Las instituciones se conforman por el conjunto de reglas y principios que organizan y hacen posible la vida en sociedad, son las que garantizan la existencia y sostenimiento de la democracia. Por ejemplo, para que una democracia facilite el desarrollo humano integral en una sociedad determinada, las instituciones tienen el papel -entre otras cosas- de garantizar el respeto a la primacía y dignidad de la persona humana, así como garantizar la promoción y respeto de los derechos y libertades fundamentales del ser humano.
En el deporte, un juego de béisbol, por ejemplo, siempre son necesarias “reglas del juego” que organicen, establezcan límites, planteen opciones o alternativas ante situaciones determinadas que puedan surgir, que faciliten el correcto desarrollo del juego, establezcan principios básicos y penalizaciones sin las cuales sería imposible avanzar; de la misma forma en una sociedad las instituciones son esas reglas del juego sin las cuales se torna imposible la vida en democracia.
Sin instituciones democráticas no hay prosperidad posible
Un ejemplo claro de cómo la existencia o no de instituciones democráticas puede afectar la prosperidad lo representa la crisis económica y financiera del 2007. Ante la existencia de instituciones que otorgan demasiado poder a los políticos, lobbies, y otros actores económicos-financieros, y que no garantizan la siempre necesaria regulación de los mercados surgen fenómenos como las burbujas inmobiliarias que atentan ferozmente contra el progreso y la prosperidad económica, tal y como se ha experimentado en tiempos recientes en varios países alrededor del mundo. Una crisis económica que en primera instancia es una crisis institucional.
La ausencia de reglas claras que organicen y coordinen el correcto funcionamiento de los mercados, por un lado, o la excesiva regulación en otros casos, con instituciones que entorpecen el desarrollo y organización de los procesos económicos, ambos obstaculizan el camino hacia la prosperidad. Esto último se puede apreciar en la experiencia de países socialistas como Cuba y Venezuela que, bajo un sistema institucional no democrático, bajos niveles de gobernanza y unas reglas para regular la actividad económica que atentan contra la libertad humana y las leyes naturales de la economía, la prosperidad y el progreso en su sentido más amplio se ven lesionados profundamente. Más de 50 años de la revolución cubana demuestran esta situación, y el ejemplo reciente de Venezuela apunta en la misma dirección. Crisis que con otros matices diferentes a los de la crisis financiera desatada en el mundo en 2007, también apuntan a factores institucionales como causantes de los problemas.
La seguridad jurídica generada por unas instituciones democráticas, en un ambiente de imperio de la Ley y reglas claras representa, sin lugar a dudas, un motor importante para impulsar el progreso económico y social. Específicamente por componer un ambiente propicio para potenciar la economía mediante la atracción de inversiones, y por ofrecer incentivos a las mismas reduciendo el riego país y generando un ambiente de libertad y confianza en el sistema económico propicio para avanzar a mayores grados de desarrollo.
Un ejemplo que ilustra la insuficiencia de determinadas garantías/facilidades jurídicas, tributarias y comerciales por sí mismas para generar prosperidad, frente a la ausencia de instituciones democráticas es la apertura en Cuba de la Zona Especial de Desarrollo del Mariel en 2013. Este es un proyecto en el que el gobierno cubano depositó las esperanzas de crecimiento y prosperidad económica, a través de la promoción de Inversión Extranjera Directa esencialmente; en el marco de este proyecto existen ventajas e incentivos para que las empresas nacionales o extranjeras se establezcan en la zona; existen regímenes especiales en los ámbitos siguientes: tributario, aduanero, laboral, de control, de seguros, monetario y bancario, etc. Además, se proponen ventajas y garantías adicionales en la ley 118/2014 de la Inversión Extranjera y en la Ley 113/2012 del Sistema Tributario. Cada año el gobierno presenta su cartera de oportunidades para la inversión donde en teoría se ofrecen nuevas facilidades, ventajas, oportunidades para los inversionistas.
A pesar de lo anterior los proyectos de inversión aprobados en 5 años se reducen a 41, entre los que se cuentan empresas que ya estaban establecidas en Cuba y simplemente se movieron a la Zona Especial de Desarrollo y otras de capital cubano totalmente, sin dudas resultados muy discretos para una apertura a la inversión extranjera que, en sentido general, ofrece “garantías y seguridad” para las empresas extranjeras y que ha sido una prioridad para el gobierno cubano en los últimos años. De esta manera, se evidencia claramente como la ausencia de instituciones democráticas es determinante de cara a la prosperidad económica, sin un sistema institucional fuerte, democrático, ágil y respetuoso de los derechos y libertades de los ciudadanos, surgen nuevos temas como intereses políticos, corrupción, burocratismo, excesiva centralización y control, que lejos de atraer inversiones y generar progreso dan lugar a un temor generalizado de los inversores por un lado y por otro una ineficiencia crónica que frena la prosperidad nacional. De modo que, en términos de generar progreso y promover inversiones, es importante que las instituciones provean seguridad jurídica, y la existencia de instituciones democráticas resulta aún más determinante.
Jorge Ignacio Guillén Martínez (Candelaria, 1993).
Laico católico.
Licenciado en Economía.