¿Irresponsables o comprometidos?

Martes de Karina

Hemos escuchado frecuentemente, especialmente cuando se acerca una fecha como el 1 de mayo, que el discurso en los medios de comunicación nos califica como un pueblo “aguerrido”, comprometido con el sistema, dispuesto a entregar la vida por la Revolución, intransigente ante las “provocaciones imperialistas”, dispuesto a resistir hasta la asfixia la situación de escasez y de angustia cotidiana, con tal de mantener el sistema socialista que, por supuesto, nunca es el culpable de esta situación.

De repente, como por arte de magia, somos calificados constantemente como despreocupados, irresponsables, ladrones. Cuando se realizan análisis oficiales de la situación, en la mayoría de las ocasiones, la causa de las dificultades (exceptuando las veces en que se culpa al “Bloqueo”), radica en el comportamiento de los trabajadores, ya sean dirigentes o empleados. La falta de productividad, la falta de eficiencia, las indisciplinas o la falta de control por parte de los dirigentes o responsables de la administración, son las que provocan la irrentabilidad de las empresas, la escasez en la oferta, el incumplimiento de los planes, la baja calidad de los servicios. 

Dos extremos en que nos sitúan los análisis de expertos y políticos en los medios oficiales. ¿Cómo podemos pasar de ser tan comprometidos con el sistema social cubano a ser los culpables de que el mismo no funcione?

Lógicamente, cuando se trata de extremos, por lo menos debe dudarse. ¿Es en realidad tan comprometido el pueblo cubano con el sistema social actual? ¿Es tan responsable así de que el mismo no funcione?

Claro que en un pueblo puede haber diferentes características, pero estas dos con que nos describe el discurso oficial son contradictorias en sí mismas. No podemos ser los que más defendemos un sistema que al mismo tiempo ayudamos a destruir.

Entonces tenemos dos alternativas: o somos irresponsables, indisciplinados e ineficientes y, por tanto, no demostramos ningún compromiso con la sociedad, o, somos muy comprometidos con la sociedad y, por tanto no somos tan irresponsables, indisciplinados e ineficientes como nos pintan.

Si actuáramos irresponsablemente y sin compromiso, en el trabajo diario, las manifestaciones y marchas en apoyo al sistema socialista no expresan el verdadero sentir de los participantes.

Si las manifestaciones y marchas en apoyo al sistema socialista expresaran el verdadero sentir de los participantes, entonces la falta de eficiencia, de productividad, de disciplina y de resultados, no es responsabilidad de los trabajadores, porque no se puede estar comprometido y no trabajar con todas nuestras potencialidades y capacidades en pos de aquello en lo que creemos.

Si la cuestión es que una parte está en el extremo del compromiso y la disciplina en el trabajo y la otra, en el extremo de la indiferencia y la indolencia, la pregunta sería ¿cuál es la parte dominante? Esta opción implicaría reconocer que existe una parte del pueblo que no está comprometida con el sistema socialista.

El doble rasero de los medios de comunicación cubanos intenta que nos situemos en uno de estos dos extremos o posiciones que no nos describen en realidad.

Lo más importante es cómo se siente un pueblo que, al mismo tiempo que se le alaba por su capacidad de sacrificio y su intensidad de compromiso con el sistema político, se le culpa del fracaso del mismo.

Sería bueno escuchar de vez en cuando en los medios y en el discurso oficial la parte de responsabilidad que no es ni del gobierno norteamericano, ni de la parte del pueblo que intenta romper el monopolio estatal de acceso a los recursos, o que trata de compensar con una actitud pasiva los bajos salarios. Necesitamos escuchar que no todos van a la Plaza a apoyar el sistema de gobierno, sino que una parte lo hace por la misma actitud que lo hace indiferente ante las dificultades.

La diversidad siempre está más cerca de la verdad.

 


Karina Gálvez Chiú (Pinar del Río, 1968).
Licenciada en Economía.
Fue responsable del Grupo de Economistas del Centro Cívico.
Es miembro fundador del Consejo de Redacción de Convivencia.
Reside en Pinar del Río.

 

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