El amor a algo es una decisión que implica compromiso, que implica acción y no simplemente sentimientos de simpatía o afectos. Cuando se ama se actúa con la razón y la inteligencia más que con los sentimientos, y se produce una entrega voluntaria y decidida del propio ser a la persona o la cosa que es el sujeto de amor. Si salimos a la calle en Cuba, y preguntamos a la gente si aman o no a la Patria, probablemente la gran mayoría de los entrevistados respondan afirmativamente a esta interrogante, sin detenerse mucho a pensar sobre las implicaciones o la profundidad de una afirmación como esa. Decir yo amo, es una responsabilidad, es un compromiso, es una decisión que impacta toda la vida de quien se embarca en tan bello y edificante camino.
Obviamente existen diferencias entre el amor a una persona y el amor a la Patria, a la tierra a la que pertenecemos, a la nación, en fin, al país propio. Sin embargo, existen generalidades en el acto de amar que pueden ser válidas en ambos casos, y precisamente sobre estos aspectos o características del amor al país en que vivimos, de donde somos, me gustaría reflexionar, no para cuestionar ni menospreciar comportamientos y menos a personas, sino para proponer una forma (el amor) mediante la cual relacionarnos con nuestro país, de manera que podamos establecer una relación mutuamente beneficiosa y edificante.
- El amor es fruto de una decisión que trasciende lo sentimental y lo emocional. Más allá de los momentos en los que la realidad nos agobia e invita a renunciar, a abandonar compromisos y responsabilidades, resulta fundamental construir una relación con nuestro país, con nuestra Patria, edificada sobre bases más sólidas, esto es, sobre la decisión maduramente asumida de ser fiel, de permanecer, de apostar por Cuba más allá de cuáles sean las situaciones concretas de nuestra cotidianidad, más allá de cuáles sean nuestros talentos, y más allá del lugar donde nos encontremos. Amar a Cuba es decidir amarla, más que fluctuar al ritmo de las emociones y los afectos.
- El amor implica sacrificio y compromiso con lo amado. Amar a Cuba es también sacrificarse, sufrir, cargar orgullosamente con nuestra cruz, llorar con las cosas que afectan y dañan al país, pero a pesar de todo ello mantener el compromiso, perseverar en la decisión. Las cosas no son color de rosa en las relaciones interpersonales, tampoco lo son en nuestra relación con Cuba. El amor no implica que todo irá bien, que el camino será lineal, ni que viviremos interminables momentos de alegría que cerrarán la puerta al dolor, los fracasos y los tropezones. Como bien hemos experimentado en nuestra historia nacional, es necesario sacrificarse para amar verdaderamente, es necesario enfrentar obstáculos para amar verdaderamente.
- El amor implica fidelidad y entrega a lo que se ama. En relación con lo anterior, amar a Cuba es serle fiel y entregarnos a ella, lo cual no impone la necesidad de renunciar a la familia, ni a la pareja, ni al trabajo, ni a ninguna otra riqueza que tengamos. Sino que implica, a través de nuestras vivencias cotidianas, con la familia, la pareja, en el trabajo, en el barrio, etc., serle fieles a Cuba. Implica aportar nuestro grano de arena desde las posibilidades que se nos presentan en nuestros círculos de incidencias, desde los dones y capacidades con los que contamos, y sobre todo, desde lo pequeño.
Finalmente, pudiéramos seguir reflexionando sobre lo que entendemos por amor a Cuba y las distintas formas en las que podemos concretar dicha realidad, sería insuficiente el breve espacio que ofrece esta columna. Por ello, propongo que seamos cada uno de nosotros, de forma individual quienes continuemos con la tarea de descifrar lo que significa amar a Cuba, y de traer dicha reflexión a nuestra cotidianidad, seguramente será más rica la reflexión mediante este ejercicio que lo que yo podría proponer aquí.
- Jorge Ignacio Guillén Martínez (Candelaria, 1993).
- Laico católico.
- Licenciado en Economía. Máster en Ciencias Sociales por la Universidad Francisco de Vitoria, Madrid, España.
- Miembro del Consejo de Redacción de la revista Convivencia.