Jueves de Yoandy
Si me preguntaran el mayor deseo para 2022, gritaría muy fuerte libertad. Este año que casi concluimos ha sido para Cuba uno de los más decisivos de las últimas décadas. Los cubanos, haciendo uso de las libertades que Dios nos otorga, por el simple hecho de ser personas iguales todas en dignidad y derechos, hemos demostrado que la responsabilidad de trabajar por la verdadera libertad es centro y fin de nuestro paso por este mundo.
San Juan Pablo II, en su encíclica Veritatis Splendor nos presenta la profundidad de la libertad y la última instancia de toda falta de responsabilidad cuando dice: “La libertad no es solo la elección por esta o aquella acción particular; sino que es también, dentro de esa elección, decisión sobre sí, y disposición de la propia vida a favor o en contra del Bien, a favor o en contra de la Verdad, en última instancia, a favor o en contra de Dios” (V.S. No. 65).
El sabio polaco nos recalca que, más que una elección, la libertad y la lucha por alcanzarla es una decisión. Esos fueron los principales móviles de los sucesos del 11 de julio que han marcado la historia de Cuba para todos los tiempos. A pesar del saldo negativo sustentado en detenciones, prisión y condenas injustas, el pueblo de Cuba continúa reclamando libertad en su sentido más amplio, traducido a las diferentes manifestaciones del ejercicio de la libertad.
Existen diferentes actitudes, aunque debemos destacar que posterior a las manifestaciones del 11J cubano el sentimiento de libertad ha sido más contagioso, y la perspectiva ha hecho que parezca más cerca el anhelado amanecer para el país. Existe un fenómeno bastante estudiado por los sicólogos, y mencionado por muchos analistas de procesos sociales relacionados con sociedad civil y transición, y es el miedo a la libertad. Erich Fromm, en su libro que lleva por nombre este mismo fenómeno, “El miedo a la libertad” nos motiva a la reflexión cuando pregunta “¿Puede la libertad volverse una carga demasiado pesada para el hombre, al punto que trate de eludirla? ¿Cómo ocurre entonces que la libertad resulta para muchos una meta ansiada, mientras que para otros no es más que una amenaza? ¿No existirá, tal vez, junto a un deseo innato de libertad, un anhelo instintivo de sumisión?”
Sin dudas esta mezcla de actitudes la vivimos en Cuba, cuando por un lado es notable el ansia colectiva de libertad, y por otro el instinto de preservar un estatus, mantenerse en la zona de confort y esperar pasivamente a que otros (muchas veces criticados, atacados y hasta llevados a prisión) hagan la tarea de todos. Es cuestionable también ¿por qué algunos cubanos hacen dejación de su libertad? Ello viene aparejado a la falta de responsabilidad y, como un ciclo, esa dejación es motivada a su vez por la falta de libertades, pero sobre todo por la falta de libertad interior en aquellos cubanos que abandonan sus deberes familiares y cívicos. Nos encontramos con frecuencia a muchos cubanos que, lejos de reivindicar su libertad personal y de exigir sus libertades civiles, viven en tal indiferencia y docilidad que nos hacen dudar si quieren o no quieren ser más libres y disfrutar de mayores libertades.
El año 2021 marcó la diferencia. Aun con sus días aciagos; los amigos, conocidos, y cubanos en general que permanecen en las cárceles; los que fueron juzgados y condenados injustamente, debemos decir, precisamente en nombre de ellos, que podríamos ser todos nosotros, que la libertad está más cerca. Brindemos por la Patria, para que el próximo año sea el año de la verdadera libertad para Cuba. Brindemos para que no faltemos a la responsabilidad ciudadana de fundir en una sola meta: Patria, Vida y Libertad.
- Yoandy Izquierdo Toledo (Pinar del Río, 1987).
- Licenciado en Microbiología.
- Máster en Bioética por la Universidad Católica de Valencia y el Centro de Bioética Juan Pablo II.
- Máster en Ciencias Sociales por la Universidad Francisco de Vitoria, Madrid, España.
- Miembro del Consejo de Redacción de la revista Convivencia.
- Responsable de Ediciones Convivencia.
- Reside en Pinar del Río
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