¿Cuántas veces hemos estado en un establecimiento y nos hacemos la pregunta: esto es estatal o privado? Vivimos haciendo la comparación aunque a veces no sea posible, dado que no se puede aplicar la misma categoría para ambos tipos de sectores de la economía. Está tan arraigada esa costumbre que, muchas veces, al ver que algo de “lo estatal” funciona como esperamos, pensamos que es privado; o al ver que algo de “lo privado” copia el estilo de dirección, el modelo empresarial y adquiere hábitos en detrimento del cliente y sus derechos, pensamos que es estatal.
Repito, como he dicho en otras columnas anteriores, que no soy economista, ni experto en el tema, ni escribo con frecuencia sobre este campo; pero también repito que la vida política, social y económica de cada región es interés de todos sus ciudadanos, quienes tenemos el derecho a opinar sobre ella para que mejore y repercuta en un bien común.
Hace unos días, a raíz de uno de los tantos rumores de que “ahora si van a hacer la unificación monetaria” estaba de paso por una dulcería “particular”, como se le dice en Cuba a lo privado (cuando no cuentapropismo) y presencié la discusión entre dos empleados del local y un cliente que iba a pagar los productos que había ordenado en CUC o peso convertible cubano. Los empleados dijeron que no aceptaban esa moneda (como si fuera extranjera), y el cliente rebatía esa decisión con el argumento que todos sabemos: vivimos en un país donde circulan dos monedas, una de ellas devaluada más de 20 veces y que hasta el propio Estado ya la acepta en la mayoría de su tiendas; por tanto, las dos deben tener circulación.
Lo que fue una conversación inicial entre un cliente y los que expenden en el mencionado establecimiento, se tradujo en un estilo de trabajo de la dulcería, y pocos días después colocaron un cartel para informar que el pago de los productos tenía que ser en CUP o Moneda Nacional (como si la otra, el CUC, no lo fuera). Agregaron en el anuncio que, si el pago se efectuaba en CUC, la tasa de cambio sería de 23 CUP, equivalentes a 1 CUC; es decir, un peso menos que la tasa establecida por las Casas de Cambio (CADECA). Obviamente esta medida repercutió de forma negativa en los clientes, que se ven obligados a suprimir una moneda que circula libre y legalmente en el país; o deben aceptar una tasa de cambio que alguien estableció en su negocio, al parecer motivado por un rumor de que lo que va a quedar en Cuba cuando se suprima la doble moneda es el peso cubano, no el CUC. Realizar un pago en CUP resulta engorroso porque en ocasiones no tenemos, por ejemplo, doscientos cincuenta pesos en la cartera, pero sí tenemos 10 CUC que es el equivalente.
Todo trabajo con el público, ya sea en la elaboración de alimentos u otros servicios, de un negocio privado o de una empresa estatal, debe respetar los derechos del consumidor y presentar al cliente las mejores ofertas, facilidades de pago, atención esmerada, que incluye un trato amable, respetuoso y complaciente. De lo contrario estaríamos replicando lo que criticamos muchísimo al llegar a una institución del Estado y responden que no hay lo que buscamos, o que no nos pueden atender, o nos piden el dinero exacto porque no tienen cambio.
El Estado debe eliminar la “lista de permisos para el trabajo por cuenta propia”, y debe dar paso también al ejercicio privado de las profesiones pero… cuidado: ¡que no sea para que los privados repitamos los mismos errores! Confieso que desde esa fecha (de la que hace ya varios meses) no he visitado más la famosa dulcería. Como cliente no estoy dispuesto a contribuir con una medida de ese tipo. Nada más parecido al modelo de economía estatal.
Yoandy Izquierdo Toledo (Pinar del Río, 1987).
Licenciado en Microbiología.
Máster en Bioética por la Universidad Católica de Valencia y el Centro de Bioética Juan Pablo II.
Miembro del Consejo de Redacción de la revista Convivencia.
Responsable de Ediciones Convivencia.
Reside en Pinar del Río.