Cuba se encuentra en el proceso conocido como de informatización de la sociedad, un intento del gobierno por actualizar los procesos productivos y de gestión pública de acuerdo con los avances de la ciencia y las tecnologías. De manera particular las nuevas tecnologías de la información y las comunicaciones representan un reto enorme de cara a garantizar mayor eficiencia y calidad en los procesos políticos, económicos y sociales.
La manera de hacer política en un mundo digitalizado, con un papel importante de las tecnologías y medios de comunicación es sin dudas uno de los aspectos positivos de este cambio de época que se está viviendo. En este contexto los medios de comunicación juegan un papel fundamental como nueva forma de perfeccionar los mecanismos de control y rendición de cuenta de los representantes políticos, siempre con el reto de dejar a un lado el show mediático y asumir un papel constructivo y responsable hacia la democracia. Estos mecanismos de control y rendición de cuenta se deben adaptar a nuestros tiempos y garantizar una mayor implicación/participación de la ciudadanía en la tarea de exigir/presionar mediante los medios y nuevas tecnologías, para que las políticas desarrolladas sean más efectivas y respondan a los intereses democráticos de la sociedad. Al respecto los retos para Cuba son enormes, no obstante las oportunidades que plantea el desarrollo tecnológico pueden garantizar este mayor enlace, compenetración y acercamiento entre la ciudadanía y los representantes políticos.
En cuanto al papel de las nuevas tecnologías como nuevo paradigma, García (2016) señala los siguientes aspectos o nuevas formas de control parlamentario y de perfeccionamiento del mismo: “la presentación de preguntas urgentes; o las relaciones de los ciudadanos con sus parlamentarios, permitiendo que les sugieran preguntas, solicitudes de información o enmiendas, o recibir información especializada mediante listas de correo; o la adecuada información institucional a los ciudadanos de la actividad de las Cámaras en sus respectivas webs; o la muy deseable aplicación parlamentaria del principio de transparencia mediante medios informáticos” (García, 2016, p. 91). Su eficiencia, nuevamente depende de la forma en que se usen estas nuevas tecnologías y medios de comunicación. La Asamblea Nacional de Cuba, como parte del proceso de informatización de la sociedad bien podría insertarse en estas prácticas de manera que se logre el mayor acercamiento y representación que en las democracias occidentales se da entre los parlamentos y la ciudadanía.
Por otro lado los gobiernos -el ejecutivo en Cuba- tienen el mismo reto de acercar la gestión de políticas públicas en todas sus fases a los ciudadanos, valiéndose para ello de las bondades que la tecnología ofrece. La informatización de la sociedad no puede estar orientada solamente hacia un mayor control de la sociedad mediante la tecnología, ni a una simple digitalización de procesos, sino que ha de ser un proceso vivo y abierto que genere participación, rendición de cuentas, transparencia, mejor representación, potencie la eficiencia y la productividad. Al mismo tiempo, las múltiples implicaciones que puede tener el avance de la ciencia en el campo de la economía o en la solución de problemas que plantea la globalización como la lucha contra la pobreza, la sostenibilidad, el cambio climático, las reducciones de las desigualdades, etc.
Digitalizar el país, informatizarlo y aplicar los avances de la ciencia, ha de ser sinónimo de progreso, productividad, calidad democrática, responsabilidad social, protección del medio ambiente, sostenibilidad, desarrollo humano, entre otros. Este proceso representa una prioridad para lograr estos objetivos. La actual crisis que vive Cuba podría ser gestionada de mejor manera si el proceso de informatización de la sociedad avanza decididamente prestando más atención a las oportunidades económicas, políticas y sociales que ofrece que a intereses de control y dominación política, al respecto, resaltan las nuevas regulaciones para las comunicaciones recientemente aprobadas, pues representan un freno para el desarrollo del país al generar mayor control y censura de los medios de comunicación y las redes sociales. Los medios facilitan la participación política, y esta última no puede estar condicionada a una ideología, las personas han de ser libre para expresarse y crear de manera crítica y constructiva una Cuba cada vez mejor.
Referencias
García, J., 2016. Control parlamentario y convergencia entre presidencialismo y parlamentarismo. UNED, Issue 38, pp. 61-99.
Jorge Ignacio Guillén Martínez (Candelaria, 1993).
Laico católico.
Licenciado en Economía.