A partir de este 22 de enero de 2019 comenzaron oficialmente las actividades y celebraciones que bajo el nombre de Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) agrupan en Panamá, a miles de jóvenes católicos de todo el mundo. Las JMJ, fundadas en 1985 por el polaco San Juan Pablo II, se han convertido en la fiesta más grande de los jóvenes católicos, ofreciéndole a los mismos un espacio para encontrarse con Jesús a través de conocer a otros amigos, culturas y testimonios de vida y de fe.
A diferencia de años anteriores, esta vez la Iglesia cubana cuenta con una amplia delegación que estará representando a los jóvenes católicos de la Isla, específicamente una histórica delegación de más de 470 jóvenes. Entre ellos, muchos que, por sus propios medios, o por la bondad de sacerdotes y religiosos de Cuba y de otros países, han tenido la posibilidad de agenciarse su participación en tan importante celebración, y han marchado a Panamá como peregrinos a encontrarse con miles de jóvenes de todo el mundo y con el Papa Francisco, pero sobre todas las cosas a encontrarse con Jesucristo.
De esta manera gracias a la generosidad de tantas personas que desde lo pequeño ponen su aporte, se vuelve realidad uno de los mayores sueños de los jóvenes católicos cubanos y de todo el mundo. Un sueño que es fiesta y compromiso al mismo tiempo. Fiesta en el sentido de compartir la fe con otros, de encontrarnos, animarnos, apoyarnos y conocernos jóvenes de todo el mundo; y compromiso en el sentido de que la JMJ no se reduce a una semana en Panamá o cualquier otro país donde se celebre, sino que es un punto representativo en un camino de fe que comienza mucho antes y que termina mucho después de esa semana, con la oportunidad de dar un testimonio de fe y de vida una vez regresemos a nuestras comunidades.
Los encuentros con el Papa siempre están entre los momentos más fuertes de estas jornadas. Sin dudas es siempre un momento que se espera con ansias, y que además marcan la JMJ por los mensajes siempre oportunos que regala el Papa. Todavía retumban en nuestros oídos los mensajes del Papa Francisco en la JMJ celebrada en Río de Janeiro en 2013, cuando nos invitaba a no balconear la vida, a mirar hacia adelante, a ser los protagonistas de nuestro futuro, a hacer lío en nuestras diócesis y a entrenarnos como hacen los atletas, para ser cada día mejores personas, mejores cristianos, mejores hijos de nuestros pueblos y servidores de los demás.
La amplia participación de jóvenes salidos de todas las diócesis de Cuba en esta edición de la JMJ, esperemos que sea un energizante para todos estos jóvenes, un energizante que nos impulse a tomar las riendas de nuestras vidas y como dijera Juan Pablo II ser los protagonistas de nuestro propio futuro. Actualmente Cuba y la Iglesia cubana viven retos importantes para el futuro de la Nación, y contar con jóvenes decididos en todo el país a hacer -desde la fuerza de lo pequeño- aportes para el futuro sería uno de los mayores frutos de este evento. Con ese fin, para los que están en Cuba queda el reto de acompañar con la oración a quienes peregrinan al encuentro de Jesús, y para la delegación que participa asumir el hecho de que la JMJ es un camino que comienza en Panamá y debe terminar en nuestra Patria, manifestándose a través de compromisos concretos que asumamos para el bien de nuestra Iglesia y de nuestra sufrida Cuba.
Jorge Ignacio Guillén Martínez (Candelaria, 1993).
Laico católico.
Licenciado en Economía.