Las soluciones que demanda la economía cubana vienen indudablemente por el lado de los incentivos económicos y no por las medidas de control administrativo que atentan contra la propia lógica de la economía y contra las leyes naturales por las que esta se rige. No se puede avanzar con el freno pisado, no se logran los objetivos de crecimiento y desarrollo económico planteados y repetidos hasta el cansancio en el discurso oficial con medidas coercitivas que ahogan a la iniciativa privada, y que impiden el desarrollo eficiente y productivo de las propias empresas estatales y del sector privado.
La evidencia económica e histórica muestran cómo los controles administrativos se vuelven ineficientes en el largo plazo y cómo de una manera u otra, el mercado, la economía y sus designios naturales se imponen ante cualquier medida de control administrativo que ignore la naturaleza humana y la iniciativa individual. La libertad humana así como las leyes del mercado son realidades que se “cuelan” por la más mínima hendija, y corrompen -con el paso del tiempo- cualquier blindaje que intente frenarlas, por más fuerte que este parezca. Ignorar esta realidad, sería una inmadurez desde un punto de vista económico e implicaría también negar la realidad de la economía cubana en la actualidad.
Cuba vive uno de esos momentos en los que chocan con intensidad las fuerzas del mercado, la libertad e iniciativa privada y los decretos y mandatos administrativos que desde el poder, la politización e ideologización de la economía pretenden poner “orden” al modelo actual. El desarrollo del sector privado es un tema que cuenta con amplio respaldo a nivel nacional, tanto trabajadores privados como estatales han llegado a un punto de consenso en cuanto a los beneficios de este sector para gestionar bienes y servicios con mayor calidad y eficiencia que las empresas estatales, más allá de las preocupaciones sobre los elevados precios en algunos casos. Además de ello, la propia naturaleza del sector privado y los cambios que esta ha impulsado en la gente (mentalidades, maneras de gestión, formas de ver la vida económica, política y social del país, modo de relación persona-gobierno) son aliciente importante para su potenciación, estos factores hacen que exista el deseo e intento constante en muchos cubanos de encontrar soluciones, de manera que se pueda -a pesar de los controles y restricciones- desarrollar este sector de la economía.
Las políticas de congelamiento de precios para el sector privado es uno de esos ejemplos, junto a la reacción de algunos emprendedores cubanos. En la cuenta de Facebook del Doctor Oscar Fernández, profesor de la Universidad de la Habana, se ha publicado recientemente un comentario y una foto en la que se ilustra la manera creativa en la que la gente persigue la maximización de sus beneficios de manera legal a pesar de las restricciones de precios. Ahora, en lugar de venderse cerveza nacional en un bar de la Habana a 30 pesos que es el precio establecido por las regulaciones, se vende un combo de cerveza y vianda frita por 50 pesos. De esta manera, se evade la regulación de forma legal y se sigue vendiendo la cerveza a un precio mucho más cercano al precio de equilibrio dictado por la interacción entre oferta y demanda, pasándose legalmente por encima de la restricción que intenta imponer un precio topado a la cerveza. De manera similar se hace con otros productos y servicios en este establecimiento y en otros.
El ejemplo de los almendrones vuelve a venir al caso. Las rutas que tradicionalmente se hacían por 10 pesos cubanos hace unos años (Coppelia-Ceguera) ahora son prácticamente imposibles de realizar por menos de 1 CUC, es decir el precio a la larga subió más de la mitad debido a los topes de precio que inicialmente el Estado impuso por decreto. Una vez más las fuerzas del mercado, de la iniciativa privada y la libertad humana se imponen ante los intentos de manejar la economía mediante decretos en lugar de con incentivos y mecanismos indirectos que motiven, estimulen, promuevan en lugar de limitar, restringir, dictar, e imponer.
La realidad muestra una y otra vez por dónde y cómo ha de conducirse la economía cubana si verdaderamente interesa promover un desarrollo próspero y sostenible, la ciencia y los expertos en el tema una y otra vez se han estado expresando al respecto, demostrando con evidencia científica que la economía no funciona a base de decretos, que el mercado no se regula a la fuerza o atendiendo a criterios políticos, sino que es mediante una regulación basada en incentivos económicos como mejor se potencia la productividad y se alcanza la eficacia necesaria para desarrollar el país. Asumir o no estas realidades, es el reto para los decisores de la política económica en la actualidad.
Jorge Ignacio Guillén Martínez (Candelaria, 1993).
Laico católico.
Licenciado en Economía.