacio Guillén Martínez (Candelaria, 1993).
  • Laico católico.
  • Licenciado en Economía. Máster en Ciencias Sociales por la Universidad Francisco de Vitoria, Madrid, España.
  • Miembro del Consejo de Redacción de la revista Convivencia.

 

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