A partir de la reflexión iniciada en la columna anterior sobre el ambiente mediático de Cuba, me animo a continuar analizando aspectos al respecto, en este caso en lo relacionado con el activismo en redes sociales y su papel en la realidad cubana de los últimos años.
En Cuba, tanto el acceso a internet como el activismo cívico y político son realidades “nuevas” para los ciudadanos. En cuanto al acceso a internet es sumamente reciente la posibilidad para los cubanos para conectarse de manera legal, aunque en condiciones precarias en cuanto a los precios y otras dificultades de conexión. Y el activismo político y cívico, expresado en actores como la disidencia, la oposición, las iglesias, grupos de artistas, emprendedores, y otros actores de la sociedad civil es ilegal, aunque una realidad que cada vez toma más fuerza específicamente después de los años 90s y de la crisis que sufrió Cuba como consecuencia de la caída de la Unión Soviética.
El activismo enfrenta severas restricciones, en este sentido se pueden mencionar la represión, las condiciones de alegalidad y en algunos casos de ilegalidad en las que se ejerce el activismo independiente de las instituciones estatales, financiamiento, aislamiento respecto a la gente, entre otras que siempre han condicionado cualquier iniciativa ciudadana, incluso cuando no han sido meramente política.
A pesar de las realidades anteriores (incipiente y restringido acceso a internet, y activismo satanizado y reprimido), en los últimos años el acceso a internet ha permitido un activismo ciudadano de nuevo tipo, algo que nunca se había visto en Cuba. El internet se ha convertido en una importante plataforma de denuncia política y social, y ha posibilitado la organización de ciudadanos en torno a diferentes causas de manera efectiva, inmediata, organizada, pacífica y generando niveles considerables de presión política y social.
De manera específica, es posible encontrar algunos ejemplos de activismo en las redes sociales en los últimos meses. Dos de estos hechos recientes en los que los ciudadanos se han convocado de manera espontánea, y por motivos cívicos mediante las redes sociales han logrado hazañas con una repercusión política y social de importante peso, me refiero a las acciones desarrolladas por miles de cubanos como reacción al tornado que azotó la ciudad de La Habana en enero de este año, y el otro, la organización de la marcha gay en mayo pasado. Cabe señalar que la red social más utilizada en Cuba es Facebook, y que el activismo que comienza como realidad incipiente en las redes se desarrolla principalmente en esta plataforma.
Ante el desastre ocasionado por el devastador tornado, como respuesta a los daños y a la poca preocupación del gobierno cubano por los damnificados, miles de cubanos se convocaron mediante las redes, y se movilizaron para ponerse en función de los afectados y para ofrecer ayuda material y acompañamiento. Las redes fueron la principal vía de información para los ciudadanos ante el silencio, manipulación de hechos o la lentitud de los medios oficiales. Facebook se convirtió en la plataforma para informarse, coordinar las acciones de solidaridad, para ejercer el deber de la denuncia, el principal medio para convocar a la acción de respuesta en ayuda a los damnificados.
Por unas semanas los cubanos pensaban y hablaban sobre un mismo tema. Emprendedores, artistas, religiosos, políticos, extranjeros, cubanos de la Isla y de la Diáspora, periodistas, estudiantes, empleados del gobierno, disidentes, opositores, etc., todos fueron parte de los debates en redes sociales, en las campañas para la solidaridad, la divulgación de contenidos, la denuncia de injusticias por parte de las autoridades, la generación de propuestas de solución. La movilización alcanzada fue algo sin precedentes en la Isla, y la respuesta en términos de asistencia a los necesitados (espontánea y protagonizada por la sociedad civil), convocada y organizada mediante Facebook marcan un antes y un después en la manera de ejercer el activismo cívico. Incluso cuando se dieron hechos mediante los que el gobierno pretendió obstaculizar la labor de actores de la sociedad civil, la acción de asistencia a los necesitados se pudo concretar. La comida, las medicinas, dinero, fuerza de trabajo para reparar viviendas, etc., a menudo llegaron primero -y con efectividad- de parte de la sociedad civil organizada mediante las redes sociales que de las instituciones del gobierno.
El segundo ejemplo, y que es muy reciente, es el de la marcha protagonizada por activistas LGBTI en la Habana el mes pasado. El colectivo LGBTI tradicionalmente realizaba desde hace unos 10 años la marcha del orgullo gay en el mes de mayo convocados por el CENESEX, institución en Cuba que promueve el respeto a los derechos LGBTI y que organiza a este sector de la sociedad civil. Ante la cancelación de la marcha de este año, según el CENESEX por motivos de la situación de crisis interna y tensiones internacionales que vive Cuba por estos días, la insatisfacción de la gente se comenzó a expresar en las redes sociales.
Se generó en unos pocos días una convocatoria en redes sociales para la realización de una marcha independiente por parte de activistas del colectivo LGBTI, en la que -como se había hecho en años anteriores- de forma pacífica y organizada se marcharía por los intereses de la comunidad LGBTI. Las autoridades reaccionaron con advertencias, intimidación y represión, para evitar la marcha, sin embargo, el poder de convocatoria en las redes no dejó de crecer, y finalmente la marcha se hizo, dejando un ejemplo para la historia de Cuba de la importancia de las redes sociales en un ambiente en el que el control del Estado alcanza niveles incalculables. Ahora el colectivo LGBTI ha demostrado a los cubanos que las redes son una herramienta poderosa para el activismo, y que desde la fuerza de lo pequeño se pueden realizar cambios que transformen para bien el rumbo del país.
Estos ejemplos no son los únicos, en la realidad cubana de los últimos tiempos en la que el acceso a internet -a pesar de las dificultades- aumenta cada vez más, se comienza a observar un activismo ciudadano que cada vez genera más presión social para un cambio, al mismo tiempo que empodera a los ciudadanos, permite que se expresen, que critiquen, que encuentren un espacio para la queja y para la propuesta. Pudieran añadirse los ejemplos de la campaña en contra del decreto 349, y la acción generalizada de “burla crítica al poder” por las declaraciones recientes del general Guillermo García, entre otros.
Por último, en un ambiente de transición como el actual, considero que las redes son de vital importancia como medio para el debate público y la generación de cambios en la sociedad. La efectividad del activismo desde las redes sociales es una oportunidad que ha de seguir siendo aprovechada por los cubanos para ejercer y reclamar sus derechos. Los hechos demuestran su efectividad, y valorizan el uso de internet en la realidad cubana.
Jorge Ignacio Guillén Martínez (Candelaria, 1993).
Laico católico.
Licenciado en Economía.