Ayer en la mesa redonda, el ministro de turismo informaba sobre el desenvolvimiento de la industria turística en Cuba el pasado año. Al cierre de diciembre de 2019 la llegada de visitantes se situó en 4 275 000 turistas lo que se queda por debajo del estimado de 5 millones con el cual comenzó el año, y representa una caída de 9.2% respecto a la cantidad de visitantes que arribaron al país en 2018. Como siempre, sobran las justificaciones para justificar la caída y poco crecimiento del turismo en Cuba, entre las que destacan el embargo y la nueva oleada de sanciones como las relacionadas con los cruceros (según el ministro explica alrededor de 600 000 turistas menos), las limitaciones en las categorías que permiten a los americanos venir a Cuba, y las afectaciones de los vuelos.
En cuanto a los principales emisores, resalta Canadá que logró cerrar el 2019 con un crecimiento, al igual que Rusia que logró crecer un 30 %, ocupando al cierre de diciembre el cuarto lugar. Los principales mercados europeos (Reino Unido, Francia, Alemania, Italia) han decrecido en 2019, y para todos ellos la máxima cifra de turistas en los últimos 5 años la han alcanzado en 2017, luego de ese año se ha evidenciado un estancamiento. Al mismo tiempo los americanos alcanzaron su máximo en 2018 y ya para el 2019 disminuyó considerablemente el número de visitantes. A partir de estas informaciones ofrecidas por el ministro, de los datos publicados por la Oficina Nacional de información y Estadísticas, y de las constantes informaciones en los medios acerca del potencial del turismo y su capacidad para desarrollar la economía, sugiero reflexionar sobre los siguientes puntos:
1. La calidad de los servicios ofrecidos. Aún en el país se debe potenciar la calidad de los servicios que se ofrecen, aspecto que incluye desde las facilidades básicas de alojamiento, transportación y alimentación, hasta el trato personalizado y educado de las personas que trabajan en este sector. No son secreto las quejas de turistas por las condiciones de las instalaciones turísticas o el trato al que son sometidos, o los problemas de infraestructura que en ocasiones afectan la calidad de los servicios ofrecidos. Esta ha de ser una prioridad para el sector, potenciar la calidad de los servicios y las experiencias ofrecidas, desde lo material hasta lo espiritual o intangible.
2. La efectividad de las inversiones. En los últimos días, el destacado economista Pedro Monreal compartía información relevante al respecto en su blog “El Estado como tal”, y alertaba sobre la necesidad de adecuar las inversiones a las necesidades y a la realidad de la economía nacional, para lo que sería necesario corregir el desbalance sectorial existente. La industria del turismo es un sector que está decreciendo, que no genera los ingresos que debería generar, que no aprovecha al cien por ciento la inversión con que cuenta y a pesar de ello sigue recibiendo extraordinarias sumas de inversión hasta el punto de ser sector líder en ese sentido. Por un lado se debe racionalizar mejor los recursos en todos los sectores, y por otro el turismo ha de utilizar los recursos con que cuenta de forma más eficiente.
3. La optimización de los ingresos recibidos por turismo. En relación con el punto anterior, a menudo no se corresponden los niveles de crecimiento del turismo (cuando existen) con los niveles de crecimiento de los ingresos por turismo. La productividad del sector es también un aspecto que ha de ser potenciado para que el aporte de este sector sea mayor. Para ello es necesaria una mejor organización y gestión de la actividad, para maximizar ingresos sin dejar de ofrecer precios competitivos, y sin dejar de realizar los gastos necesarios para el funcionamiento de la industria.
4. La necesidad de una ampliación de la participación del sector privado en la industria turística. Junto a este objetivo se puede crecer en la oferta de un turismo más cultural y educativo, y menos relacionado con las playas y los hoteles de lujo. Es una tendencia amplia internacionalmente el turismo mediante empresas como Airbnb que se enfocan en el contacto pueblo a pueblo, y que no buscan resorts o servicios tradicionalmente turísticos. Cuba tiene un gran potencial en este sentido, y este tipo de turismo es liderado alrededor del mundo por pequeños emprendedores y no por grandes corporaciones, lo que impondría la necesidad de ampliar la participación del sector privado en este sentido.
Jorge Ignacio Guillén Martínez (Candelaria, 1993).
Laico católico.
Licenciado en Economía.